Revista Arte

Lugares donde no ocurre nada

Por Marcelo Caballero

Siempre me han gustado esos lugares donde parece que no ocurre nada. Espacios ajenos al ajetreo mundano, donde normalmente la gente no posa la mirada, lugares de tránsito que uno jamás recordaría haber pasado ni siquiera a través de una imagen.

Lugares donde no ocurre nada

© Lee Friedlander

Son como espacios no valorizados en donde, sin embargo, brotan ciertas fantasías o doy rienda suelta a la imaginación.

Lugares donde no ocurre nada

© Martin Kollar

Lugares donde hipotéticamente ha pasado tangencialmente alguna historia;  como si se tratara de la estela de un cometa o de su leyenda.

Lugares donde no ocurre nada

© Robert Adams

O donde seres anónimos depositaron alguna vez sus ilusiones, donde hablaron sobre sus problemas existenciales en esa rutina diaria que nos toca vivir.

Lugares donde no ocurre nada

© Boris Savelev

Siempre me quedo un rato, observando inmóvil, aquellos escaparates desiertos y me imagino la película del ajetreo diario comercial de gente y más gente,  anécdotas vitales secuestradas por el tiempo y el olvido.

Lugares donde no ocurre nada

© Sthepen Shore

Lugares que me transmiten la ausencia de actividad o de cosas y pienso en un paraíso perdido y allí radica, para mi,  el encanto decadente del lugar donde no ocurre nada.

Lugares donde no ocurre nada

© Navia

“Se podría hablar, por una parte,  de itinerarios, de ejes o de caminos que conducen de un lugar a otro y han sido trazados por los hombres” comenta Marc Augé en su libro Los no lugares, espacios del anonimato.

Lugares donde no ocurre nada

© Marcelo Caballero

“Por otra parte, - prosigue Augé -  de encrucijadas y de lugares donde los hombres se cruzan, se encuentran y se reúnen, que fueron diseñados a veces con enormes proporciones”.

Lugares donde no ocurre nada

© Robert Frank

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