Revista Cocina

Mamá-cereal, papá-proteína animal

Por Yoisasi

MAMÁ-CEREAL, PAPÁ-PROTEÍNA ANIMAL

27 octubre, 2013 Yo Isasi Alimentos y Emociones

‘Los hombres no piensan que conocen algo hasta que han comprendido el por qué de ello (lo cual significa comprender su causa primaria). Sin embargo para los chinos, los fenómenos ocurren con independencia de un acto de creación externo a ellos, y por lo tanto no hay mayor necesidad de buscar una causa para los mismos’. Aristóteles en su obra ‘Física’.
‘La idea lineal de causa efecto se convierte en circular en la medicina china, ya que el ‘pensamiento por patrones’ chino engloba todas las piezas del mecanismo en una totalidad de mayor nivel’. Ted J. Kaptchuk. ‘Medicina China, una trama sin tejedor’.

Voy a hablar de unas relaciones un tanto subjetivas, ‘imaginarias’ o tal vez incoherentes para nuestras cabezas pensantes.
Lo que voy a contar a continuación no ha sido científicamente probado por los ‘expertos’, así que si eres de los que necesitan pruebas, datos concluyentes, cifras exactas, estudios y experimentos de laboratorio, te recomiendo que dejes ahora mismo de leer porque va a ser para ti una total pérdida de tiempo y no estamos para perder nada excepto, algunos, unos cuantos kilos de comida industrial.
Tal vez lo que expongo no tiene ni pies ni cabeza pero a veces alejarnos de la lógica puede hacer que nuestro ‘campo de visión’ aumente y percibamos cosas que antes éramos imposibles de divisar.
Hace poco, Violant Flores (besos guapa), en su momento seguidora de la Nutrición MacrobiotiVa, me recomendó leer un libro llamado ‘Alimentos y Emociones’ de Isabel Menéndez y cuál fue mi sorpresa y alegría al comprobar que mis intuiciones nutritivas de hace años no estaban mal encaminadas:
‘Las dificultades con la comida hablan de nuestro mundo emocional. Son síntomas que nos avisan de la existencia de conflictos internos y ponen de manifiesto dificultades con la expresión de lo que sentimos.
La práctica sistemática de regímenes alimentarios puede estar al servicio de una necesidad de castigo, más que de una idea de proteger la salud. La obesidad puede representar el amor a otro y una forma de desamor hacia uno mismo: puede estar escondiendo una vinculación patológica con alguien.
Negarse a comer puede ser un intento de afirmarse internamente o una forma de expresar que la vida no tiene sentido si falta el alimento afectivo; puede esconder una tristeza o ser un modo de llamar la atención. Comer de forma compulsiva y descontrolada sirve, por lo general, para aliviar o reducir la angustia. Desamor, abandono, culpa, rabia, celos, rivalidad, angustia o tristeza son algunos de los sentimientos que pueden estar intentando expresarse a través de los conflictos con la alimentación. Cuando el espíritu se silencia, el cuerpo habla; cuando nuestra boca no pronuncia lo que sentimos, traga para aliviar la tensión emocional. Detenernos a pensar qué nos ocurre y ponerle palabras puede ayudarnos a contener el ansia de comer’. Isabel Menéndez.

Si, hablo de la relación entre nosotros, nuestras emociones y la comida. Veamos:
La comida nunca es sólo comida, es también el vehículo a través del cual, cuando éramos pequeños, recibíamos el alimento afectivo de la persona que nos cuidaba. Este alimento es fundamental para la vida, para la vida psíquica. Sobre las necesidades corporales se levanta y se construye el psiquismo humano’. Isabel Menéndez.
- La gran importancia que hay entre la relación materna/paterna con la comida y entre la relación materna y demás ‘parientas antecesoras’ femeninas con la comida:
‘La madre tiene una importancia fundamental para transmitir a su hijo una relación con la comida que no sea conflictiva’. Isabel Menéndez.
‘Influye profundamente el legado en torno a la comida que heredamos de nuestra madre, abuela materna y todas las mujeres que la precedieron.
Defino ‘legado’ como la enorme cantidad de información acerca de nuestro pasado y el pasado de nuestra familia que influye en nuestra energía, salud y posibilidad de cambio en cada generación. Esta información se transmite inconscientemente a través del comportamiento repetido y conscientemente en forma de consejos. Es el legado que hemos heredado de nuestra madre en torno a la comida y la actividad física lo que influye en nuestro peso en la actualidad’. C. Northrup.

