Revista América Latina

Manchester City – Chelsea: clase de química

Publicado el 09 diciembre 2016 por Javier Montenegro Naranjo @nobodyhaveit

¿Se acuerdan del intervalo de viraje en las clases de química?  Era algo así como los valores de pH donde el indicador cambiaba de color. Tampoco importa mucho si lo recuerdan o no. Lo importante es apropiarnos de esa pareja de sustantivos unidos por una preposición. Para nosotros intervalo de viraje será esa jugada donde pasas de estar a punto de marcar un gol a encajar uno. Y por supuesto, aunque queden los minutos que queden, el partido termina.

El Manchester City sufrió uno de esos intervalos de viraje ante el Chelsea el pasado fin de semana (3/12/2016). Los de Guardiola tuvieron una y otra y otra y así hasta acumular muchas ocasiones de goles; pero contundencia cero; de hecho, el gol que anotaron fue obra de Tim Cahill en propia puerta. Y quizás, solo quizás, el momento de la derrota, el golpe que rindió al equipo en lo anímico, fue el segundo gol del Chelsea.

Gündoğan controla un balón por banda izquierda y penetra en el área del Chelsea sin la más mínima dificultad. Moses, Azpilicueta y Kanté lo miran, intentan seguirle pero sin ponerle muchas ganas. El alemán llega hasta la línea de fondo y envía un pase de la muerte al corazón del área. Por suerte, ningún delantero del City estaba donde debía estar. El esférico se pasea hasta que Marcos Alonso, en contra de todos los preceptos defensivos, despeja hacia el punto de penal, y Fábregas, que se encontraba en ese momento deambulando por el área sin marcar a nadie, envía el cuero lo más lejos de su posición. Fin del peligro para el Chelsea. Comienzo de la pesadilla para el Manchester.

Hazard caza el despeje de Fábregas y de primera, con el exterior de su pie derecho se la envía Diego Costa. La bestia la deja correr, y con su cuerpo desplaza a Nicolás Otamendi. Uno menos. Alcanza el balón y sin acomodarse, de primeras le filtra un pase a Willian entre Stones y Kolarov. El resto es un sprint espectacular del brasileño que jamás pierde el control del balón y le pega raso a treinta centímetros de Claudio Bravo, que ni si quiera saltó para la foto. A los disparos a ras de pasto no se les puede saltar para la foto, y casi siempre deja en entredicho los reflejos de los porteros, que en estos casos casi siempre giran el cuello como último recurso.

Fin del cuento. Partido terminado. Chelsea líder.


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