LOST: SENTIMIENTOS ENCONTRADOS ANTES DEL FINAL Voy a saltarme...

LOST: SENTIMIENTOS ENCONTRADOS ANTES DEL FINAL

Voy a saltarme algunos de los cientos de lugares comunes que se transitan cuando el fenómeno ‘Lost’ entra en juego: la serie que ha cambiado los hábitos de consumo de ficción, la más adictiva de nunca, la que mejor ha aprovechado las ventajas de internet, la que ha creado grupos más acérrimos de seguidores y detractores…Todo cierto.

Para quien llegue a este párrafo pensando que voy a teorizar sobre el final, le aviso que no siga. No he construido ninguna teoría explicativa sobre la conclusión de la isla y sus habitantes. Que se estrujen las neuronas los guionistas. Yo me limitaré a disfrutar (o no) del cierre que se le da a una historia que nunca olvidaré.

Lo que más me llama la atención de ‘Lost’ es la manera en que ha jugado con el espectador. Todo ha sido un juego en el que Abrams, Lindelof y Cuse han sido los amos y han puesto sus reglas. Y los que las hemos aceptado hemos tenido momentos orgásmicos. Los límites de la credibilidad narrativa han sido fulminados temporada tras temporada, pero los devotos de ‘Lost’ teníamos fe y obviabamos la razón.

Pero como todo juego llega un momento en el que cansa. Y de ser la niña mimada de las series, a la que todo se le consentía, pasó a perder fanáticos a marchas forzadas. El relato de aventuras con toques de ciencia ficción se estiró a modo de culebrón en el que todo valía. Todo menos la repetición, porque su fuerza como juego se encontraba en la sorpresa constante. Pero las carreras por la isla, las explosiones, los saltos espacio-temporales cuanto menos se hicieron algo reiterativos. Decidí resistir porque me gusta jugar hasta el final.

Ahora tras 70 horas jugando (creo que esa es la duración total de la serie), miro hacia atrás y pienso en los días que disfrutaba capítulos impulsivamente. ¡Qué buenos momentos me dio!. El final sólo será una casilla más del tablero. Sería injusto juzgarla sólo por eso. La suerte está echada.

(Ilustración ancestral-Z)