- Cómo influye en nuestra vida actual la relación que se tuvo con la comida en la infancia:
‘Si en nuestra niñez hemos percibido una violencia excesiva, de palabra u obra, por parte de nuestro padre, puede que siendo adultos castiguemos nuestro cuerpo no cuidándolo; o nuestra mente, reprochando lo que hacemos, minusvalorándonos o echándonos la culpa de todo lo que pasa. Tampoco es raro que utilicemos la comida para aliviar el disgusto que sentimos con nosotros mismos.
Los impulsos autodestructivos tienen relación con sentimientos de culpa generados durante la primera infancia. Alguien que se autodestruye está sometido a deseos inconscientes que lo dominan.’ Isabel Menéndez.
‘Lo que ocurra en los primeros años influye muchísimo en el mecanismo estabilizador del volumen y peso corporales’. C. Northrup.

- Cómo una comida cargada de grasas saturadas o un postre lleno de azúcares y edulcorantes industriales puede afectar a nuestro comportamiento o a la inversa, es decir, cómo nuestro comportamiento alterado nos puede llevar a tragar y a engullir esta comida basura sin mesura:
‘Las dificultades con la comida hablan de nuestro mundo emocional. Son síntomas que nos avisan de la existencia de conflictos internos y ponen de manifiesto dificultades con la expresión de lo que sentimos’. Isabel Menéndez.
(…) Otra manera supuestamente de arreglar nuestros problemas, disgustos, ansiedades o estrés es comiéndonos esas preocupaciones que se convierten en comida y nos la comemos, la devoramos como si así desaparecieran nuestros estados emocionales alterados. Pero el bulímico sabe que ésto no es así ya que no consegue liberarse de su angustiosa vida y la comida es simplemente un comodín pero no la solución, es como la droga para un drogadicto’. Fragmento de mi artículo ‘Deseo Compulsivo= Bulimia Social’.

- Cómo dependiendo de la emoción que sintamos (rabia, tristeza, pena, alegría…), ansiemos un cierto alimento específico o, por el contrario, rechacemos cualquier tipo de alimento y entremos en un ayuno inconsciente y autodestructivo o tal vez liberador (estas dos opciones suelen tener la misma raíz):
‘Si la madre que imaginamos, que siempre está idealizada, se mantiene vigente en el inconsciente, puede aparecer un rechazo a la comida o un apego excesivo a ella (atracones incontrolables). El primer caso representa un intento de separarse de la madre y el segundo, una forma de incorporarla dentro de si y la vez destruirla’. Isabel Menéndez.

- La influencia que tiene la manera en que comemos y lo que comemos en nuestro estado de ánimo actual; cómo un alimento tomado regularmente en la infancia puede ser hoy sobre-venerado, adorado o hiper-odiado por nuestra madura cabecita; cómo los recuerdos de aromas y olores de la comida de nuestra infancia revividos en la actualidad pueden llevar al traste nuestra intención de perder peso sintiéndonos, al mismo tiempo, con una sensación de vacío y tristeza:
‘Es inútil perder tiempo y energías controlando obsesivamente la dieta, cuando el peso del conflicto se desarrolla en el mundo de los afectos’. Isabel Menéndez.
‘La carencia primaria incita a la compensación a través de la incorporación compulsiva de lo que sea, con tal de llenar la falta’. Laura Gutman.

