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Mas Allá Del Color - (Cuarto capítulo - Primera parte)

Por Amaya27
Mas Allá Del Color - (Cuarto capítulo - Primera parte)—Niña Beth, sus guantes. —le dijo la esclava devolviéndose, para dárselos.—Oh, sí. ¿Dónde tengo la cabeza? —los tomó y comenzó a ponérselos, mientras le hacía frente a Jeremiah.Beth sabía que lo que hacía no era correcto, pero no podía evitar querer estar con ese esclavo, tenía algo que la intrigaba. Además cada vez que lo veía sentía como mariposas en el estómago y se agitaba su respiración. No sabía bien porque, pero lo averiguaría. Se lo quedó mirando un momento. Tenía un cuerpo musculoso, era alto y grandes brazos, sus ojos eran de color miel, no cómo el resto de los de su raza, incluso su piel era un poco más clara que la de los demás por lo que ella supuso que debía tener algún antepasado blanco, sus labios eran gruesos y sus dientes perfectos, todo en él, en conjunto era muy agradable, era un hombre apuesto y no tenia marcas en su piel.—Ama Beth. ¿Puedo hablar con usted?—Por supuesto. — ¿Usted siempre viene los Domingos?—Sí, estoy todos los Domingos, aunque también vengo en días de semana, depende lo que se ofrezca.—Es que usted perdonará, pero he visto muchas cosas buenas para los esclavos en esta hacienda, pero hay otras que se podrían cambiar, Isaías me ha dicho que usted es la persona con la que tenía que hablar sobre esto.— ¿Qué piensas que se puede cambiar?—Bueno, se podría empezar por hacer mas chozas, he notado que algunos esclavos duermen en barracas pero hay otros que tienen chozas, pero como hay muy pocas, tienen que dormir de a 10 personas por choza y lo que sucede es que si uno se enferma, se enferman todos, sería más organizado y mas aseado si se hiciera de esa forma. También si usted pudiera hablar con el amo y pedirle paja para el techo, ya que algunas de las chozas tienen muchos huecos y el agua se mete por allí cuando llueve, eso hace un ambiente húmedo adentro, y la humedad también trae enfermedad.Beth lo miró un rato. Este hombre parecía culto y estudiado, pero ¿Cómo era posible eso en un esclavo?— ¿Y todo eso has visto en tan poco tiempo de estar aquí?—Sí, señorita. —le respondió si alzar la cabeza. El sabía que no se debía mirar a un blanco a los ojos, su madre lo había atiborrado de historias de la época de la esclavitud, cuando era un muchachito, en esas historias hablaban de cómo mataban o castigaban a los esclavos por cosas tan estúpidas como mirarlos a los ojos. Su madre, siempre le decía que debía recordar de donde venía y no dejar perder su herencia. Esas historias habían pasado de generación en generación en su familia y por supuesto él las había atesorado y guardado muy bien en su mente.Bueno, tal vez pueda hablar con mi padre, pero no prometo nada. A veces cuando está de buen humor me escucha.— ¿Usted ha estudiado en alguna parte? —le pregunto a sabiendas de que era una tontería hacerlo. Ningún esclavo podía leer ni escribir y si lo encontraban haciéndolo lo azotarían o matarían.El se sorprendió con la pregunta, pero luego pensó en que era mejor que ella no supiera, pues nadie en esa plantación era de fiar.—Ama, ¿Cómo podría un pobre esclavo tener educación?Ella lo estudió, mirándolo hasta hacer que sintiera incómodo.—Bien. —suspiró. —Pensaré en algo para convencer a papá. — Buenas tardes Jeremiah. —se dio la vuelta para irse, pero él no pudo resistir la tentación de tocarla y entonces, tomó su mano.Beth jadeó con sorpresa.