Luna llena… de ternura

El gato, como cada noche, se subió al tejado! Como seguramente sabes le gustaba contemplar la luna llena desde él. Se estiraba y contemplaba el disco inmenso y magestuoso que iluminaba su negra noche…

Y cerró sus ojos como siempre hacía, para ver el bello rostro de su amada distante en su luna llena. Y soñaba en ese bosque encantado por el que ella transitaba con sus niñas en busca de paz, hasta llegar al plateado y escondido lago, en el que podía apreciar a su luna reflejada…

Y la veía bailar, al son de una aguas apenas mecidas por la brisa! Y, desde la orilla de ese mágico lago, ella veía también reflejado al gato mientras la miraba…

Y ella se ponía también a soñar! Y soñaba que quizás algún día la luna iluminaría su velada con él, su gato amado, y, por fin, compartirían algo más que un lejando e irreal reflejo, efímero como ese sueño que ambos compartían, con amor…

Y ambos sabían que la luna traería otra luna y que esa otra traería al fin otra más. Y así, luna a luna, iban pasando los días y las noches, aunque cada una de las lunas sería siempre algo especial y que les unía en el silencio inequívoco de la noche… cada noche!

Y entendieron que esa misma luna que había provocado el encuentro, cada vez que aparecía en su mágica noche era el mudo testigo de su amor silencioso, ahora distante pero real… aunque solo se reflejara en las apacibles aguas de ese lago plateado que tan solo conocían ellos dos… y donde se reencontraban ambos corazones bailando al son de ese sueño de amor!

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