- Cómo los comedores escolares pueden causar trauma y rechazo por la comida (o rechazo a ciertos alimentos concretos) a muchos niños y ya no tan niños; cómo la comida que nos hace nuestra madre puede convertirse en lo mejor del mundo mundial o en todo un calvario:
Las necesidades orales del bebé se satisfacen en parte por la calidad y la cantidad del alimento que se le da pero la forma de alimentarlo es más importante aún. La nutrición emocional y la nutrición física son una y la misma cosa a esta edad’. C. Northrup.
‘Lo que transmita la madre en el momento de alimentarlo marcará la relación del niño con la comida. Esta transmisión es inconsciente y tiene que ver con lo que la madre ha vivido’. Isabel Menéndez.

- Cómo la comida mal combinada o nutricionalmente escasa si está cocinada con mucho amor y compartida en un ambiente relajado y en paz puede nutrir mucho más que la mejor comida ecológica:
‘En la digestión del alimento también influye quién lo cocina, cómo se sirve y el tipo de creencias y emociones que lo rodean. A fin de cuentas, la dinámica emocional de la familia es mucho más importante para la salud que la calidad del alimento’. C. Northrup.
Escribiendo estas líneas caigo en la cuenta de que es increíble el poder que tenemos pero no somos conscientes de ello ya que no sabemos utilizarlo ni aprovecharlo. ‘Poder’ que podemos llamar poder energético o del alma que teniendo y conociendo el ‘manual de instrucciones’ estoy convencida de que podríamos protegernos a nivel físico y emocional (no, no es una película de superhéroes).

- Cómo el hecho de que se nos queme la comida o que se nos quede medio cruda pueda significar fuego interior, impaciencia, estrés o dejadez en ambos casos; cómo el ‘humor’ con el que cocinemos y comamos influye en nuestra digestión:
‘El rechazo a cocinar puede provenir de una asociación inconsciente entre la alimentación recibida en la infancia y un ambiente tenso o agresivo que se producía a las horas de la comida’. Isabel Menéndez.

- Cómo nuestras comidas familiares a veces pueden esconder algo más que simples celebraciones o reuniones sociales. Excusa perfecta para comer y beber más de la cuenta. Todo está permitido así que, teórica y momentáneamente, saciamos nuestras carencias emocionales en público. Aunque sólo llenamos el buche ya que nuestra alma sigue bien vacía y desamparada:
‘Las reuniones que los adultos hacemos con amigos, con familia, las comidas, las cenas, los regalos, son una forma de intentar cubrir las necesidades afectivas y calmar las carencias que sufrimos’. Isabel Menéndez.
Aquí no hace falta ser científico ni erudito para darle la razón a Freud con esta cita: ‘Las dos necesidades básicas del ser humano son el hambre y el amor’.

Bridget Jones, un claro ejemplo.

