Revista Viajes

Machu picchu

Por Orlando Tunnermann

MACHU PICCHU
WWW.EL-REINO-DE-VERBANIA.BLOGSPOT.COM
“NO ROMPAS EL SAGRADO SILENCIO SI LO QUE TIENES QUE DECIR NO ES MÁS IMPORTANTE”.
MACHU PICCHU
MACHU PICCHU
MACHU PICCHU
Este lema me parece idóneo para visitar una de las SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO, ésta en concreto muy merecedora de tal galardón. Concluye mi periplo por tierras incas en la JOYA DE LA CORONA por antonomasia: MACHU PICCHU.
Partimos del animado, pintoresco y precioso pueblo de Aguas Calientes, escindido por los ríos Aguas Calientes y Urubamba. 
MACHU PICCHU
El grueso del grupo vamos enzarzados en animadas conversaciones en un tren que se me antoja de fantasía romántica, novelesco en realidad, cómodo, muy decorado y pertrechado con mesas para tomar el té. Parecemos personajes de una novela de Agatha Christie. Nadie pierde de vista el paisaje. Tenemos hora y media de trayecto para soñar con la arcana ciudad perdida descubierta en 1911 por el explorador y profesor de historia norteamericano Hiram Birgham.
El paisaje es montañoso, circuido de naturaleza exuberante. Barrancos y verdor amazónico a través de la ventana. 
MACHU PICCHU
El tren avanza sin prisa, conchabado con mi cámara para que ésta pueda congelar en un momento instantes de mi vida en dirección a Machu Picchu o “Montaña vieja” según las transcripciones quechuas. Aún nos queda otra fase determinante para que el romance de comienzo. Debemos tomar un autobús y ascender ocho kilómetros por una carretera anfractuosa, angosta, terriblemente accidentada, en cuyo firme fangoso no me extrañaría descubrir huellas de salvajes depredadores. Esto es la jungla inexpugnable. Parece un milagro que el autobús no se rompa en mil pedazos como una mera ilusión óptica. En ocasiones, cuando un autobús sube otro baja. La carretera no está como para hacer malabares. Con tanta curva y barranco, las emociones están garantizadas. Viajamos en una batidora con ruedas pero al fin llegamos. Hay gente que ha hecho este mismo camino a pie, que a mi juicio, es bastante más parecido a una aventura en toda regla. Pero vamos en un grupo, formo en esta ocasión parte de un “rebaño”. Tampoco es plan de ir por la vida de anacoreta (ermitaño).
Ante las taquillas se arremolina un torbellino humano de dimensiones bíblicas: aquello parece el éxodo judío. La entrada, si vas por libre, te cuesta 152 soles. 
MACHU PICCHU
A juzgar por la gente que avizoro, los ingresos obtenidos gracias a los turistas aquí deben ser copiosos, pingües, una barbaridad vaya. Las vistas espectaculares comienzan enseguida con una panorámica de barrancos y terrazas incas cuya visión le hacen a uno dar gracias a la vida por haber nacido. Estamos a unos 2480 metros. Este es el hábitat del oso de anteojos o “Ukuku” en quechua. También del precioso gallito de las rocas, ave nacional de Perú, cuyo plumaje anaranjado tiene el fulgor del fuego. Se me antoja singular la confluencia simbiótica de las terrazas agrícolas incas con las ruinas de la ciudad que, como todo secreto arcano, finalmente emergen a la luz para revelar toda su belleza soterrada como pasto (nutrientes) de la madre Tierra. 
MACHU PICCHU
MACHU PICCHU
MACHU PICCHU
 No hay referencia alguna del origen de Machu Picchu. Su hallazgo fue algo fortuito, pues la selva impenetrable cobijaba a la ciudad en las simas más profundas de su corazón, como si quisiera reclamar para si todos sus misterios y con aire atrabiliario (huraño) desdeñase a quienes ahora veneramos su fisonomía verde-montañosa. 
MACHU PICCHU
MACHU PICCHU
MACHU PICCHU
MACHU PICCHU
Fue un campesino apellidado Arteaga quien a cambio de un sol, o sea, calderilla, informó a Birgham en el año 1911 de la existencia de unas construcciones prehispánicas. El humilde labrador estaba quemando sus campos con el fin de ampliar sus dominios. Bingham, que en realidad buscaba oro, logró desenterrar nada menos que 40.000 piezas arqueológicas, cuatro templos y ciento sesenta viviendas. Se estima que la población oscilaba entre 800 y 1000 almas. Dispongo de cuatro horas para embadurnarme de emociones con la mera contemplación de esta maravilla al alcance de unos pocos privilegiados. Mientras me muevo a ritmo cadencioso por este gigantesco laberinto lítico (de piedra), imagino a Birgham y a su partida arqueológica “desembalando” restos humanos que vomita la tierra: 173 en total, de los cuales 150 eran femeninos y tan solo una minúscula partícula humana formada por un reducto colectivo de 23 hombres. Unos pocos afortunados, quienes han logrado “hacerse entender” con la agencia de viajes que ha organizado este tinglado, se ve que mi castellano aún dista mucho de ser comprensible, pues bueno, esos otros afortunados que se explican de maravilla, han reservado una excursión que hay que pedir con mucha antelación para ascender a la cima del Waynapicchu o “Montaña joven”. Yo, que soy de buen conformar, como el desaguisado ya no tiene solución, me quedo tan feliz con mi Machu Picchu, recorriendo este dédalo (laberinto) de piedra con la ilusión y emoción de Birgham a principios del siglo XX. Como lo que tengo que decir no es más importante que el silencio sagrado, no voy a romperlo. Os dejo con las imágenes de Machu Picchu MACHU PICCHU
MACHU PICCHU


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista