Más de Mas

El Sr. Arturo Mas tiene carisma y guarda cierto parecido con un senador americano que parece mascar chicle cuando habla, en esa especie de jerga de origen romance que se gasta por aquellos pagos patrios. El caso es que, al margen de las peculiaridades lingüísticas, soplan aires fétidos por el Mediterráneo, en forma de comisiones, de irregularidades financieras en el partido que gobierna y de déficit oficial en las cuentas públicas, mientras todo esto sucede, la cortina de humo del independentismo tapa las alcantarillas del poder reinante. Lo malo es que últimamente D. Arturo no paga ni a los farmacéuticos, lo que supone un recorte sanitario tan obvio como injusto, pero mantiene las embajadas de Cataluña en el extranjero, que cuestan un montón de millones de euros a la Generalidad y sirven para sostener viva la ilusión de este nacionalismo decimonónico y trasnochado. El aire desenfadado del político catalán, su cierto rictus de superioridad europea frente a la España charnega no tardará en volverse contra él mismo a medida que progrese la investigación de las cuentas públicas: No parece muy lógico deber dinero a los proveedores de casa y sostener instituciones casi tan ilegales como inútiles. Al tiempo.