Y así con muchos más ejemplos donde el día a día me va enseñando, y yo voy aprendiendo, de ‘algo’ que no se toca, que no es palpable, comprobando y descubriendo que los alimentos, por si solos, son capaces de trasmitir armonía, sustento y vida o, todo lo contrario, caos, carencia y muerte dependiendo de cómo nos relacionemos con ellos y cómo nos sintamos emocionalmente y también dependiendo de su calidad, por supuesto. Seguramente, aunque no haya pruebas concluyentes ni base científica, muchos entendéis y os sentís identificados con lo que acabo de exponer.
Antes de continuar quiero hacer una aclaración: La gran industria alimentaria está esforzándose, día a día, para que cada vez seamos más los que tengamos nuestro sentido del gusto adulterado (en realidad le encantaría que todos nuestros sentidos estuvieran atrofiados para manipularnos mucho mejor); para que seamos unos adictivos empedernidos a sus aditivos (imaginaos señores de bata blanca en el laboratorio experimentando con saborizantes y potenciadores del sabor para encontrar el aditivo adictivo perfecto); para que estemos enganchados a ciertos productos de determinadas marcas; para que estemos atontados, dormidos o drogados y compremos por inercia sin ser conscientes de lo que influye su comida adulterada en nuestro cuerpo y en nuestra mente aunque ella, la industria alimentaria, si que es consciente de todo ello. No es ninguna imaginación mía lo de que hayan laboratorios que se dediquen a crear aditivos específicos para conseguir alimentos que enganchen, aquellos que empiezas a comer y no pararías nunca. Esto es la verdadera y pura realidad química.
Nuestros productos alimentarios se han adulterado para influir en el centro del apetito del cerebro. Aditivos como el glutamato monosódico, potenciador del sabor, engaña al centro del apetito, anulando las señales innatas de saciedad. La mayoría de los productos alimentarios actuales están fabricados de tal manera que ‘no puedas contentarte con comer uno solo’‘.C. Northrup.
El glutamato monosódico, como actualmente tiene mala fama, suele venir camuflado con otros nombres: Proteína vegetal hidrolizada, vegetales hidrolizados, extracto de levadura, aromas naturales, suavizante natural de carnes, caseína y el conocido ajinomoto. Más info en ‘El GMS y la Moda del Sabor Umami’.
Tanto poder físico y emocional tiene la comida adulterada que la industria alimentaria se aprovecha de ello poniendo principalmente el punto de mira en dos objetivos clave: Las mujeres, grandes y sensibles consumidoras de dulce, de cafeína y de chocolate (azúcar+teobromina, estimulante del sistema nervioso+tres sustancias presentes también en la marihuana+feniletilamina con efectos similares a los de la anfetamina) ya que nos desvaloramos, nos autoexigimos, nos maltratamos y nos castigamos con la comida sin ser conscientes de que hemos caído, de nuevo, en las redes de una gran potencia pero seguimos creyendo que la culpa es nuestra, que hemos vuelto a ‘pecar’, que no tenemos fuerza de voluntad…; y en los más pequeños, nuestros hijos, enganchándolos a la comida fast-food (gran parafernalia química y psicológica montada para este fin) y a la bollería industrial creyendo que está mucho más rica que la comida de mamá separando y desgarrando así el vínculo con la madre y haciendo que luego de adultos, cuando tengan problemas emocionales (físicos, por descontado) sigan acudiendo a por su ‘pócima adulterada’ en vez de tomar cartas en el asunto.
‘El vínculo entre una mujer y su comida tiene su raíz en el vínculo entre una madre sana y su hija.’
‘Muchas mujeres alternan entre la preocupación de que su hija no come lo suficiente para mantenerse viva y la preocupación de que va a engordar’. C.Northrup.

Lo más relevante para mi de todo lo anterior, es que el día a día con la comida, con las emociones y con la gente ha hecho que se fuera creando una especie de vínculo, por llamarlo de alguna manera, donde siempre encontraba relación entre la madre y el cereal y el padre con la proteína animal. Coincidencias, casualidades (no creo en ellas) que me confirmaban a diario estas dos ‘parejas’ que se iban afianzando y corroborando con el tiempo. Todo empezó como un simple juego de curiosidades y con los años ya lo tomo como algo importante de la terapia nutricional.
‘Es una lástima que una satisfacción tan primordial como la comida se haya convertido en una de nuestras ansiedades más obsesivas’. C.Northrup.

Veamos a dónde me han llevado todas estas experiencias:
- Las ganas de mami, de cariño, de amor pueden ser resueltas de buena manera, de manera sana y equilibrada con el cereal integral en grano ya que te deja saciado, tranquilo y con un nivel de glucosa equilibrado relajándote y desapareciendo la ansiedad. Ya he comentado en muchos artículos que una manera desequilibrada de saciar esa ansia maternal sería a través del azúcar blanco y sus pesudoamigos añadidos en miles de productos industriales que desbarajustan más nuestro estado emocional y, de rebote, el físico.

