Revista Coaching

Medir el impacto

Por Interesproductivo @RoberttiGamarra

Medir el impactoHoy día, medir el impacto de un producto o una propuesta, en el momento que tiene contacto con el mercado, es la mejor estrategia para actuar con garantías, porque define el camino a seguir y los cambios necesarios de la gestión a lo largo de su recorrido. Por lo tanto, la virtud de un negocio es saber cuantificar los logros, identificar el margen existente entre el esfuerzo y el resultado. Hoy triunfa quien mejor cruza el puente de los problemas del mercado.
En esa búsqueda de datos hay que medir:
Cómo la propuesta es aceptada por el consumidor. Este primer paso puede garantizar la estabilidad, porque saber el grado de aceptación y evitar que sólo sea fiebre de un día, dará al empresario la medida exacta de lo que debe invertir y conocerá las estrategias de las que debe prescindir. A veces la fiebre del principio presenta un engañoso aspecto duradero, y con el paso del tiempo el producto pierde empuje y cuando se quiere rectificar ya es demasiado tarde.
Saber qué aspecto del producto tiene más valor para el consumidor ayuda a entenderle. Este análisis nace en la composición del producto, porque no siempre lo que el cliente más valora es el precio, sino aspectos como la calidad, la durabilidad, la garantía de consumo, el peso, el diseño, que al final sí potencian el precio. Es decir, muchas veces un consumidor cree que si paga menos está optando por menor calidad, o que si un artículo cuesta más es una garantía de mayor calidad, sin embargo, esa relación calidad precio no siempre responda a la realidad del producto ni es aplicable a todos los consumidores.


Identificar a quienes más lo consumen y observar el comportamiento otorga gran ventaja para rectificar. Muchas veces asociamos la venta masiva de un producto al ímpetu de consumo de un grupo determinado de usuarios que finalmente no representan a la masa más interesada ni a la más constante. Por lo tanto hay que saber con exactitud dónde radica la fortaleza del producto a la hora de ponerlo en manos de los compradores.

Por otro lado es vital medir el tiempo y el espacio. Saber entrar en el mercado es una virtud impagable, ya que la tendencia de consumo es mucho más viva al principio, cuando se acaba de producir la demanda, pero luego decae de forma irracional, de modo que los productos que no son firmes pierden terreno y acaban desapareciendo. Sin embargo, si la interacción con el cliente es buena, la garantía de éxito es mucho mayor, porque el consumidor seguirá apostando por ese producto que llena sus demandas antes que por propuestas nuevas. Las personas casi nunca optan por cambiar continuamente de preferencias.
Medir el impacto es fundamental para gestionar un negocio, y no nos estamos refiriendo a que el producto sea una demanda estrella por un día, sino que sea capaz de sobrevivir al dinamismo del mercado, que conquiste a una masa fiable de consumidores que en el futuro interpongan la compra a cualquier otro desafío que les presenten las nuevas propuestas. Es decir, crear un producto que se consolide en el mercado es posible consiguiendo un impacto activo, sin altibajos, y ajeno a lo resultadista, a la ansiedad por ser arrollador momentáneo. Al fin y al cabo, como hemos repetido cientos de veces, en el mundo de los negocios no existen los productos perfectos, sino los que son capaces de adaptarse a los cambio y a los desafíos.
imagen: @morguefile


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