Instantes antes de que un policía matara a Carlo Giuliani, el 19 de julio de 2001 en Génova, nadie podía imaginarse que este hooligan de la Roma Club de Fútbol, de 23 años, iba a ser el primer mártir de los movimientos antiglobalización.
También se desconoce aún quién podrá ser el mártir que algunas organizaciones quieren lanzar al sacrificio en Barcelona durante la Cumbre Europea de los próximos días 15 y 16, que viene precedida de las alarmas ya vividas en las cumbres del G-9, FMI y del Banco Mundial en Seattle y Génova.
Decenas de grupos radicales llaman a los motines desde webs batasunas, de cabezas rapadas y de neoanarquistas sin doctrina.
Algunos partidos tratan de atraérselos para afiliarlos, hasta ahora con nulo éxito. El que más, Izquierda Unida, cuyo líder, Gaspar Llamazares, exigió que los ayuntamientos españoles den el nombre de Carlo Giuliani a plazas y calles, y acusó a la policía de escrutar las webs donde los radicales dan consignas de guerra.
Difícil misión, porque son casi incontables. Todas cantan al mártir y ocultan que Giuliani murió del disparo de un aterrorizado policía de 20 años, acorralado con otros dos agentes a los que iban a linchar encerrados en un vehículo inmovilizado. Giuliani le lanzaba con violencia un extintor de incendios
Descansa envuelto en una bandera de su gran amor revolucionario, la Roma, cuyos hooligans son temidos por su fanatismo racista y cuyo principal seguidor fue Mussolini.
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