Revista Cocina

MATANZA de un GALLO BLANCO

Por Yoisasi

MATANZA de un GALLO BLANCOPuede que esta pequeña historia tire por la borda mi reputación o tal vez no…Cada cual que saque sus conclusiones.
Tengo el privilegio de vivir en una isla y me abastezco de lo mejor de ella. Compro mis verduras frescas de temporada y mis huevos a Josep, un agricultor concienciado que cuida la tierra y nos da lo mejor sin adulterar (sin abonos ni pesticidas) a un precio más económico que en el super o el mercado, ya que no hay intermediarios (directo al consumidor). Todo un verdadero lujo.


MATANZA de un GALLO BLANCO
Josep tiene un gallinero donde alimenta a sus gallinas con cereales, y ellas por el día salen a pasear por el terreno y disfrutan del sol. Hablando hace unos días con él, le comenté que hacía tiempo que me apetecía carne blanca, que si él vendía. Me dijo que ya no mataba animales pero que si quería me regalaba un gallo blanco y yo me encargaba de matarlo.
Pues no lo dudé un momento y le dije que si. Sentí que era importante también conocer esa parte que no vemos, que se nos esconde, que es la matanza, cosa que hace pocos años se practicaba en nuestros pueblos muy a menudo. Decir que mi abuelo aún sigue cazando perdices y conejos y luego las ‘arregla’ para comer.
Otro lujo, me regalan un gallo precioso blanco que ha vivido libremente en el campo y bien sano.

Mi compañero fue a recogerlo y lo trajo a casa en una caja. Llegó el momento de la verdad, lo sacó y lo cogió de las patas. Vivimos en frente del mar en un sitio tranquilo, con muy pocos vecinos, así que empezamos nuestra ‘operación’ en frente de casa. Pues bien, allá voy con una rasqueta, ya que me habían comentado que las cuchillas son mejores si no tienes un cuchillo que corte bien. Es increíble cómo estos animales no se resisten para nada ya que una vez puesto boca abajo se quedó totalmente quieto. Así que empecé a acariciarle el cuello para encontrar su yugular. Me costó un rato ya que con tanto plumaje se me escapaba la vena. Los tres (mi compañero, el gallo y yo) estabámos tranquilos y concentrados cuando apareció un vecino a lo lejos, que suele venir sólo los fines de semana, y supongo que estuvo cotilleando desde lejos el ritual. A lo que iba, pues al final, encontré la yugular y corté. Tuve que cortar varias veces ya que parecía que no se había muerto… Me empezaba a poner un poco intranquila ya que quería que hubiese sido un corte limpio para que sufriera lo justo y fuese lo más rápido posible. Pero es alucinante, seguía vivo (o éso creíamos ya que seguía totalmente inmóvil), así que mi compañero cogió un cuchillo y yo las patas del gallo. Él volvíó a cortar cuando ya empezó a sangrar en más cantidad y para mi fue una sensación especial ya que al tenerlo agarrado noté cómo su organismo iba perdiendo vida lentamente. Acabamos cortándole la cabeza. Tenía un plumaje blanco precioso, así que cogí algunas plumas como recuerdo.

Siento una gran gratitud, después de realizar su muerte, en poder comer su carne en agradecimiento y para nutrir mi cuerpo. Por cierto, ya la he probado y es exquisita. Tiene un sabor más fuerte que el pollo, más sustanciosa.
Ya se sabe se vida-muerte-vida. El trabajo de quitar plumas y limpiar no fue tan trabajoso como esperaba. En un momento ya lo teníamos arreglado.
Para mi después de tantos años siendo ‘civilizada’, ‘programada’, ‘estudiada’ y ‘educada’, poder experimentar esta sensación de naturaleza, de vida, de supervivencia es muy valioso, ya que hoy en día es casi impensable poder hacerlo y si lo cuentas, algunos te marcarían de asesino. Pero, seamos realistas y sinceros: todos hemos comido carne que proviene de animales maltrados y de pésimas condiciones. Esta vez he preferido hacerlo yo, que comprar carne de animales que son mal nutridos y mal tratados en todos los procesos de su vida. Siento que este gallo blanco ha tenido una vida feliz y entera y una muerte muy pero que muy digna. Sus restos los tiramos al mar.

Patos enjaulados para hacer paté.

Patos enjaulados para hacer paté.

Eso de que nos da asco tener que destriparlo o cortarlo, para mi significa que hemos perdido nuestra parte salvaje ya que actualmente nos ponemos una venda en los ojos y nos comemos hamburguesas, embutidos y patés que han sido manipulados de una manera horrenda, pero claro, ‘como no lo veo pues me lo como’. Espero que me haya explicado bien en este punto porque no nos podemos ni hacer la mínima idea las atrocidades que pasan hoy en día los animales que son sacrificados para que luego lleguen a nuestros supermercados en formas redondas, alargadas, de colores y con un envoltorio de la ‘vaca que ríe en un prado’ y todo solucionado. Y ya no cuento cómo serán tratadas las hamburguesas que nos venden en estas franquicias americanas que todo el mundo ya conoce más que de sobra, trayendo enfermedades importantes a los más pequeños.
Pues aquí queda, mi pequeña experiencia, intentando recuperar nuestra esencia, nuestro lado humano y salvaje, hecho de buen corazón y con mucha pasión por la Vida.
Salud y Buenos Alimentos bien tratados.
Yo Isasi
Nutridora Macrobiotiva
www.nutricionencasa.com



Volver a la Portada de Logo Paperblog