Revista Maternidad

Maldito parné

Por Lamadretigre

Maldito parnéHabrán notado ustedes que últimamente oscilo entre la crisis y la catarsis con una frecuencia alarmante. Y es que estoy muy decepcionada con la economía en general y la especulación en particular. No me hallo en este estado macroeconómico que nos envuelve. Ando a trancas y barrancas intentando dilucidar qué mensaje quiero trasladarles a mis hijas y qué educación me gustaría darles en cuanto a valores económicos y ética laboral y financiera se refiere. Puede parecer un poco prematuro pero mujer precavida vale por dos.

Ya sé que ustedes me tienen por una fregona pasada de moda y de vueltas, pero como ya le comentaba un día a Star en rojo en su preciosísimo blog, ahí donde me ven tuve un pasado glamuroso que ni Ana Patricia Botín. Como lo leen, en una vida anterior la madre tigre trabajaba en bolsa, en un bróker pijo de la muerte de París al ladito de la residencia oficial del Presidente de la República. Y no se me daba mal. Es más, lo del análisis fundamental se me daba requetebién. Por una simple razón, un gran analista no es más que una gran portera de barrio con dotes matemáticos. Y ya saben que yo el chismorreo y el Excel lo domino.

En este mundo en el que nos movemos la bolsa ha dejado de ser un vehículo para agilizar la inversión y hacerla más transparente. Hoy en día los mercados son un patio de marujas con un sofisticado sistema de apuestas. Uno observa el papel couché, llamémosle sector, y sus personajes, llamémosles empresas, anota detalladamente cada movimiento y está al pesqui de cualquier signo que pueda indicar un inminente divorcio o una relación en ciernes, llamémosles fusiones y adquisiciones, se fija además si pudiera haber algún elemento de riesgo u oportunidad en el entorno como un embarazo, llamémosle expansión de la línea de negocio, un viaje, llamémosle incursión en un mercado en desarrollo, o una caída del caché, llamémosle un EBITDA negativo, y se hacen las apuestas. Lo mismo da decir que te juegas cinco euros a que Francisco Rivera y Lourdes se separan antes del Rocío que jugarte un millón de euros a que Telefónica se la pega cuando aprueben la nueva ley del sector de las telecomunicaciones.

Tenía su gracia. Hacías tus numeritos, emitías tu veredicto y los de la mesa, esos que están siempre en tirantes con mil pantallas delante, levantaban el teléfono y empezaba el baile de ceros. Pero no dejaba de ser un se dice se comenta que aquí puede haber un chollo o que esto es una patata caliente que mejor se la endiñas a otro antes de que la cosa vaya a mayores. Se vive en un cortoplacismo llevado al paroxismo, tú me das millones hoy pero como no lo vea claro mañana te doy la patada y aquí paz y después gloria. Igual que Lydia Lozano y Kiko pueden ser íntimos en el Sálvame diario y enemigos en el Deluxe.

Pero por muy abultada que se quede tu cuenta a fin de mes te deja un sabor agridulce. No produces nada, ni participas en un proyecto a medio o largo plazo más que lucrarte tanto del éxito como del fracaso ajeno de la misma forma que Jorge Javier Vázquez hace caja según se tercie con los problemas con el fisco de la Pantoja o con el embarazo de Paquirrín.

Un inversor debería ser más que un especulador igual que un periodista debería ser algo más que un ave carroñera. El mundo no puede regirse única y exclusivamente por criterios de rentabilidad financiera. Es insostenible un sistema que se base en la generación de plusvalías imposibles en plazos inverosímiles. No cuela. Y lo estamos viviendo. En nuestras carnes.

Recuérdenme que no vuelva a comer acelgas. Hay que ver dogmática me pongo. No me lo tengan en cuenta.


Archivado en: Vida laboral y otras quimeras Tagged: Cuentas del hogar, Economía doméstica, Educación, Finanzas de andar por casa, Trabajo
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