Revista Opinión

Luces y sombras liberales: Canadá y Reino Unido

Publicado el 12 octubre 2016 por Polikracia @polikracia

Canadá y Reino Unido son dos países que comparten un sinfín de características comunes que se encuentran agrupadas bajo el cobijo de los valores occidentales. Seguramente no son pocos lo que puedan pensar que ese conjunto de valores comunes podría originar también conexiones en la esfera política. De hecho, nos encontramos con afinidades ideológicas varias; como es el caso de la existencia de dos partidos conservadores fuertes y estables en los dos países de cada lado del Atlántico o una socialdemocracia de carácter occidental como referencia para los votantes de izquierda. Sin embargo, en esta historia nos encontramos con una nota discordante: los partidos liberales. La motivación de la redacción de este artículo es lograr descifrar por qué dos partidos que comparten principios, valores y objetivos comunes hayan tenido y tengan resultados tan dispares en dos países que culturalmente también se encuentran cercanos. Como pasa en prácticamente cualquier tema ubicado dentro del mundo de las ciencias sociales, la respuesta es de carácter multidimensional y en este artículo no íbamos a hacer una excepción. El lector descubrirá en los párrafos siguientes que la metodología de trabajo, el sistema electoral y el eje en el que se debe abordar la cuestión liberal se perfilan como puntos clave para entender la disparidad de éxito entre los liberal-demócratas británicos y los liberales canadienses.

Históricamente, los partidos liberales de Europa han luchado por hacerse un hueco en la vida política, tanto en contextos nacionales como internacionales. Y aunque este esfuerzo se ha llegado a ver recompensado con la participación en gobiernos de coalición (Escocia, Gales, Alemania), lo cierto es que estos partidos no han logrado consolidar un espacio electoral propio, teniendo a la volatilidad electoral como principal enemigo. Por este motivo conviene mirar al partido liberal de Canadá, el cual ha conseguido formar gobierno durante 44 años de los últimos 60 y, por tanto, se puede considerar el paradigma de éxito liberal, por lo menos en el ámbito institucional.

Los liberales canadienses y los británicos muestran, como no podía ser de otra forma, nexos de unión como la búsqueda de la centralidad ideológica en un intento por abarcar un amplio sector del espectro político. ¿Pero por qué partidos hermanos obtienen resultados tan dispares en países que, a priori, comparten raíces occidentes y valores culturales?

Primero debemos fijarnos en la definición de las políticas, donde los liberal-demócratas plantean una estructura claramente jerarquizada y la toma de decisiones es centralizada. Sin embargo, la participación de la militancia tiene relevancia en todos los escalafones del partido, especialmente a la hora de detectar issues políticos y su inclusión en el programa. Por el contrario, los liberales canadienses siguen una metodología de trabajo en la que buscan la combinación de líderes fuertes y carismáticos junto con la canalización de proyectos políticos basados en reformas constitucionales. Un claro ejemplo lo encontramos en el líder de los liberales canadienses; Justin Trudeau, cuyo carisma ha convencido a la opinión pública canadiense en el terreno mediático y a los votantes en el ámbito electoral.

En segundo lugar, los liberales británicos estudian el panorama político debatiendo sobre el nivel de competencias que debe tener el Estado, mientras que en Canadá, el debate se juega en el tablero del federalismo, concretamente en el eje centralización – provincialización. Es precisamente el debate interno que se produce sobre el nivel competencial que debe tener el Estado el que haya podido producir una crisis de identidad en el seno de los liberal-demócratas, pudiendo ser absorbidos eventualmente por conservadores pero también por laboristas. Por otra parte, los liberales canadienses, a pesar de haber tratado de mantener posiciones difusas en el eje centralismo – provincialización, lo cierto es que los votantes han ubicado al partido en posiciones definidas tanto en el ya mencionado eje, como en el eje mayor – menor competencias del Estado. Esta situación ha provocado que el voto a los liberales canadienses fue generalmente dispar dependiendo de la provincia en la que se encontraran. Por ejemplo, en las elecciones de 2015, el partido liberal de Canadá arrasó en provincias como Ontario, llevándose dos tercios de los representantes: 80 de 121 posibles. Mientras que en otros territorios como Alberta y Saskatchewan lograron 4 de 34 y 1 de 14 respectivamente.

Por último, cabe destacar que el sistema electoral juega un factor determinante. Y es que los liberales británicos tienen dos problemas fundamentales: el primero es el verse envueltos en un sistema bipartidista donde es harto complicado hacerle sombra a conservadores y laboristas. Además, el sistema electoral británico penaliza fuertemente a los lib-dems, ya que el escrutinio mayoritario uninominal (first past the post) hace que obligatoriamente se tenga que ganar en el distrito para lograr al representante que está en juego. Esto hace que se produzcan anomalías democráticas que pueden desembocar en una crisis de representación. El ejemplo claro lo encontramos viendo los datos de votos y representantes que reciben el SNP y los lib-dems en la tabla que adjuntamos continuación.

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Podemos ver que aunque los liberales británicos han conseguido cerca de un millón de votos más que los nacionalistas escoceses, el SNP tiene 48 representantes más que los lib-dem.

El segundo es la escasa capacidad de los lib-dem para distanciarse ideológicamente de los laboristas, lo que hace que la identificación partidista se desplome y genere graves problemas en la estabilidad del voto. Nuevamente nos encontramos con que la realidad en Canadá es diferente, ya que a finales de los sesenta se implantó un sistema electoral (pan-canadian system) que sentaría las bases para que el sistema canadiense constase de cuatro partidos fuertes a nivel nacional (el partido conservador, el partido liberal, el nuevo partido democrático de centro izquierda y, a un poco más de distancia, el bloque quebequés). Además el partido liberal ha conseguido la creación de una identidad política propia y bien diferenciada de sus competidores, lo que le ha permitido competir de igual a igual con el resto de fuerzas del arco parlamentario.

Parece evidente que los partidos liberales europeos harían bien en aprender de los liberales canadienses, los cuales han demostrado que los principios liberales y el éxito electoral son dos factores que pueden converger entre sí.


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