Revista Comunicación

mañana es el fin del mundo

Publicado el 09 noviembre 2011 por Libretachatarra
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MELANCOLÍA
data: http://www.imdb.com/title/tt1527186
En el último Cannes, el danés Lars von Trier presentó “Melancolía”. Pero se recuerda su presentación por la conferencia de prensa posterior en la que el director declaró que comprendía a Hitler. Si buscó la repercusión mediática o se le empastó una neurona al presentarse frente a los periodistas, nunca lo sabremos. Posiblemente, en ese gesto, Lars von Trier tiró su carrera cinematográfica a la basura. (“Melancolía” no será vista en Argentina porque la empresa distribuidora que tiene los derechos de exhibición ha declarado que, en repudio a las declaraciones de von Trier, no estrenará el filme. Paradoja: con la censura de una obra de arte nos oponemos a una ideología racista y autoritaria).
Basta ver el primer segmento del filme para lamentar que el director que habla frente a la cámara esté varios escalones debajo del que se pone detrás de ella. Porque esas imágenes valen, por sí, una película. Oníricas, perturbadoras, con el sabor metálico que dejan las pesadillas, ese segmento tendrá un sentido posterior, al reconstruirlo en el final del filme. Ese puñado de imágenes nos habla de la particularidad de un director que tiene la rara habilidad de inaugurar nuevas imágenes. No es una propiedad común en esta etapa de una civilización visualmente saturada. Lars von Trier logra que sus imágenes parezcan nuevas, que nos sacudan como si la viéramos por primera vez, tal como si pudiéramos ver el mundo desde otra perspectiva.
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A partir de ese comienzo, von Trier cuenta dos historias con los mismos personajes centrales: dos hermanas. Podemos ver cada segmento (titulados con los nombres de las protagonistas) como dos mediometrajes distintos. Uno es dramático, conflicto puro; el otro, un Apocalipsis de ciencia ficción. Varía el género, pero también las características de los personajes. Aquel personaje suficiente de la primera mitad deriva en el temblequeante manojo de nervios del final; a la inversa, la protagonista inicial al borde del colapso, emerge con la mansa serenidad en el desenlace.
¿Qué ha cambiado? En el primer segmento, agobia el contexto normal, el mundo como todos lo conocemos, las convenciones sociales, la dinámica familiar y las luchas soterradas de los egos; en el segundo segmento, en cambio, se ha perdido el control: un planeta amenaza con estrellarse contra la Tierra. (No es un detalle menor que Melancolía se llame el cuerpo que terminará con nuestra civilización; si moriremos será de tedio y sopor, puro aburrimiento existencial del que ya da todo por perdido).
Las protagonistas femeninas acaparan la tensión del drama. Una enorme Kirsten Dunst (babita plus de la semana) y su eco, la debilidad de esta página, Charlotte Gainsbourg. El resto del elenco, es funcional a estos personajes. Los secundarios masculinos, orbitan alrededor de estos dos astros siempre amenazando estrellar. Así como muta la película, mutan los personajes. Se alternan las debilidades y fortalezas. O, tal vez, haya debilidades que son fortalezas para ciertas épocas.
Las lecturas de la Diosa mitológica que Lars von Traier trató en “Anticristo” (http://libretachatarra.blogspot.com/2010/12/pelicula-multicapas.html) flotan en suspensión en la trama de “Melancolía”. Antares en Escorpio, es la estrella más brillante del cuerpo del escorpión que da nombre a la constelación. En la mitología griega, el escorpión ayuda a Ártemis, al picar mortalmente a Orión, su violador. Ártemis es la Diosa virgen y cazadora, probablemente de un culto prehelénico. Como estrella rojiza, rivalizaba en el cielo con el fulgor del planeta Marte (Ares, para los antiguos griegos; Ant-ares = anti Ares). Para los egipcios, en cambio, era la diosa Selket. No es un dato menor que la historia sea monopolizada, prácticamente, por mujeres. Que ellas sean las últimas en sobrevivir a las horas finales, al resguardo de una “cueva mágica” con forma de pirámide.
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Hay un cruce interesante de dos personajes, que se lleva a cabo a través de un tercero. El personaje de Justine se opone a John (Kiefer Sutherland) a través de Claire. Es la oposición entre la razón científica y la sabiduría espontánea. Justine sabe por sí (“porque sé cosas”, sentencia en la segunda mitad); John, en cambio, se sustenta en la razón nacida del pensamiento, del ejercicio intelectual del científico. Ambos enfrentan el miedo del final con reacciones distintas: resignación versus negación. Hay en esa oposición, un choque de géneros: lo femenino contra lo masculino; el conocimiento intuitivo contra el racional.
Por separado, ambos segmentos son dramáticamente perfectos. La primera mitad, nos proporciona el delicioso juego chejoviano de una novia bipolar que hace un gran esfuerzo para satisfacer el deseo de su hermana de una boda “normal”. En la ceremonia quedan al descubierto, las fallas geológicas de una familia disfuncional. El factor disruptivo que desbarranca todo, es otra mujer: la madre de Justine y Claire, la excepcional Charlotte Rampling que, como el planeta errante de la segunda mitad, desbarranca la normalidad precariamente sostenida hasta este momento.
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La segunda mitad es una historia de ciencia ficción pero es la repetición de un eco básico: la aceptación de la muerte. Que se acabe el mundo o que muramos nosotros, son hechos equivalentes. La conciencia del final nos pertenece e inquieta de igual modo.
Escenas destacadas: el baño de Justine; el segmento inicial; el discurso de madre de Justine en su boda; la noche bajo el cielo dominado por Melancolía.
Mañana, las mejores frases.

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