La madre es nuestro primer amor al que hay que renunciar para diferenciarnos de ella, pero es ella la que organiza el mundo emocional del niño y le transmite la posibilidad de que se relacione con los alimentos con mayor o menor conflicto.
Si la madre interpreta todas las demandas del niño en un registro que sólo guarda relación con la comida, utilizará ésta como si fuera el único analgésico para todas la inquietudes de la vida y provocará una dependencia excesiva de la alimentación. La comida se convertirá en un ansiolítico ante cualquier frustración. Lo que se provoca de este modo es una cierta intolerancia a la frustración y la ilusión de que algo que pertenece al plano emocional puede calmarse con alimento material’. Isabel Menéndez.
- En cambio, muchas mujeres que ansian ese azúcar rápido para saciar esa falta de amor desaparece no a través del cereal sino al añadir proteína animal ya que les aporta seguridad, confianza en si mismas y cierta independencia emocional desapareciendo las ganas de dulce extremo e industrial.
- Algunas personas que empiezan la MacrobiotiVa tienen miedo a excederse con el cereal y se ponen menos cantidad de la que suelo recomendar y esta auto-restricción suele ser por dos causas: Una, porque la industria alimentaria ha hecho un buen lavado de cerebro desinformando con que el cereal engorda (el blanco y refinado claro que si); y dos, porque la relación con la madre suele ser desavenida, alejada o estricta. Al no poner las cantidades correctas (ya sea por la razón que sea) aparecen las ganas de dulce extremo, el del chute rápido y seguro, por lo menos temporalmente hasta la próxima dosis. Una vez consigo que vuelva la confianza en las virtudes del cereal integral, éste vuelve a formar parte del plato haciendo que estos chutes químicos sean innecesarios y, lo mejor de todo, que no sean deseados.

Por tanto, el cereal sería como la parte femenina, el que nos da la energía para que nuestro cuerpo y órganos funcionen y se desarrollen, el que nos nutre, nos sustenta y nos reconforta. Para mi sería la madre, la mamma.
- La persona que no toma la cantidad suficiente de proteína o aquella que no toma absolutamente nada, no suele tener relación con su padre y si la tiene no es muy avenida. No tengo nada en contra de los vegetarianos y no es mi intención entrar en polémica, simplemente es una de mis suposiciones: Tal vez algunos vegetarianos deberían hacer las paces con su papi o con alguna autoridad o tal vez no… Sería interesante hacer un estudio al respecto.
Es curioso cómo los culturistas veneran las dietas hiperprotéicas y temen a los hidratos de carbono (cereal). En este caso está claro que son deportistas muy ‘masculinos’ al igual que las féminas culturistas de competición aunque sus efectos secundarios atrofian los órganos sexuales masculinos pero ésto ya no es cosa de las proteínas sino de las hormonas y los esteroides sintéticos.
Por tanto, relaciono la proteína animal con nuestra parte masculina, es la que ayuda a nuestra masa muscular y a que nuestra estructura se desarrolle correctamente, es la que nos posiciona, la que nos endereza y nos da fuerza y arranque. Sería como Don Corleone en el Padrino.
La gente que toma proteína en exceso suele tener mucho temperamento, gran personalidad y rigidez (mental y física) pero en el fondo lo que encontramos es miedo, un miedo a la soledad, a no ser capaz o a no estar capacitado… El padre no ha correspondido, no ha valorado al hijo así que él, a su manera, tiene que ponerse las medallas y llamar la atención para autoconfirmar su validez, su importancia en el mundo. También he tenido casos de padre autoritario y madre hiper-protectora donde el hijo, ya adulto, se atiborra a dulces después de tomar la proteína animal.

Tal vez podamos vivir sin proteína animal (padre) pero no creo que pudiéramos vivir sin cereal (madre). Espero que estéis leyendo y entendiendo desde una perspectiva alejada de la realidad teórica-lógica.
‘La influencia del padre es decisiva en nuestra historia emocional. Proporciona un alimento afectivo que asegura nuestra manera de estar en el mundo. La carencia de ese alimento provoca, por el contrario, una precariedad que marcará a los hijos.
Las palabras que el padre dirige a su hija y los comentarios respecto a su cuerpo y su aspecto físico tienen un peso importante en cómo se vea la hija’. Isabel Menéndez.

