Revista Salud y Bienestar

Medicina y sonrisa.

Por Carlosmatabuena

Cuando era niño, leí que el arcoiris es la Sonrisa de Dios. Posteriormente supe que en el Genesis, se relata cómo Dios entrega como signo de la alianza con la humanidad el arcoiris, en presencia de Noé (Gn 9, 13-15). Siempre, por tanto, que veo un arcoiris me acuerdo de esa sonrisa.

Hoy en día, nos hemos acostumbrado a las sonrisas. Son herramientas de márketing. En los comerciales televisivos siempre aparecen modelos atractivos sonriendo. La sonrisa vende.

Aún recuerdo a un visitador médico (como entonces se les llamaba) que posteriormente se convirtió en amigo, como tantos otros. En una ocasión, cuando yo  empezaba la praxis médica, no dándose cuenta de mi presencia, comenzó a emitir opiniones poco agradables sobre mí a compañeros suyos. Azorados por mi presencia, le hicieron ver que me encontraba a sus espaldas. Inmediatamente se dió la vuelta y como si no hubiese dicho nada, me regaló una gran sonrisa y se dispuso a explicarme su producto. La sonrisa vende.

Un termino usado en el telemarketing, al que tan rápidamente nos estamos acostumbrando, es la “sonrisa telefónica”. Los expertos en el tema aseguran que la sonrisa se puede “oir” por teléfono. Una llamada sonriendo, es más efectiva que una con la cara seria.

A veces, cuando alguien nos aborda sonriendo, pensamos… ¿qué nos querrá vender?

Por otro lado, también se ha puesto de moda el concepto saludable de la sonrisa. Todos hemos oido hablar de los beneficiosos efectos (demostrados o no) de la sonrisa, al movilizar una gran cantidad de musculos faciales. Relaja, libera endorfinas, hace afrontar las situaciones con mayor optimismo, y hace más agradables las relaciones sociales.

En medicina también se ha empezado a apreciar la sonrisa. Como ejemplo potente tenemos a Patch Adams, iniciador de un movimiento médico a favor de una medicina más amable y humana. Todos recordamos la película que protagonizó Robin Williams.

Tradicionalmente se ha relacionado al médico con un personaje serio, erguido, con poco humor, con un lenguaje técnico y poco claro, y con poco tiempo. Algunos pacientes incluso mantenían un temor reverencial a su figura. Incluso pudiera parecerles a algunos que un buen médico, profesional y competente ha de mantener esa distancia y esa seriedad con el paciente.

Esta postura me recuerda la del bibliotecario que Umberto Eco describió en “El Nombre de la Rosa“. Era capaz de matar, porque odiaba la sonrisa. Para él, un buen monje era un monje serio.

No comparto esas ideas. Un buen médico, no sólo lo es por sus capacidades técnico-científicas, sino por su capacidad de relacionarse con el paciente, de transmitirle confianza, de escucharle, de empatizar con él. En un médico, una sonrisa puede ser tan valiosa como un fármaco. Y mucho más barata. Una sonrisa rompe barreras.

A un compañero mío, sotto voce, le llamamos “el Sonrisas”. Es un gran profesional y áltamente cualificado, pero con un valor añadido. Con su sonrisa aporta acogida, esperanza, tranquilidad y serenidad a sus pacientes (que por otro lado están encantados).

Hagámonos un favor a nosotros y a nuestros pacientes. Seamos menos serios. Sonriamos más. !Es gratis¡ Nuestra salud y la de nuestros pacientes lo agradecerán.

“Este será el signo de la alianza que establezco con vosotros, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra. Al aparecer mi arco en las nubes, yo lo veré y me acordaré de mi alianza eterna con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra. Este, dijo Dios a Noé, es el signo de la alianza que establecí con todos los mortales”


Volver a la Portada de Logo Paperblog