Revista Coaching

Meditacion: de 10 minutos a 365 dias

Por Solelkartea @asociacionsol

Fondo Negro Ahora Meditacion: de 10 minutos a 365 dias

“Now” (Ahora). -Tiempo presente-

La práctica de la meditación como hábito o disciplina llevada a cabo en la vida cotidiana no es una tarea fácil. Normalmente, cuando una acción se convierte en hábito por repetición, nos es más difícil mantener la atención en aquello que estamos haciendo o que está sucediendo en ese momento y son los pensamientos los que interfieren, ya sea recordando los siguientes quehaceres, planes, problemas o tal vez alguna banalidad, según se encapriche nuestra “radio sin dial fijo”. Los sentidos que nos unen al mundo exterior (Tacto, olfato, gusto, vista y oído) pasan a un estado de semi-itermitencia, es decir, la atención entra y sale, y dependiendo del automatismo de la acción, ni nos daremos cuenta de lo que estamos haciendo. ¿Qué supone esto? Muchos podrían argüir que hay tareas cotidianas que serían insoportables si no pudiéramos abstraernos (Trabajos repetitivos en una cadena de montaje durante horas, por ejemplo). Esto podría llevarnos a plantear el modelo social-económico-productivo, pero no es este el motivo original del artículo. Una consecuencia de no estar con la atención plena en lo que sucede es la pérdida de disfrute y capacidad para responder naturalmente.

Por otro lado, ¿Qué sucede cuando lo que queremos es relajarnos, simplemente “no hacer nada”? En la mayoría de los casos, casi nadie es capaz de hacer eso sino es mediante estímulos externos: Un baño caliente, una película para “desconectar” , música lounge etc. Es decir, dirigiendo la atención sobre cosas que nos producen un bienestar corporal, manteniendo la atención fuera y logrando quizás que pensemos menos. Pero ¿Acaso es posible dejar de pensar de forma voluntaria? La respuesta es no; no podemos dejar de pensar como quién pulsa un interruptor para encender o apagar la luz. ¿Qué es entonces lo que nos provee de silencio interior? La atención plena. La mayor parte de las veces, somos capaces de mantener la atención plenamente si lo que sucede es una experiencia nueva (Por ejemplo, un viaje a un lugar desconocido), que entraña dificultad o que nos pone en alerta o nos emociona (Cuando nos asustamos o cuando nos reímos, por ejemplo).

Pero hay otra manera de “abrir huecos” en el barullo mental, de salirse de la visión monótona y rutinaria de la vida: llevar la atención hacia adentro. Pueden ser 10 minutos para empezar. No hay que confundir esto con dejarse llevar por la imaginación. Se trata más bien de posicionarse como un observador distante, como alguien que estuviese visionando la proyección de imágenes de una película de la que no es protagonista. El proceso de llevar la atención hacia adentro es parecido a quedarse dormido: Cuando uno se dispone a dormir, los sentidos se desconectan y la atención se va hacia adentro, “lugar” donde suelen aparecer los pensamientos, hasta que finalmente uno se abandona al sueño (El sueño llega, aunque lo facilitemos por tumbarnos y ponernos calentitos, ni nos dormimos ni nos despertamos a voluntad) y la consciencia desaparece (Dependiendo de cada persona y la calidad del estímulo externo, no seremos conscientes de lo que pasa fuera mientras estemos dormidos). El proceso meditativo interno es similar, la diferencia estriba en que la atención sigue vigente. ¿Qué nos impide llegar a una atención plena? Lo normal, sobre todo si no hay un hábito de práctica meditativa, es que la atención esté dando saltos entre los pensamientos y los sentidos que nos unen al mundo físico, los cuales, a su vez, pueden crear otros tipos de pensamientos visuales para identificar lo que sucede fuera de nosotros. Tener la atención fuera no es un problema siempre y cuando no luchemos contra lo que ocurre: si hay un ruido, debemos escucharlo, si hay una molestia en un pie, ha de sentirse, etc. En tanto la atención se vuelva plena “fuera” menos obstáculos encontrará para hacerlo “dentro”. Y es dentro donde uno, a menudo, se ve impotente ante los pensamientos. ¡No hay que hacer nada! El mero “darse cuenta” diluye el pensamiento, aunque sea por un ínfimo instante, aunque traiga consigo otro pensamiento que diga “eh, estoy pensando de nuevo”. Puede que la disciplina de mantener la atención en todo lo que se hace, o de darse cuenta de que estamos pensando, nos provea de un a percepción limpia podamos tener mayor salud.


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