Revista En Femenino

Mamá, las mejores croquetas son las del colegio

Por Tutetuan14

Siempre me esmero en dejarlas con la bechamel fina y delicada como las de mi madre. Nada de grumos ni sabor a harina cruda, como las de mi suegra, que además las hace tamaño hot dog porque se piensa que el tamaño importa por eso te puedes encontrar hasta los fideos del cocido porque siempre las hace con las sobras.

Todo lo contrario: unas buenas croquetas no deben alardear de más tropezones que los trocitos de jamón, pollo o boletus – si nos “ponemus finus”- y su tamaño debe ser del calibre de dos bocaditos.  Ñam y ñam. Sólo eso. Ni qué decir que el empanado debe estar perfecto: doraditas lo justo y sequitas de aceite. Y sí, ya sé que también se puede echar bacalao, morcilla o chorizo en las croquetas. Pero aquí vamos a lo que vamos y es que a esta de Tetuán, las croquetas le salen caseras, de maravilla en grado sumo y como a las de la mejor cocinera de Master Chef.

Pero, en el colegio, a mis hijos y a los hijos de todas las madres con las que he hablado,  les ponen unas croquetas que no sé qué llevarán que los angelitos cuando me ven llegar con la fuente llena de mis croquetas humeantes y recién hechas me dicen con cara de catador remilgado de la guía Michelín: “mamá, las mejores croquetas son las del cole”. En ese momento siento que quiero borrarles del comedor que tantos sinsabores me causa porque, encima de que no les ponen alcachofas ni espinacas ni acelgas, les sirven unas buenas croquetas y un tomate casero, con fama de exquisito, que también les gusta más que el mío y eso que mi receta tiene auténtico sabor a pueblo y lleva un par de siglos en la familia.

croquetas de jamon


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