Revista Espiritualidad

Manda la productividad al infierno. ¡Haz menos!

Por Chocobuda

Hace años yo luchaba por mantenerme ocupado de tiempo completo. Tan pronto veía una hora disponible, veía la forma de acomodar alguna actividad más en el horario. A veces era estudio de otro idioma, otras era salir a hacer más ejercicio, a veces me buscaba llamadas telefónicas qué hacer o hacía lo posible por inventar el esquema del negocio del siglo.

Por supuesto la presión social de estar ocupado era grande, pero mi presión personal generada por el autoengaño era aun mayor. En mi imaginación la gente exitosa trabajaba 76 horas al día sin parar. ¡Yo quería ser exitoso!

Y sí, en efecto tuve éxito. Logré exitosamente ser miserable debido al estrés, la tensión y la tristeza de sentirme atrapado en una caja de Skinner eterna.

Así que busqué información para curar mis males.

Encontré que el mundo de la literatura de productividad está lleno de consejos de cómo hacer mejor las cosas, cómo sacar más jugo del tiempo, cómo ser más productivo y cómo lograr todos los objetivos puestos. Los blogueros y muchos autores nos enseñan  a mantenernos ocupados de forma óptima para liberar tiempo y poder acomodar más proyectos en un vaso que ya estaba saturado.

Yo sé que muchos sitios web que hablan del tema son brillantes y ofrecen consejos útiles, pero creo muchos olvidan que mantenerse ocupados perpetuamente no es sano para nadie. Parecería que estar ocupado es más importante que trabajar de forma inteligente.

He visto consejos de todo tipo, desde cómo levantarse más temprano a listas interminables de apps para estar ocupados aun en el WC mientras usamos el teléfono móvil. Pero ninguno le daba al clavo.

Por aquellos días mi Maestro me escuchaba con curiosidad durante una sesión de Dokusan. Yo me quejaba de las mil cosas que necesitaba hacer y de cómo las horas no me eran suficientes. Guardó silencio con toda intención y luego dijo con la rigidez japonesa que lo caracteriza:

Haz menos. 

¿Qué? ¿Hacer menos? ¡Pero si TENGO que mantenerme ocupado!, pensé. Pero luego de reflexionar y de mucho zazen, me di cuenta que esas mínimas palabras contenían más de lo que imaginaba.

La vida es muy corta para encadenarnos a las listas de pendientes. Sin duda todos tenemos lugares a los que debemos llegar, metas por cumplir y obligaciones que requieren nuestra atención. Pero en este torbellino de ocupación auto impuesta, perdemos trozos de alma. Sacrificamos tranquilidad y nuestra salud por cumplir cosas que son sólo imágenes virtuales creadas por el ego.

¿Cuántas de tus ocupaciones y compromisos no son auto impuestos? ¿Has pensado cuántas veces el ego decide por ti? ¿Haz notado que la mayoría de tus ocupaciones se derivan de tus apegos y deseos?

Esa urgencia por correr 58 carreras al año, por leer 34 libros a la semana, de lograr más metas que los demás, de bajar más kilos o de producir más de lo que sea; todo ello te lo has impuesto tú mismo y está rompiendo tu ser. Afecta tu salud en mil formas que ni siquiera imaginas y, paradójicamente, mantenernos ocupados nos vuelve harto improductivos.

Así que haz menos.

Acomodar dos o tres horas al día para no hacer nada más que descansar, es parte de una buena salud.

¿Hace cuánto no te comes un helado sentado en la banca de un parque? ¿Hace cuánto no te tomas unos minutos para ver el sol fundirse con la noche? ¿Hace cuánto no disfrutas un disco de principio a fin, sentado en un sillón mientras te pierdes en la música?

En algún punto morirás y todas estas ocupaciones no significarán nada.

Haz menos. Te conviene.

Con frecuencia, la ilusión de mantenernos ocupados de tiempo completo se origina porque tenemos emociones con las que no queremos lidiar. En Heisei aprenderemos a escuchar a nuestra mente y cuerpo para poder manejar nuestras emociones de manera inteligente, antes de que se conviertan en sufrimiento. ¡Ven al taller!


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