Revista Cultura y Ocio

Luces y sombras de Brasil

Publicado el 09 enero 2017 por María Bertoni
Luces y sombras de BrasilAquarius se estrenó el jueves pasado en una docena de salas porteñas.

“Es tan pernambucano, tan brasileño, extender el círculo familiar al ámbito de los negocios”. Algo así le dice Clara a un empresario mediático amigo, antes de pedirle información sensible sobre el estudio de arquitectos que la presiona para que les venda su departamento de Recife, el último que falta deshabitar para concretar un proyecto de despampanante renovación edilicia.

Aunque se concentra en el día a día de la protagonista que Sonia Braga encarna de manera magistral, Kleber Mendonça despliega en Aquarius una mirada crítica sobre Brasil, extensible a otros países de América Latina y al mundo globalizado (ése que transita una fase terminal según este análisis del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera). La conversación a calzón quitado que Clara mantiene con el nieto del dueño del estudio -en especial la observación sobre dónde anida la verdadera falta de educación– constituye otro pasaje que ilustra las convicciones políticas del autor de la también comprometida Sonidos vecinos.

En 2016 Aquarius llamó la atención de la opinión pública internacional porque rescató a Sonia Braga del ostracismo, porque cosechó nominaciones y premios en una buena cantidad de festivales de cine, y porque aprovechó esa vidriera para explicitar -todavía más- su postura política, concretamente contra el golpe que Michel Temer y sus secuaces le asestaron a la Presidenta Dilma Rousseff. En sintonía con la polvareda que ese pronunciamiento levantó durante y después del Festival de Cannes, esta película ofrece bastante más que el retrato de una mujer madura capaz de enfrentar otros cánceres además de aquél que le arrebató un seno.

Luces y sombras de Brasil
El director y parte del elenco de Aquarius expresaron públicamente su repudio al impeachment contra la Presidenta Dilma. Ésta es una de las tantas foto que la agencia France Presse tomó en el 69º Festival de Cine de Cannes.

Mendonça pintó el retrato de Doña Clara (según IMDb, la película desembarcará con ese título en España) con distintos pinceles. Con uno trazó los rasgos de personalidad, ligados a un pasado que el realizador reconstruyó apenas. Con otro tejió el entramado femenino (amigas, cuñada, empleada doméstica) que acompaña(n) a la ex crítica de música. Con un tercero resaltó la red de contención familiar (compuesta por hijos, nietos, hermano y cuñada, sobrinos). Con un cuarto coloreó los vínculos con el sexo opuesto. Con un quinto destacó un presente signado por la lucha contra el avance del proyecto inmobiliario y contra varios demonios asociados a la vejez: soledad, nostalgia, deterioro físico, locura, muerte.


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