Revista Coaching

Luna llena…de agosto

Por Mbbp

 

Luna llena...de agosto

El gato llevaba unos días reflexionando sobre su vida. En esta noche de luna llena en plena canícula subiría a su tejado favorito, como siempre hacía con o sin luna. Él sabía que la luna acudiría como cada noche a su encuentro. Ella le ayudaba a concentrarse en su emociones y le daba energía para seguir a su corazón, como ya hacía tiempo que hacía…

Se desperezó y de un salto subió a su tejado -ese que tiempo atrás había llenado de flores amarillas su princesa, ahora silenciosa-, desde el que podía ver mejor a su amada luna, esta noche esplendorosamente llena. El cielo estaba iluminado por el resplandor brillante de la luna. Esa misma luna que hacía unos años le había enseñado el valor del amor verdadero que había encontrado en ese bosque encantado en el que había un gran lago plateado, allá en el Mar del Norte donde nace el arcoiris. Donde cada mañana, sus niñas y su hada mágica se acomodaban bajo la sombra de un frondoso árbol que la brisa mecía, para pasar un rato. Mientras la madre leía estirada sobre la hierba con sus pies descalzos y actitud despreocupada, sus lindas hijas jugaban y reían sobre una manta estampada.

Y cerró sus felinos ojos, como siempre hacía, para desde su corazón contemplar la magestuosa luna que rememoraba una y otra vez esa bella escena soñada. Ese mágico momento que le gustaría hubiera sido ya realidad, pero que cada nueva luna veía más lejano en su memoria…

Pero esa noche al gato le costó volver a abrir sus ojos. Tal vez porque prefería prolongar su sueño, que despertar a esa realidad que en ese momento le hacía sentir inquieto…

Y se quedó dormido, con sus ojos cerrados y su corazón bien abierto, soñando. Y sin miedo, como tantos años antes había tenido. Y transurrieron las horas hasta que llegó el alba. Y cuando los primeros rayos de sol incidieron en sus retinas, abrió sus felinos ojos y, con curiosidad -que no mató al gato, como se dice-, miró a su alrededor y se dio cuenta de que había aprendido amar con los ojos también bien abiertos para ver que siempre existiría su bosque encantado, con una hada mágica y feliz con sus niñas y una princesa silenciosa, con las que compartir para siempre su corazón abierto y su amor verdadero en sus mejores momentos de soledad…

 


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