- Cuando la relación con ambos miembros de la familia es sana suelen haber buenas combinaciones de cereal y proteína; no hay ansiedad; no hay deseos de dulce extremo ni tampoco existe la inapetencia; y, además, los problemas no se ‘solucionan’ con la comida.
‘Hay que tener en cuenta que no depende sólo de la madre que sus hijos mantengan una buena relación con la comida sino que también es fruto del vínculo que tenga con el padre’. Isabel Menéndez.

- Si la relación con nuestra pareja no es buena o hemos tenido un ‘encontronazo’ nos puede desestabilizar mucho llevándonos al automaltrato ya sea comiendo en exceso como ayunando. La mujeres, en particular, vamos directamente a por el chocolate (ya conocemos su composición atómica) agrandando nuestras caderas y engordando nuestro arquetipo de víctima en un mar de lágrimas: ‘¡Ay pobrecita de mi!’

Mara Fernández, Madrid, ha dado un giro de 360º tanto en la elaboración de sus platos y combinación como en su presentación. En este sencillo plato de pasta de espelta con verduras, algas y pollo ecológico a la plancha veo un transformación a nivel emocional importantísimo. Ella si que es consciente de ello y eso es lo que importa. ¡Felicidades Mara!¡Gran trabajo!

- A muchos les encanta tomar un vaso de leche (proteína-azúcar) con galletas (azúcar) antes de dormir o un vaso de leche con cacao instantáneo y eso es falta de mamá y papá, falta de mimos, sentimiento de no ser querido.
Cuando la relación con ambos progenitores no es sana se suele caer en el caos alimentario donde predomina una alimentación rica en azúcares industriales y mucha proteína animal (incluyendo lácteos y derivados) y un desmadre total (nunca mejor dicho) de comidas.
- Personal y profesionalmente considero muy importante la presentación del plato y no me refiero a la decoración curinaria. Aunque la base de la alimentación que recomiendo suele ser similar para todos, se observan diferencias en todos y cada uno de los platos de mis clientes. Una foto de una comida me dice mucho, me habla y me comunica cómo se encuentra la persona en concreto que la ha cocinado, me desvela su personalidad y más si hacemos un seguimiento de 3 meses. Y cuando no cocina el ‘protagonista’ en cuestión lo noto enseguida. Puede parecer de locos lo que cuento pero mis clientes pueden dar fe de ello. Son muchos años viendo muchas imágenes de comidas y me imagino que ha hecho que desarrolle un poco más esa intuición nutritiva y emotiva que todos llevamos dentro.

- ¿Y con quién relacionaría la grasa saturada? Pues supongo que con ambas partes, materna y paterna, ya que nos reconforta, nos da seguridad y nos ‘protege’ (michelines) pero si continúa en el tiempo nos desconecta con el exterior, nos sentimos bichos raros, inadaptados e incapacitados. Seamos sinceros ¿a quién no le atrae el olor a fritanga, a unos huevos fritos o a unas patatas fritas?

Cuando ponemos en conexión el cuerpo con lo emocional, los conflictos con la comida desaparecen y nos podemos hacer cargo de otros aspectos de nuestra subjetividad. Podemos comenzar a dirigir nuestra vida y a disfrutar de nuestro cuerpo porque ahora su cuidado ya no es una carga’. Isabel Menéndez.
Tal vez uno de mis artículos más ‘sinsentido’ que he escrito pero quería compartir cómo relaciono algo tan esencial y vital como es la comida con algo tan nutritivo como son nuestras emociones. En realidad fue Markos Liviano (gracias Markos), seguidor de la Nutrición MacrobiotiVa, quien me animó a hablar del tema.
Salud y Buenos Alimentos.
Yo Isasi
www.nutricionencasa.com


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