Revista Cultura y Ocio

Malasaña chai tea

Publicado el 10 diciembre 2013 por Bea Mendes

Malasaña chai teaCon esta peculiar sinopsis "58.000 palabras, 296 tés, un alquimista charlatán, una exnovia neurótica (¿o era bulímica?), un golfista vestido de luto, un antiguo (y estúpido) compañero del club de tenis y, por supuesto, un detective que no es detective en el barrio más singular de Madrid: Malasaña.", con la que no llegué a tener claro de que "palo" iría el libro, me encontré cuando supe del título. Tras leer el primer capítulo que se ofrece gratuitamente desde la web de la editorial, supe que tenía que leerlo. Me convenció la forma de narrar del autor.

Antes de proseguir me gustaría hacer un inciso. El poder leer el primer capítulo o las primeras páginas de un libro antes de hacerte con él es una verdadera ventaja a la hora de decidirte. Más que nada para saber si te convence la forma de narrar del autor/a en cuestión.
El caso es que me he encontrado con una historia llena de humor, investigación, cotidianidad y con un punto filosófico;  todo esto narrado en primera persona por un personaje con un sobrado humor negro. Domingo. Un aspirante a nada que trabaja en una librería y que un día decide hacerse pasar por investigador privado. ¿Por llamar la atención? ¿Por recuperar a su ex? ¿Por salir de la monotonía? El caso es que un día decide actuar como tal, y consigue algún que otro encargo. El principal es ayudar a su ex a saber si la muerte de su padre fue realmente un suicidio.
Pues bien, la trama es muy entretenida gracias a la personalidad del protagonista/narrador, que le da ese toque a la historia que se cuenta, que hace la lectura más ágil. Las páginas pasan como si nada porque te metes en la situación que se está dando. ¿Que cual es la pega? (sí, hay pega), que si no estuviera escrita como está, y si no pasaran cosas paralelas a la historia principal, esta carecería de interés para mí. En un principio, el caso del padre que a lo mejor se ha suicidado o a lo mejor no (el caso principal), es interesante, pero luego se va volviendo secundario -en cuanto a mi interés- y termina de una forma algo surrealista a la par que evidente.

Sin embargo, me ha acabado gustando porque, aunque no soy -o era- muy de libros con este tono cómico, cada vez me gustan más. Merece la pena leerlo. 

Y por cierto, esta es su segunda novela, la primera, "Qwerty vintage", no la he leído.



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