Revista Cultura y Ocio

Marcelo : un mundo sin máquinas

Publicado el 12 febrero 2010 por Anabel
MARCELO : UN MUNDO SIN MÁQUINAS

Recuerde a Gulliver en Liliput o Laputa (con perdón de la palabra) contándonos las extrañas costumbres de esos países lejanos. ¿Le gustó?

Entonces no puede perderse este otro país, que el narrador no quiere decirnos donde queda porque espera hacer negocios fabulosos cuando vuelva sin que nadie se le adelante. Eso sí, nos cuenta que queda del otro lado de unas escarpadas montañas que los naturales del lugar no quieren cruzar porque tienen temor.

El país se llama Erewhon (anagrama del inglés nowhere= ninguna parte) y viven personas como nosotros, con algunas pequeñas diferencias: por empezar todos son hermosos, sanos y fuertes…¿por qué? ¡Porque la enfermedad es un delito que se paga con la cárcel! Y así es como los enfermos disimulan, se esconden porque temen ser aprehendidos por el duro brazo de la ley que puede matarlos luego de un juicio ignominioso por ser declarados…¡culpables de tuberculosis!

Pero bueno, no es la única diferencia con nosotros. A los delincuentes, los tratan como enfermos. Un estafador, por ejemplo, luego de cometida la fechoría, será asistido por un Enderezador, un tipo que se meterá en su casa y analizará y opinará hasta de los detalles más pequeños de la familia. Se le teme porque tiene la cura del enfermo en sus manos…

Además tienen un sistema bancario paralelo al oficial con entidades que se llaman “Bancos Musicales”: comercian con billetes de valor comercial nulo, pero como los edificios son muy señoriales y da prestigio encontrarse allí, todos los respetan como si fuera real…

¿Les parece un disparate? Posiblemente, excepto que nosotros, los que vivimos de este lado de la montaña, muchas veces tratamos a los delincuentes como enfermos (no puedo olvidarme del “Diccionario del Diablo” de Ambroce Bierce, donde se define al cleptómano como “ladrón rico”)

A los enfermos los tratamos como delincuentes que internamos en lugares donde no nos molesten, los dejamos morir o directamente los matamos. En Erewhon son frontales: prefieren que los enfermos se mueran, sin hipocresías.

Por otra parte, nosotros también le dejamos nuestro dinero a señores que nos reciben en edificios señoriales, a cambio de un papelito con una fecha de vencimiento…

Eso sí querido lector: si Ud. se decide a conocer este extraño país, no haga como el narrador, que por culpa de su reloj casi pierde la vida…¡es que en Erewhon odian las máquinas!

Tampoco está bien vista la originalidad. Haga lo que hacen todos y le irá muy bien…

El libro es del año 1.872 y Samuel Butler, su autor, se aprovechó de los disparates que inventó para criticar despiadadamente a su sociedad, no muy diferente de la nuestra. El asunto de las máquinas no es central en el libro pese a titularlo, y es una crítica a la Revolución industrial que se vivía en Inglaterra y los temores que despertaba su hiperdesarrollo. Esto pensaba Butler:

“Las máquinas evolucionan y se reproducen a velocidad prodigiosa. Si no les declaramos la guerra muerte será demasiado tarde para resistirse a su dominio

Estimado lector ¡Ud. vive en Erewhon y no lo sabe!

El libro lo conseguí usado por lo que valen dos cafés, y no pude parar de leerlo. La Editorial es la catalana Abraxas y fue impreso en el año 1.999

Marcelo

http://www.marcelo-lamenoridea.blogspot.com/


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