Revista Cultura y Ocio

Luz que agoniza (gaslight, george cukor, 1944)

Publicado el 07 febrero 2010 por Vivian
LUZ QUE AGONIZA (GASLIGHT, GEORGE CUKOR, 1944)
Cae la noche en las calles empedradas de Londres, y la niebla se adueña de la realidad dando paso al misterio de las formas que se intuyen, donde se pierde la seguridad y la confianza depositada en nuestros sentidos, indefensos ante la mente que rellena espacios vacíos de realidad creando fantasmas que nos persiguen, donde los sonidos se acompañan de figuras deformadas que nos acechan, y entonces, aparece el miedo….
Hay otra niebla más poderosa y otro miedo más aterrador.
La niebla que envuelve de irrealidad nuestra propia existencia, que convierte en duda cada una de las percepciones de nuestros sentidos, que transforma cada elemento de realidad en amenaza…
Un miedo que destruye nuestra esencia en pro de una ilusión imaginada. El miedo de comprender que traspasamos la delgada línea invisible que separa la cordura de la locura.
El miedo de sentir que dejamos de tener el control sobre nosotros mismos.
Paula tiene luz, una luz que ilumina la pantalla cada vez que Cukor nos regala un primer plano. Paula es alegría, alegría y entusiasmo, que conservó y mantuvo a pesar de un pasado de noche oscura con niebla y tragedia…
Paula tiene luz propia, y esa luz y esa alegría se fortalecen con el amor, amanecer luminoso a orillas de un lago con banda sonora de Mattinata.
Pero el amor no es rival para la codicia, juguete en manos de una mente perversa…
El no la ama, ni siquiera la quiere, no hay lugar para el amor o la compasión en su mente maquiavélica. Ella es el medio para llegar a su fin, y para él ese fin justifica destruir el medio. Y en su tortura lenta y calculada, de olvidos irreales, de sonidos que retumban en la mente convirtiendo las noches en una eterna agonía, de luz de gas que la sume en penumbra alimentando sus miedos, sumergiéndola en la confusión y en la duda, la convertirá en prisionera, encarcelándola en el terror de temerse a sí misma, convirtiendo su luz en sombra envuelta en tinieblas, en luz que agoniza…
Ingrid Bergman era una actriz con luz propia, con unos primeros planos de esos que enamoran a la cámara.
Es precisamente el magistral uso de su luz lo que consigue que la película adquiera un dramatismo mayor, a través del paralelismo que Cukor nos plantea, entre la luz que la tortura cada vez que pierde intensidad, y la de una mujer alegre y confiada que poco a poco va apagándose hasta convertirse en una sombra de ella misma.
George Cukor es calificado, entre otras cosas, como el mejor director de actrices de la historia del cine.
Supo sacar el mejor y máximo partido a cada una de las protagonistas de sus películas.
Esta película es un buen ejemplo de ello.

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