Marco Polo Rodríguez Zapatero

¿El día de la marmota? No, Zapatero y Jibao, en agosto de 2010 y ayer, en Pekín. Detalle del florero

Zapatero culmina su cuarto viaje a China en busca de esa inversión que se resiste en el desacreditado mercado doméstico. Marco Polo Rodríguez Zapatero también ha ido en busca de riquezas a Oriente y volverá con un pellizco tras el mercadeo porque, al fin y al cabo, ambos países tienen algo que el otro anhela: España como miembro de la UE, con todo lo que eso representa, y China como potencia económica mundial, con mucho dinero a la búsqueda de oportunidades. Y ahora España está a precio de saldo.

Se agradece que, en este periplo viajero, no haya habido ninguna alusión a las carencias en derechos humanos y libertades en el país asiático. Dejémonos de hipocresías que no engañan a nadie y vamos a lo que vamos, que es a ser prudentes y no contrariar a los que nos multiplican en tamaño. Tras este viaje, China da un nuevo respiro a la economía española, la alta economía se entiende (bancos, cajas y grandes empresas solamente) y, a cambio, España apoyará a China en su lucha con la Unión Europea para no aumentar los aranceles a la importación de sus productos.

China no es el primero ni será el único país que busca ser aceptado como uno más por la élite social de la vetusta Europa, porque el dinero de nuevo rico por sí solo no basta y lleva implícito algo como sucio, ganado con el sudor  y eso huele mal y no está bien visto. Hay que ganarse ese prestigio, negado en primera instancia, cueste lo que cueste, y 1.500 millones de euros tampoco es un gran desembolso para quien desbancó a Japón como segunda economía mundial incluso antes del tsunami.