Revista Cine

Mar de agosto - cap. 13

Por Teresac

(Marta regresa a Castromar, su pueblo natal, para pasar sus vacaciones de verano. Allí se reencuentra con sus amigos de la infancia, Ana y Tomás, y su primer amor, Antón. La estancia que esperaba tranquila e idílica se ve trastornada por un loco que rapta niñas para luego abandonarlas en la playa del pueblo, esperando que se ahoguen. Marta y Ana guardan un terrible secreto de su infancia, relacionado con la muerte del padre de Andrés el Canicas, un compañero de colegio, que se temen pueda estar detrás de esos secuestros.)MAR DE AGOSTO - CAP. 13

– XIII –   

El bar fue llenándose poco a poco de gente, la conversación generalizada era sobre los periodistas que habían invadido el pueblo, alguien se quejó solicitando más policía y menos buscadores de noticias morbosas, pero cambiaron de tema en el momento en que entró Tomás, sin uniforme, pero con las ojeras marcadas en su rostro fatigado.–¿No está Ana contigo? –me preguntó, acercándose a la mesa en la que estaba sentada con Antón.–Se fue hace un rato, tenía que recoger a Sarai.–¿Y a ti qué te importa dónde está mi mujer? –Xan habló desde la barra, arrastrando ligeramente las eses, con un gesto despectivo en su boca.–Solo preguntaba –murmuró Tomás, consciente de que el marido de mi amiga solo buscaba bronca–. Siempre vienen juntas a estas horas.–Pero no son siamesas, joder. La señorita de la ciudad vuelve al pueblo para presumir de su ropa y sus modales finos ante sus viejas amigas, y mi mujer es tan imbécil que cree que puede ponerse a su altura.–Xan, déjalo ya –Antón se puso en pie y se acercó a la barra, bajando el tono–. Me parece que estás tomando demasiada cerveza hoy.–¿Eres el defensor de Marta? ¿Su caballero? Sí, recuerdo bien lo mucho que te gustaba cuando íbamos juntos al colegio –Xan dio un trago a su cerveza y la espuma le corrió por la barbilla, sin que hiciera nada para secársela–. Pero olvídala, tío, ahora está por encima de nosotros, somos solo unos pobres pueblerinos, ¿Crees que le iba a interesar un pintor de brocha gorda como tú? Ja, menudo pringao.Tomás agarró a Antón por el brazo y lo separó de Xan, haciéndole gestos para que lo ignorara. Yo me puse en pie dispuesta a irme, pero el aún marido de mi amiga se me acercó, arrojándome a la cara su aliento de borracho.–Ana volverá conmigo. ¿Qué otra cosa va a hacer sino? Es mi mujer, nunca ha habido otro para ella. Solo está esperando que yo llame a su puerta.–Pues si lo haces –dije en voz muy baja, no quería humillarlo delante de sus vecinos–, espero que al menos te dignes a presentarte sobrio.Salí del bar con paso firme, aunque alterada. Antón caminaba a mi lado, pero durante un buen rato no le hablé, necesitaba respirar hondo para calmar mi indignación.–¿Entonces vas a acompañarme hasta mi casa? –le pregunté, fingiendo un tono ligero.–Pues claro, no querrás que Ana se cabree conmigo si se entera de que no lo hice –Antón sonrió y consiguió que yo también lo hiciera, me detuve un momento y le miré a los ojos, a la luz de la luna parecían oscuros pozos esmeralda–. Además, aún me debes un café.–Es cierto, pero esta vez apagaré el móvil –una sombra cruzó el rostro de Antón, y comprendí que estaba recordando la llamada que había recibido la otra noche–. Roberto es solo un exnovio que no quiere enterarse de que le he puesto el prefijo ex delante. De verdad, no es nadie, solo un error del pasado.–No te estoy pidiendo explicaciones.–Pero yo quiero dártelas, ahora ¿me aceptas ese café?Sí, Antón y yo por fin tomamos café en la casa de mi tía, pero fue para desayunar.

Volver a la Portada de Logo Paperblog