La regidora ha defendido la necesidad de reflexionar sobre las causas del “consumo de prostitución” en las sociedades. “Si queremos evitar el terrible crimen de la esclavitud sexual, tenemos que reflexionar con sinceridad sobre las causas”, ha subrayado.
En realidad, la flamante alcaldesa haría mejor en ocuparse de solucionar los problemas de los madrileños, que no pasan necesariamente por preguntarse uno sobre las causas que llevan a los varones a consumir prostitución. Se considera el oficio más viejo del mundo, y por algo será. Gallardón, en línea con la lideresa podemita, quiso cambiar el curso de las cosas instauradas desde hace siglos, y propuso sancionar a los consumidores de sexo por dinero, algo verdaderamente complicado. ¿Puede el estado interferir en una relación comercial libre entre dos personas que intercambian favores sexuales por el vil metal?. La Sra. Carmena haría mejor en preguntarse sobre el fondo de la naturaleza humana, y porqué, a guisa de ejemplo, hay mucha menos prostitución heterosexual masculina. Escribía un psicólogo italiano cuyo nombre no recuerdo, que el erotismo para un varón es mucho más básico que para las féminas quienes suelen encontrar más atractivo a un hombre vestido de uniforme que luciendo atributos en plan Nacho Vidal. En el fondo se trata de lucir marchamo progresista, que incluye huir de los convencionalismos (para establecer otros, por supuesto), solidarizarse con Palestina (donde democráticamente cuelgan a los homosexuales de las grúas), prohibir los toros y eliminar la prostitución. Casi seguro que nuestra flamante alcaldesa madrileña consigue lo que no hicieron cuatro mil años de historia. A los resultados me remito.
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