Revista Opinión

Manuela Carmena, llega el cambio a Madrid

Publicado el 15 junio 2015 por Polikracia @polikracia

El pasado domingo se celebraron las esperadas designaciones de alcaldes a lo largo y ancho de España tras unas elecciones municipales marcadas por la ascensión de las nuevas formaciones políticas y el descenso, más moderado de lo esperado, de los partidos tradicionales. Podemos, la nueva sensación de la izquierda, cosechó un resultado considerable, que fue clave para arrebatar el poder al Partido Popular, con ayuda del PSOE y otras formaciones progresistas, en numerosos ayuntamientos, en especial en grandes ciudades, como Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza.

En el caso de Madrid, la formación Ahora Madrid, una confluencia de partidos que incluye a Podemos, Ganemos, Equo y Por un mundo más justo, ganó la alcaldía con el apoyo del PSOE, liderado por el fallido Antonio Miguel Carmona, que quedo como tercera fuerza tras el citado partido y el PP de Esperanza Aguirre que, pese a ser primero sin mayoría, no llegó a acuerdos. Pero si algo tiene de diferente esta candidatura con respecto a otras como la de la ciudad condal o la capital aragonesa es su cabeza visible, Manuela Carmena. La jueza, de 71 años, accedió, tras negarse repetidas veces a los llamamientos del propio Pablo Iglesias, a encabezar el nuevo partido, no sin dejar clara su independencia de Podemos. Una clara distancia por tanto respecto a sus compañeros de confluencias.

Carmena fue fundadora del despacho laborista de Atocha, que sufrió un gran atentado ultraderechista en 1977 que mató a cinco personas, fue vocal del Consejo General del Poder Judicial e iniciadora de la fundación Jueces para la Democracia. Una mujer muy concienciada con la defensa de los derechos humanos, actividad que realizó desde la ONU en procesos relacionados con la persecución de la detención arbitraria de personas en lugares como la Venezuela de Hugo Chavez, y también reflejada en la tienda de ropa, elaborada por presas, que regenta en Madrid. El perfil es, a simple vista impecable, pero la política es responsabilidad y riesgo, y tomar las riendas de una nueva formación plagada de sensibilidades, entre las que se encuentran algunas de corte radical, implica algo más que un buen curriculum judicial.

La carrera por la alcaldía de Carmena no fue fácil. A su favor, ser una personalidad carismática apreciada por su trabajo, la desafección creada en Madrid y el conjunto de España por las políticas de recortes del PP y la falta de un liderazgo fuerte en el PSOE madrileño. En contra, un desconocimiento amplio de su persona en la capital, una campaña a años luz en presupuesto de la de los socialistas y, en especial, de los populares, y quizá ciertas dudas en cuanto al partido que representa, al estar influida, pese a intentar evitarlo, por la sombra de Errejón, Monedero e Iglesias, asistentes en primera fila a su proclamación. Con el transcurso de la campaña, Carmena se encontró además con otro punto a su favor, las reiteradas dedicatorias de su principal contrincante, Esperanza Aguirre. La lideresa madrileña, implacable, superviviente a la corrupción y conocida por ser un verso suelto del PP, cuestionó la labor judicial de Carmena, disculpándose después, la consideró permisiva con ETA, pese a ser una amenazada de dicha organización, e incluso lanzó dudas sobre la gestión de la empresa del marido de ésta, enfangando el discurso y, según las encuestas, allanando el camino a la alcaldía a Manuela, lo que terminaría por confirmarse el 24-M.

Con el miedo a un nuevo tamayazo, esta vez a nivel municipal, en el horizonte, Carmena fue nombrada el sábado con los votos de los socialistas liderados por un sonriente Carmona, que parecía olvidar por un momento la catástrofe cosechada por su partido en Madrid. En su discurso, Manuela hizo referencia a la pluralidad de opiniones, a la necesidad de dialogar entre distintas sensibilidades y a la importancia de que la política se abra al ciudadano. Además, prometió centrarse en intentar convencer a quienes no le votaron de que su programa, basado en la “equidad e igualdad”,  merece la pena.

Coronada Carmena como alcaldesa de Madrid, la segunda mujer tras Ana Botella en ostentar dicho cargo, ahora le toca introducirse en el complejo mundo de la gobernanza, y con unos niveles tan altos de expectativas, las posibilidades de decepcionar van in crescendo. El programa propuesto por la nueva regidora parece, al menos a simple vista, mucho más centrado que el de otras integrantes de formaciones confluencia como Ada Colau, que afirmó hace apenas unos días que la desobediencia civil era una alternativa ante las leyes injustas. Hasta ahora, Carmena ha mantenido siempre un tono conciliador, siguiendo la misma línea que cuando ejercía de jueza, e intentando no caer en las descalificaciones, alimentadas por personalidades como Aguirre. En su marco ideológico caben desde el federalismo hasta las políticas de igualdad, pasando por la transparencia de las instituciones. Ella misma reconoció que fue tentada por Felipe González para entrar al PSOE, partido con el que dice coincidir, pero declinó el ofrecimiento, y que Podemos no tiene demasiado que ver con ella

Pero gobernar implica mucho más que ser una buena líder, o tener buenas propuestas e iniciativa, incluye además contar con capacidad de gestión, tarea arduo difícil ante el ayuntamiento más endeudado de España, y de organización, también complicada vista  la inexperiencia política de algunos integrantes de la novedosa Ahora Madrid. De hecho, las primeras horas de mandato no estuvieron exentas de polémica. En apenas unos minutos, varios tweets antiguos subidos de tono de dos concejales del partido, Pablo Soto y Guillermo Zapata, fueron difundidos, encendiendo la red. En ellos se podían leer supuestas bromas, algunas racistas y otras llamando a la violencia contra los políticos, poco esperables de quienes van a tener que representar a todos los ciudadanos de Madrid, más si cabe cuando han incidido hasta la extenuación en que todos cabemos en su programa.

Dicho lo cual, pese a que la imagen que transmite Carmena es fresca, de corte renovador y rezuma pragmatismo, el ambiente que le rodea puede convertirse en su peor enemigo si no lo controla a tiempo. Las ideas pueden ser buenas, pero el halo de populismo que se cierne sobre su candidatura es su verdadero talón de Aquiles. Medidas como la política antidesahucios, la financiación de la luz y el agua a ciudadanos pobres, la escolarización de 0 a 3 años gratuita u otras iniciativas de tipo social similares parecen interesantes, pero deberán ser emprendidas con tranquilidad y debate, no desde la visceralidad. No existen enemigos, existen problemas que subsanar. El tiempo dirá si la nueva alcaldesa consigue su propósito, hacer de Madrid un lugar mejor, pero al menos por el momento se ha roto con unas políticas plagadas de corrupción e impunidad y eso sin duda ya merece la pena.


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