Revista Cultura y Ocio

Maestra, de L.S. Hilton

Publicado el 25 abril 2016 por Covadonga Mendoza @Cova_Mendoza

Maestra, de L.S. Hilton

Maestra
L.S. Hilton
Traductor: Santiago del Rey
Roca Editorial
352 páginas

Judith trabaja en una casa de subastas londinense, pero descubre un fraude en un cuadro y es despedida. A partir de ahí, inicia una carrera criminal de lo más sangrienta.


Comentario (con spoilers):

Según la publicidad de esta novela se trata de: "El gran thriller de 2016 que atrapará a los lectores de La chica del tren y la serie Millenium de Stieg Larsson." Y también la comparan con las "50 sombras de Grey", cómo no. Una vez leída la obra, vemos que, tal y como sospechábamos, el único parecido de "Maestra" con estas otras novelas es que son bestsellers.

La historia, narrada en primera persona por Judith, una joven de clase baja que tiene un empleo en una casa de subastas de arte, empieza más o menos bien (si obviamos esa especie de prólogo estúpido en un club de sexo, que da a entender, engañosamente, que se trata de una novela erótica). La voz narrativa tiene su gracia. Se trata de una mujer, irónica, inteligente, fría, hija de alcohólica, que ha tenido que estudiar y luchar para hacerse un camino en un mundo descrito de forma implacable como machista y clasista a más no poder. Es despreciada por su jefe, se la envía a los peores trabajos, los clientes la intentan violar (pero ella no denuncia), la tratan de tonta, etc, etc. La disección implacable de las miserias del mercado del arte, con sus falsificaciones, sus estratosféricas cotizaciones, el lavado de dinero y la frivolidad de los millonarios, es con diferencia, lo mejor de la novela. Esta parte, que dura bastante para ser una presentación, termina bruscamente con el despido de la protagonista, que decide, sin mucho sentido ni motivo, irse con un cliente del club de sexo antes mencionado, un tipo que ni siquiera le gusta, y su "amiga", a pasar unas vacaciones a la Riviera.

A partir de ahí la novela cae de manera estrepitosa en los pozos de lo increíble (en el sentido de no creíble). Atónitos, asistimos a la transformación repentina de la protagonista en una psicópata asesina en serie, ladrona y estafadora, carente por completo de sentimientos, y cuyo único temor durante su orgía de crímenes y viajes de placer y negocios por Europa es que la detengan. El primer muerto lo puedes perdonar, ya que se trata, en cierto modo, de un accidente, pero los siguientes... Sinceramente, no puedo comprender que una persona, de repente, y sobre la marcha, sin haberse dado a entender antes que tenía esas "tendencias" o sin una reflexión previa del personaje que nos haga ver sus motivos, planifique elaboradas tramas para deshacerse de los cuerpos (algunos los descuartiza, es una experta en todo), limpiar las escenas de los crímenes, hacerse con armas de fuego y toda la panoplia de robos, engaños y fraudes.

La protagonista, además, tiene mucha suerte. A Judith no le cuesta nada en absoluto encontrar hombres ricos y tontos que solo por su belleza se la llevan a sus yates, la mantienen durante largos periodos de tiempo, le dan dinero, la ayudan con sus negocios sin saber ni quién es en realidad, a cambio de un poco de sexo, claro. Vale que sea cierto lo del refrán que dice que "tiran más dos tetas que dos carretas", pero estos tipos se fían todos de una mujer bastante sospechosa. La autora hace un retrato de los hombres muy deprimente, pero las mujeres tampoco salen nada bien paradas. Los unos son criaturas de escasas luces que por sexo hacen lo que sea, las otras, caras bonitas que se hacen pasar por tontas para cazar marido rico. A pesar de que puede sonar a crítica, a veces te asalta la duda de si la autora no estará cayendo en lo mismo que critica, ya que Judith, que al principio nos muestran como una joven desinhibida en lo sexual, que experimenta prácticamente con todo lo experimentable y que no desea ni tener novio ni marido ni nada de eso tan convencional... ¡resulta que es una loca psicópata! O sea, que ya estamos asociando "mujer liberada" con "mujer mala". En descargo de la autora, hay que decir que si Judith no fuera tan desinhibida ciertamente no habría podido llevar a cabo esas "hazañas" criminales, ya que es con el sexo con lo que engatusa a los hombres.

De igual modo, me ronda la incomodidad al pensar que la autora considere que una chica de clase baja, nacida en familia desestructurada, tenga como único camino para medrar el crimen. No parece suficiente justificación que a una la despidan para que comience una carrera de asesinatos. Creo que esta parte no está bien tratada. Deberían haberse mostrado motivaciones más fuertes para que entendamos a la prota. Al principio, empatizas con ella, hasta que se va a la Riviera, que es donde cambia la novela de tono, la protagonista de personalidad y todo se va al garete en cuando a credibilidad.

Dicho esto, hay que admitir que hay algunas partes de la novela que no están tan mal escritas, como el inicio, con la presentación del mundo cotidiano de Judith, su visión irónica de las cosas, la crítica del mundo del arte, de la sociedad británica... Si hubiera seguido por esta línea más literaria y realista, la novela habría ganado muchos enteros (pero, claro, no la podrían vender como "Thriller bestseller" citando a los bodrios mencionados al inicio de esta reseña).

Las escenas de sexo, que parecen formar parte de otro tipo de obras (redacción seca, mecánica, pornográfica), están metidas a veces como con calzador, solo por mostrar a la protagonista tirándose a diversos hombres y mujeres sin mucho sentido (narrativo). Algunas de estas escenas meten un parón en medio de la trama, que rompe el ritmo (como su lío con el noruego Jan). Relacionado con la psicopatía de la protagonista, resulta chocante que tenga ganas de sexo en situaciones en las que se ve amenazada o incluso con tipos que podrían ser sus enemigos y meterla en problemas.

La autora (y la narradora) utiliza la imagen del cuadro de Artemisia Gentileschi, "Judith y Holofernes", como una metáfora de la historia, que contiene muchas de las claves temáticas: mujer en un mundo de hombres, agredida por estos, que se toma su venganza (la Judith bíblica cortó la cabeza de Holofernes, como ella hace con otro de los personajes). Sin embargo, la autora (o la narradora) olvidan que tanto Artemisia como Judith tenían motivaciones comprensibles por el público para hacer lo que hicieron (la pintora denunció a su preceptor, que la violó en el taller de pintura, y ganó el juicio; la Judith judía luchaba por su pueblo), algo que le falta a la Judith de esta novela...

Y al final, resulta que sí, que la autora cae en lo mismo que critica, pues la protagonista termina siendo como todos los demás tiburones del mundo del arte, solo que después de haber matado a cuatro o cinco personas por el camino (y lo que le falta, ya que, ¡oh, espanto! se trata de una trilogía...)

En resumen, una novela que se lee fácil, que tiene cierta gracia al inicio con la descripción del mundillo del arte, de la alta sociedad, del clasismo y machismo, etc, pero que luego cae en picado y solo remonta en partes muy puntuales de la historia, con una trama retorcida y difícil de creer (o directamente, imposible), escenas de sexo frías y mecánicas, escenas de asesinatos y descuartizamientos frías y mecánicas, con una protagonista que hubiera podido dar más juego de haber estado mejor justificada en sus acciones de forma que pudiéramos entender por qué hace lo que hace, y aunque sea una asesina, al menos empatizar un poco con ella.


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