Revista Opinión

Medianoche en Palencia

Publicado el 09 julio 2011 por Jangas

Se fue la musa que inspiraba los versos y tuve que salir a recorrer las calles de la Palencia nocturna, sin rumbo predeterminado, enfrascado en una búsqueda que nunca llevo a término. Perdido entre los recovecos lunares, falto de luz para encontrarla y tener soplos de vida que me protejan de los miedos y peligros que me acechan.

¿Te escapaste por los bares, con un incierto y pertinaz predicamento de alegre nocturnidad ? En este despacho de paredes vulnerables, sin gruta de escape, sucumbo a tus brazos cuando vienes y me encuentro con un lápiz en las manos. Mientras intento tenerte entretenida, del duro carbono salen letras que se posan ordenadas en las hojas, pero no soporto tus repentinas marchas sin aviso hacia un paraíso inexistente, ávida de un pasado que nunca existe. ¿Por qué huyes de mi vera como si fuera el causante de tus miedos y victorias? Tu y yo sabemos que no lo soy, que cuanto existe es pasajero y dura un instante de presente. Los dos sabemos que mañana no será lo que decidas, que tendremos que huir, no solo en el tiempo, para que el mundo sea otro. Todo el mundo sabe, aunque nunca esté inspirado, que pare cambiar la realidad hace falta mucho más que una huida indefinida, que por mucho que se ignoren, las cosas no cambian con el abandono, que hay que pringarse las manos, enfangarse y enfangar a quienes nos rodean para que esta se transforme.

Por eso te necesito ninfa, cómplice de mis planificaciones, de las acciones, del destino, para que tu voz sea distinta y me dictes las sentencias que van a gobernar el aire que respiro. Que no puede ser definitiva esta pesadilla que nos alarma, que quieren que nos acostumbremos a una melodía que nunca ha sonado bien para la mayoría. Que la música vuelva al pueblo puesto que es suya y por él debe ser interpretada: Que las cuerdas no sean para retornar a las esclavitudes pasadas y se aten amablemente a tales instrumentos para sonar, que los vientos no sean de huracanes sino de trompetas, saxofones y flautas traveseras, que la percusión no sea más de las armas sino de los tambores y timbales. Que cada uno aporte a la melodía un tono, una nota, un espacio, para hacer más sinfónica a la orquesta, que dejen de tocar siempre los mismos que aburren con la misma canción, que abandonen la música puesto que no es para ellos aunque se hayan hecho los amos. Son prescindibles para la partitura, aunque no lo crean, habrá que demostrárselo.

Vosotros habéis robado el hada que respiraba conmigo, me habéis dejado huérfano de su compañía, me dejasteis una luz que nunca vuelve, ¿por qué la habéis secuestrado miserables? ¿carecéis del más mínimo rasgo de humanidad? Dejadnos el derecho a recuperar la nostalgia como algo vivible y regresar a momentos anteriores, no queremos progresar si esto es el progreso y, si la única alternativa es que no hay alternativa, entonces tampoco la queremos. No queremos futuros construidos, los queremos construibles para poner en marcha un cambio que os deje de lado. Cuando averigüéis que el miedo ya no es nuestro consejero, estaremos dispuestos a liberar nuestras musas y cambiar al director de la orquesta. Preparaos que nosotros casi lo estamos.


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