«Maldito el país que no honra a sus héroes»

Escribo esta entrada después de leer la biografía del almirante  Don Blas de Lezo, escrita por Gonzalo M. Quintero Saravia. Dicho esto, en este país, se les han negado a nuestros héroes y heroínas “un papel importante en nuestra historia”. 

Imagen: Wikipedia

Un indicador claro de lo que pasa en este país, es que homenajeamos a personajes históricos como a Simón Bolívar, un venezolano descendiente de españoles que en parte fue el culpable de la pérdida de buena parte de nuestras colonias en América. Y le rendimos honores por toda la sangre que derramó e Incluso le ponemos monumentos en su honor en Madrid, Sevilla o Valencia. Siento rabia y asco, cuando paso por la plaza de América y veo la estatua de este individuo, para mí no tiene sentido homenajear a Simón Bolíbar que renegó de su sangre y además  fue culpable  de la muerte de muchos españoles.

    Simón Bolíbar

En cambio al almirante Blas de Lezo que es el autor de la gesta militar española más importante de toda la Historia. Tristemente apenas es conocido en España y hasta hace muy poco ni tan siquiera tenía una calle, plaza o monumento en la capital del reino...Todo es a consecuencia de la ideología de los que nos gobiernan. De lo que estoy seguro dado la ferocidad con que se empleaba en la batalla de Blas de Lezo, de que nadie se atrevería hoy día a “decirle a la cara a este vasco aguerrido que no era español”. Pero es triste ver como países como los Estados Unidos y otros, rinden homenajes a héroes de guerra olvidados por los españoles, como Bernardo de Gálvez (1746 – 1786) que en el siglo XVIII arrebató Pensacola (Florida) a los ingleses. Ahora la ciudad le ha dedicado una estatua en su honor.
Pero en nuestro país los ejes están muy claros y diferenciados, son izquierda/derecha o separatismo/unionismo. De esta manera, los soldados españoles que participaron en la toma de París en la II Guerra Mundial o las gestas militares de la División Azul, si no son temas prohibidos, su consideración sí que está circunscrita al ámbito ideológico de cada bando. Por otro lado, parece ser que relegamos a un segundo plano a las mujeres, sean intelectuales, guerreras, sanadoras y otras que en un mundo de hombres encontraron su lugar y son parte mportantisima de nuestra historia.
Hubo mujeres que fueron a la conquista de América. Mujeres como Mencía de Calderón y Sanabria que sustituyó a su marido Juan de Sanabria: él debía partir hacia el Río de la Plata con pobladores españoles, pero murió durante los preparativos de su expedición. O como Inés Suárez, que tuvo un papel muy relevante en la conquista de Chile o Isabel de Casamayor, la dama que cruzó el Amazonas (y fue la única que sobrevivió de esa expedición) para reunirse con su marido, el cartógrafo francés Jean Godin de Odonais.

Imagen: biografiasyvidas.com

 Entre las guerreras y aventureras no podía faltar Catalina de Erauso, la monja alférez, que a finales del siglo XVI (vivió hasta 1650) escapó del convento donde vivía desde los cuatro años y se dedicó a conocer mundo vestida de hombre. Mundo y mundos, pues sus aventuras la llevaron hasta América. Pasó por Perú, luchó en Chile… Revelada ya su verdadera identidad, fue recibida por el rey Felipe IV y obtuvo permiso del Papa para vestir como ella deseaba. O la gallega que mató a un abanderado inglés durante el ataque inglés de 1589 a La Coruña, son muchos los casos de mujeres que destacaron en el área militar en época donde su participación estaba limitada a casos de emergencia extrema.
En nuestra historia hay personajes encomiables tanto masculinos como femeninos, en todos los ámbitos, y repartidos por todo el globo, y sin embargo parece que sólo los necesitamos para nuestras insignificantes pugnas ideológicas en lugar de servirnos para darnos una mayor amplitud de miras y unir a este país en vez de separar.