—Gracias por ser tan buena con todos nosotros. —no se le ocurrió que otra cosa decirle porque sabía que lo que estaba haciendo era prohibido. Sus manos eran delicadas, su piel era muy suave. No tenía esmalte de uñas, ni nada de las cosas artificiales que las mujeres de su época usaban para embellecer sus manos, las de ella eran naturales y perfectas. Dio las gracias mentalmente por el hecho de que no se hubiera puesto los guantes cuando lo íba a hacer.—Es…está bien. Es mi deber como buena cristiana. —le respondió, sintiendo todavía el corrientazo que pasó a través de ella con su toque. —Pero por favor, no vuelvas a hacer eso, si no quieres que te castiguen.—Está bien, ama.Cuando ella se fue, Jeremiah se quedó solo un rato, esperando a que fuera más tarde para poderse escapar. Cuando el momento llegó, se aseguró de que nadie lo viera y salió corriendo hacia el bosque que veía cerca. Cuando estaba llegando allí, sintió un golpe en su espalda, que lo dejó en el piso y mareado.— ¿A dónde te pensabas ir? — le dijo una voz que conocía muy bien, era Ezequiel. —Ya sabía yo, que algo ocultabas, te vi actuando muy raro este día. ¿Cuánto tiempo crees que podías estar en las carreteras y en el pueblo sin un permiso? Todos te estarían buscando y en cuestión de horas ya te hubieran encontrado y seguramente tú castigo sería ejemplar. — le gritó. —Debí dejar que lo hicieras solo para ver tu cara de niño bonito irse al diablo, Solo te advierto que si lo vuelves a hacer, mientras soy yo el que vigila, te mato y le digo al amo que tú me atacaste primero. A mí no me harán nada y tú en cambio habrás perdido tu asquerosa vida. —lo haló para levantarlo. La cabeza le daba vueltas, trató de levantarse, por sí solo, pero no pudo y cuando se pasó la mano por la cabeza vio sangre. No podía pensar bien y escuchaba lo que Ezequiel le decía, muy lejos.—Vamos.Jeremiah caminó, pero al tiempo miraba hacia el bosque. No sabía si tendría otra oportunidad como esa en su vida y lo había echado a perder por no ser más cuidadoso.Llegaron a la barraca donde dormía él y lo empujó delante de todos los que allí estaban. May se acercó y le dijo que se recostara, para mirarle bien la herida.— ¡Esto va para todos! Si tratan de escapar,  asegúrense de que yo no los vuelva a ver, porque me encargaré de que cuando los encuentren les corten un pié o los maten. A su amigo Jeremiah le fue bien este día pero no siempre será así. Le lanzó una última mirada de odio y salió de la barraca.—Muchacho, pero ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿No sabes lo peligroso que es? —le decía tomando un paño de agua tibia y poniéndolo e su cabeza. Luego le colocó un emplasto de hierbas que le ardió como si le quemaran la herida.—Solo quería largarme de aquí.—Como todos. No eres el primero que quiere su libertad, pero a veces el costo, es la vida misma.—No me importa, solo quiero irme de aquí.Notó como Tilly miraba a otro hombre que estaba allí con ellos. Y también vio como Isaías la miraba, como con cierto anhelo, pero desapareció enseguida. —Con esto, te mejorarás, pero no puedes mover mucho la cabeza.—Gracias Tilly.Ella solo asintió y salió de la barraca.—No puedes volver  a hacer eso, si quieres vivir.— ¿Es que a nadie aquí le interesa su libertad?—Shhh, cállate. Si te oyen, nos castigaran a todos. Aquí no puedes ir por ahí hablando de eso.—Y entonces donde se puede hablar de esto.Isaías se quedó en silencio y luego salió. No le dijo ni una palabra más.
