Revista Coaching

Luna nueva, llena de estrellas

Por Mbbp

LUNA NUEVA, LLENA DE ESTRELLAS

De nuevo había llegado la luna nueva a la noche oscura. El gato había aprendido a presentir la luna -aparentemente ausente- y disfrutar de la bóveda celeste, llena de estrellas. Los días sin luna se caracterizaban por crear la oscuridad suficiente como para dejar bien visibles las miles de estrellas de la otoñal y fría noche…

Al gato le gustaba poner nombre a cada una de las estrellas que veía! Y en cada nombre rememoraba a cada una de las personas que habían existido en su particular universo. Un universo pequeño, pero poblado por algunos seres humanos que, en algún momento de su vida, la habían iluminado o le habían enseñado alguna lección importante para vivir!

Entre las estrellas había reconocido a su madre, a su abuela materna, a su hijita, a su abuelo paterno, a sus niñas del arcoiris, a algún que otro amigo o amiga que habían participado de su vida y que ya no estaban aquí, con él. El gato cerró sus ojos y, con una cierta nostalgia, fue capaz de recordar frases, momentos, episodios de su vida, que le habían marcado. Pensó que la vida, a pesar de su edad, le había pasado velozmente y que eran pocos los momentos realmente relevantes que guardaba en su corazón…

Y es que, cuando apareció su luna y le mostró en su cara más luminosa la imagen de su amada, ese infinito cielo que permanecía oscuro en su historia, recobró una inusitada luz radiante en su vida: había por fin llegado el amor! Pero, para poderlo apreciar, antes tuvieron que pasar cientos de lunas nuevas y oscuras, cientos de estrellas fugaces ante su vista y después desaparecer de su memoria, para que, al fin, pudiera brillar y apreciar su luna ya siempre llena, en su corazón!

Cada estrella dibujaba una historia, enseñaba una lección! Para llegar al amor y poder compartirlo, antes debió aprender durante años a amarse a sí mismo, a ser libre y a tener valor… y eso había llegado -con toda seguridad- de la mano de algunas estrellas fugaces que habían visitado su noche! Gracias a ellas y a lo que le enseñaron a su paso, el día en que por primera vez apareció la luna llena, fue capaz de verla en toda su plenitud y magia! Y así, pudo ver en ella reflejado el bello rostro de su amada, que había estado esperando en silencio -y seguramente en el lado oculto de la luna- durante muchos años, hasta que él estuviera preparado para verla y admirarla, como merecía!

Pero un buen día mirando atentamente la luna descubrió que su superficie estaba repleta de estrellas: las mismas brillantes estrellas -una a una- que habían pasado por su vida, que reposaban en la superficie de la luna haciéndola más resplandeciente, más llena y luminosa, para que brillara más su amor en ella!

Ya, desde entonces, sintiendo profundamente la luna en su corazón, se dió cuenta de que era capaz de entender el propósito de cada estrella que había transitado por su vida, agradeciéndole su existencia! Y comprendió, por primera vez, que el amor llega cuando uno ha aprendido suficiente sobre la vida, con el paso antes de muchas estrellas fugaces!

El gato entonces, en esta noche de luna nueva, cerró sus felinos ojos y vio con el corazón a su amada luna llena, en cuya superficie estaban -como todas las noches- todas esas estrellas que habían iluminado sus negras noches y le habían acompañado en sus momentos de soledad! Y descubrió que, incluso en las noches más oscuras de luna nueva, nunca había estado realmente sólo, pues en la plateada superficie de la luna -como en su propio corazón- estaban todas esas estrellas fugaces que aunque no estuvieran ya en su vida, la iluminaban, cada día! Y sonrió pensando que tal vez algún día llegaría esa luna ya siempre radiante y llena -con su brillante superficie hecha de estrellas fugaces del pasado de ambos- que iluminaría su nueva vida plena, ya para siempre, junto a su bien amada!

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