La obra de Lygia Pape (1927-2004) surge en uno de los entornos más renovadores del arte de la segunda mitad del siglo XX, como es el contexto brasileño, donde las tensiones inherentes al asentamiento de la modernidad conviven con su extremo opuesto: procesos dictatoriales, falsos milagros económicos o movimientos culturales ligados a lo local y abocados a vivir en el exilio. Vinculada al concretismo del Grupo Frente, pronto se relaciona con la deriva neoconcreta junto a otros artistas, como Lygia Clark o Hélio Oiticica, y poetas, como Ferreira Gullar. A pesar de la comparación de Pape con estos, su obra ha carecido hasta ahora de un reconocimiento crítico paralelo al de sus compañeros.
La trayectoria de Lygia Pape responde a esa necesidad de ampliación de lo sensible, dominante en el contexto brasileño de finales de los cincuenta, pero en cuyo caso experimenta una coherencia en una amplia diversidad de medios. Ya a finales de esta década, heredera del ultra-racionalismo concretista brasileño, desarrolla una serie de grabados -Tecelares-, que entendía no como prehistoria de la reproductibilidad, sino como un proceso de desbastamiento material del que surgía la luz: la copia única era reflejo de la densidad conceptual con la que se entendía el proceso. En los 70 participa en varias producciones cinematográficas del Cinema Novo, donde diseña títulos de crédito y demás representaciones visuales; trabajo que compaginó con actividades en el Museo de Arte Moderna de Sao Paulo, verdadero ejemplo de producción experimental de público activo. Ya en los ochenta desempeñó un influyente papel como docente en la Universidad de Santa Úrsula, desplegando una pedagogía del habitar con la que los alumnos aprendían a valorar las construcciones vernáculas ajenas al dogma académico. Con posterioridad supo combinar su producción visual, de impronta geométrica, con una querencia por lo tribal, rememorando las cualidades híbridas del movimiento antropofágico de la primera mitad del siglo.
Mención especial merecen sus libros, en los que imagina un mundo a partir de una práctica y experimentación material que marginan a la figura del autor en favor de un lector capaz de generar una obra ajena al lenguaje escrito. Sus películas para objetos geométricos en danza (Ballet neoconcreto, 1958) o su inclasificable performance Divisor (1968), una obra textil que debía ser portada colectivamente (reactivada en esta exposición), avanzan algunas ideas fundamentales en el planteamiento de un espacio que atrae lo público y sus afectos como un objeto imantado.
Exposición organizada por el Museo Reina Sofía en colaboración con el Projeto Lygia Pape.
Del 25 de mayo - 3 de octubre de 2011