Al comenzar la mañana empezó a trabajar en todo lo que le indicaban, pues Isaac le había dicho que el verano era una de las estaciones donde más se trabajaba y la cosecha acababa de empezar, se veían los surcos y los carros maniobrando entre ellos para recoger, las canastas con las hojas de tabaco que luego llevarían a la casa donde los colgaban y secaban. Otros esclavos le daban de comer a las gallinas y a los cerdos, los cebaban porque muy pronto los matarían.El tiempo pasó y las hojas de tabaco se fueron poniendo doradas, lo que quería decir que estaban bien secas y preparadas para ser vendidas. Todos estaban felices y por lo que veía el hacendado también. En las noches llegaba a las ocho y nueve de la noche cansado, los demás se acostaban de una vez, pero él no podía hacerlo con ese olor a sudor, así que se íba hasta el pozo o se íba hasta el rio, sintiendo la mirada de Ezequiel, que lo vigilaba para que no se escapara. El estaba  consciente de eso, y solo esperaba a que el negrero se distrajese lo suficiente para planear otra huída. Comenzó a bañarse sin hacer mucho ruido, no quería que todo el mundo se enterara de lo que hacía a esa hora, ya de por sí les parecía extraño a los demás esclavos, si veían que se bañaba tantas veces como podía, pensarían mucho peor de él. Cuando estaba en la mejor parte de su baño, se le hizo raro que Ezequiel  no estuviera pendiente de él, por lo general siempre le hacía saber que estaba allí. Se preguntó que estaría tramando. Siguió disfrutando de su baño y escuchó un ruido, sintió curiosidad y fue a investigar que podría ser, sobre todo a esas horas. Se llevó tremenda sorpresa al ver a una mujer sumergida en el rio hasta la cintura bañándose y murmurando una canción. Se veía feliz de estar así y se pasaba un paño por todo su hermoso cuerpo, la luz de la luna acariciaba su piel, concediéndole más brillo del que ya tenía. Desde donde él estaba la veía de perfil, pero no reconocía su cara. Sabía que era una mujer blanca y que era un espectáculo para los ojos, ya que tenía una cintura pequeñísima y sus caderas redondeadas eran una fantasía, pero sus pechos generosos, de un color marfileño eran para querer estar pegado a ellos, probándolos, mordisqueándolos.Algo se movió entre los matorrales y él inmediatamente se dio cuenta, de donde estaba Ezequiel. El maldito se había distraído de su vigilancia, la cual proclamaba a los cuatro vientos que era la mejor, porque ningún esclavo se le escapaba, por estar espiando a la mujer que se bañaba. No veía muy bien, pero parecía que movía algo con su mano. No quiso perder la oportunidad de humillarlo, apareciéndose de repente delante de él, para que el desgraciado se diera cuenta de que no era tan bueno como decía. Cuando estaba por llegar a él, se distrajo con un ruido desde el río y vio que la mujer, salía del agua mostrando en toda su gloria su deslumbrante belleza, pero cuando observó bien, se dio cuenta de que a la que había estado observando era a su diosa, su hermosa Beth y sintió una rabia cegadora al ver al malnacido y su sospechoso movimiento con la mano. Resulta que el maldito estaba haciéndose un pajazo, mientras miraba a Beth bañarse. Se acercó por la espalda y lo tomó por sorpresa, como había hecho con él, días antes. Le dio un puñetazo en la cara y luego le pecó en la boca, el otro no se defendió al principio por la sorpresa, pero luego lanzó un grito se tiró sobre él. En el forcejeo, los dos cayeron y fueron a dar directamente al río, donde Beth los vio y se quedó atónita tratando de cubrir su desnudez. En algún momento Ezequiel se descuidó y Jeremiah, lo noqueó con una rama gruesa que alcanzó a recoger. Cuando el hombre cayó inconsciente, el inmediatamente se fijo en Beth y en su cara, vio temor. — ¿Qué haces aquí? ¿Me estabas espiando?—No señorita, yo me estaba bañando aquí, cuando escuché un ruido y vi que era usted, pero me encontré con que Ezequiel la estaba espiando y por eso lo golpee. —le mostraba las manos para que ella viera que no íba a hacerle nada. —Este es un lugar muy apartado, no debería venir sola aquí, si en lugar de mí, hubiera sido otra persona la que se hubiera encontrado con usted, hubiera estado en peligro.—Yo se me cuidar Jeremiah, siempre traigo el arma de mi padre.—Con el debido respeto ama, pero en el agua no le va a servir de mucho y si la dejó en tierra, cuando usted hubiera querido agarrarla, sería demasiado tarde.— ¿Tú también mirabas? Porque me parece que tardaste mucho en avisarme sobre tu presencia.Jeremiah, bajó la cabeza. Pensaba que la chica no era ninguna tonta.—Perdone, ama…— ¿Te gustó lo que viste? —no lo dejó terminar lo que íba a decir.El no sabía que decirle, porque si le decía lo que pensaba se exponía a una bofetada. —No le diré nada a mi padre, si me dices la verdad. ¿Te gustó?—Sí. Usted es como una diosa. — le dijo sin pensar.Ella pareció satisfecha con su respuesta. Comenzó a ponerse la ropa, dejando que él viera cada movimiento que hacía con sus manos al colocársela.—Llévate a Ezequiel y que le curen la herida en la cabeza. Mañana le dices que si no quiere que le diga a mi padre que lo azote, será mejor que olvide todo lo que vio.—Sí, ama. Se lo diré. —pero él sabía que era muy poco probable que Ezequiel olvidara lo que había visto y el tampoco lo haría, aunque no dejó de notar que ella había dicho que Ezequiel debía olvidarse de todo, no él.

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