Revista Literatura
Luna pensativa, deja que mi voz te cante y te toque llena en la hierba misma del crepúsculo. Y deja que mis ojos puedan ver contigo cerca del silencio, dulces madrugadas... Esclava y dueña mía, quédate conmigo, brillando entre mis horas, con la luz azul de tu poesía y sabrás que gime al alba, como una hiena hambrienta, la boca de la niebla cuando el amor estalla. Recuerdia