La pedida de mano, elegir la fecha del evento, buscar donde realizar la ceremonia, la elección del banquete, los detalles para los invitados, elaborar la distribución de las mesas, la elección del vestuario…. Si te suena todo esto probablemente te hayas casado o estés preparando tu boda.
Uno de los secretos mejor guardados en este tipo de celebraciones es el look que lucirá la novia, compuesto de vestido, peinado y maquillaje.
Los vestidos de novia en la antigüedad no se parecían mucho a los que estamos acostumbrados a ver hoy en día, ha ido evolucionando bastante con el paso del tiempo. En la época romana se casaban con su túnica blanca, que era su vestimenta habitual y le añadían un velo de color púrpura. En la Edad Media las novias utilizaban vestidos de color rojo decorados con motivos dorados. En el Renacimiento no importaba el color del vestido, pero si cuidaban que estuviese bordado con piedras preciosas, perlas y diamantes. Alrededor de 1700 se utilizaban colores pastel. Fue a partir de 1840, año en el que se casó la Reina Victoria de Inglaterra, quien luciendo un impactante vestido blanco, inspiró una nueva tendencia que ha llegado hasta el día de hoy. Pero que a veces, en la actualidad, los vemos adornados con toques de color e incluso vestidos rojos, negros……
Os preguntareis a que viene esta reflexión sobre los vestidos de novia. Simplemente quiero que veáis que no siempre han sido blancos o color champagne, eligiendo este color porque expresa paz, felicidad, pureza e inocencia; la gloria y la inmortalidad.
Pues algo similar ha ocurrido también con el maquillaje de novia. Tenemos la sensación de que tras un trabajo de casi dos horas de reconstrucción del rostro, buscamos la completa y absoluta naturalidad, realzando la belleza de la persona de manera muy suave. O como en los años ochenta, creando una piel completamente cubierta, de acabado mate, siguiendo por unos ojos maquillados con sombras extremadamente marcadas, acompañadas de un delineado de ojos que llegaba casi hasta la sien. Seguido de unos labios perfilados en marrón chocolate y una barra de labios rosa claro.
Entonces, si todo evoluciona, cambia y se adapta a los nuevos tiempos. ¿Por qué no hacer lo mismo con el maquillaje el día de tu boda?
Probablemente sea uno de los días más importantes, de los vividos hasta entonces, por lo tanto vamos a dedicarle la importancia que se merece. Guardaremos muchos y grandes recuerdos de este día, ya que en todos ellos va a aparecer tu cara, que como sabes, es el espejo del alma. Para ello te recomiendo escoger a un buen profesional que te entienda y sepa buscar tu personalidad, un factor a potenciar, dándote seguridad, confianza, haciendo que seas tú misma, el ser único que eres.
Este factor clave, la personalidad, junto a tus gustos y tus costumbres habituales, es lo que debe reflejar tu rostro, tu maquillaje. Por eso es muy importante trabajar todos estos factores con el maquillador, llegando a un entendimiento, que junto a una buena técnica, un buen asesoramiento y dominio de los materiales, crearán el maquillaje personalizado que lucirás el día de tu boda.
Puedes ir sencillamente natural, con un buen trabajo de la piel y de los volúmenes de tu rostro, aportando toques de color en ojos o en los labios o incluso colocarte unas pestañas postizas. De esta manera conseguirás lucir radiante y hermosa ese día tan especial para ti, novia. Y lo que es más importante para mí, como profesional, que luzcas tú misma, con la confianza de llevar un maquillaje con el que te mostraras espléndida todo el día, que te aportará seguridad para tomar una decisión que cambiará el resto de tu vida y que el recuerdo que quede plasmado refleje la alegría del momento vivido.
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