Revista Deportes

Mansedumbre

Por Malagatoro
Cogida Garibay
Momento de la cogida de Ignacio Garibay. Foto: Juan Pelegrín (Las Ventas.com)
Contaban los antiguos aficionados y, así lo han afirmado la mayoría de los tratadistas, que fue Guerrita el que más influyó para que los ganaderos seleccionaran sus productos para hacerlos más aptos para la lidia y facilitar con el lucimiento de los toreros la brillantez del espectáculo. Estos resultados fueron los que encontraron Gallito y Belmonte. Y la fiesta fue cambiando de aquella en que la suerte de varas era fundamental y estaba cargada de emoción , tragedia, vísceras equinas y  quites, y en el que los toreros eran lidiadores, pues su toreo se basaba en dar muletazos desligados, en línea recta,  dejando casi siempre ir suelto al toro, con la única finalidad de prepararlo para ejecutar la suerte suprema. Belmonte comienza a torear ceñido y llevando al toro embebido en el engaño que al final del pase empieza a revolverse y describe una curva. Pero es con Manuel Jiménez Chicuelo cuando entramos en el toreo moderno, el de la ligazón, enlazando naturales formando series. Este es el toreo actual, el que nos enseñaron nuestros mayores, el que nos gusta cuando se ejecuta en base a sus pilares: quietud, temple y ligazón, dando las ventajas al toro, exponiendo.
Alguien me puede decir con los toros de Partido de Resina que se han visto en Las Ventas, si se puede realizar este toreo. Imposible. Cierto es que  la fiesta ha ido degenerando quitándole bravura y codicia al toro para poder ejecutar este toreo moderno sin emoción, sin que el riesgo, aunque exista, se asiente en los tendidos. Pasó el caballo a un segundo nivel, dando más importancia en la selección a la muleta y así llegaron los toros “artistas” y tanto buey de carreta que infecta la cabaña brava. Y con ellos los “toreristas”. Resultado, se diga como se diga, mansedumbre. Pero también lo es la de muchas ganadería denominadas “toristas”, a las que no hay quien les pegue un pase, ni como hoy poder hacer ni siquiera una lidia a la antigua. Porque hoy no fue el día esperado, ni el de la verdad del toro bravo, ni el de la emoción que pone la bravura y la casta. En la arena de las Ventas no hubo ningún “Joyerito” y sí mucha bisutería barata. Pablo Romeros, descastados, mansos de libro, barbeando tablas, apretando hacia los adentros, algunos desarrollando peligro, y excepto el cuarto, de bellísima fachada pero hueco por dentro, justos de presentación. Amén de sosos y blandos, y el segundo inválido. Cuentan que, salvo el cuarto, no eran los toros que venían para Madrid, que por diferentes motivos no han podido lidiarse los que estaban reseñados para esta corrida. Pues si no eran para Madrid que no los hubieran traído, y nos habríamos evitado el disgusto y la tristeza de ver tal colección de mansedumbre de la antaño legendaria y prestigiosa ganadería. El resultado final ha sido un fiasco y una verdadera pena de ganadería a la que le está costando recuperarse sudor y lágrimas, a la que parece más que evidente que le falta sangre, fluido de bravura, porque si no se refresca recuperarla se me antoja harto difícil. 
La Fiesta no puede seguir por estos derroteros, es necesario encontrar un equilibrio entre presencia, bravura, casta y nobleza; en definitiva un toro que permita la tauromaquia moderna y que además transmita emoción. Es necesario que se implante el “toreismo” en el que se exija tanto el buen quehacer del torero, en razón a los referidos pilares básicos de la tauromaquia actual,  como el de su oponente, en base a la bravura, acometividad, movilidad y casta. 
En cuanto a los toreros poco que destacar. Porque además, estas corridas, que las figuras no quieren ni ver en pintura, las torean toreros que difícilmente pueden sacar partido a estos toros. El mejicano Ignacio Garibay anduvo perdido en su primero, un remiendo de Nazario Ibáñez bien presentado que a la postre fue el mejor del encierro. Con el cuarto, un galán lleno de mansedumbre y con peligro,  anduvo valiente, pero falto de oficio. Al dar un pase de pecho le propinó una tremenda voltereta y una cornada en el muslo con orificios de entrada y salida. Ya en el suelo, apunto estuvo de empitonarle en la cara. 
Serafín Marín, al que tengo mucha simpatía por su decidida y valiente defensa por la Fiesta en Cataluña, está donde está por méritos propios. Tan solo algunos detalles con el capote. Con el sobrero de Los Chopes, otro tío que se corrió en segundo lugar, noble, aunque soso, y con calidad en la embestida, estuvo si terminar de acoplarse, aliviándose al final de las series, toreando a media altura, sin las ideas claras. Se puso pesado alargando la faena. Entró decidido a matar, pero no se cruzó y el burel le echó la cara arriba enganchándole por el pecho. De nuevo, San Isidro hizo el milagro y salió ileso. Hubo petición y dio una excesiva vuelta al ruedo con protestas. A su segundo otro manso, descastado, soso y sin transmisión le dieron fuerte en varas con la anuencia de su matador. De esta guisa el toro llegó muy parado a la muleta y cabeceando, y el diestro catalán anduvo con valor pero sin fundamento, con más pena que gloria.
A Sergio Aguilar le cupo el peor lote. Anduvo decidido y lo intentó pero sus bureles apenas tenían un pase. Este torero, al que no le acompaña la suerte, tiene un concepto clásico del toreo y nos gustaría verle con un toro que le embista.
Paz y salud
Parte médico de la cogida de Ignacio Garibay:“Durante la lidia del 4º toro ha ingresado en la enfermería el matador de toros mexicano Ignacio Garibay con: herida por asta de toro con orificio de entrada en tercio medio cara externa de muslo derecho con una trayectoria hacia adentro y arriba de 25 cms que produce destrozos en los músculos tensor de la fascia lata, vasto externo y recto anterior, con orificio de salida en tercio superior cara anterior. Pronostico grave que le impide continuar la lidia. Intervenido en la Enfermería de la Plaza y se traslada a la clínica La Fraternidad. Fdo: Dr. García Padros. “
Vídeo resumen del festejo

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