Revista Cultura y Ocio

'Memoria de Ben Clark' por Carmen Moreno

Publicado el 01 junio 2011 por Carmen


MEMORÍA de BEN CLARK por Carmen MorenoTítulo: Memoría
Autor: Ben ClarkEditorial: HuacanamoPgs.: 65PVP.: 12,00 €ISBN: 8493609331
Creo que fue en un viaje a la Fundación Antonio Gala acompañando a la novelista María Zaragoza cuando oí hablar por primera vez de Ben Clark como un poeta imprescindible. Debo decir que siempre que María me recomienda algo suelo leerlo porque es una de esas personas que no regalan elogios.
Busqué de Ben Clark (Ibiza, 1984) y lo que encontré en la ciudad que habito (ciudad no dada a la poesía, aunque es dadora de grandes poetas) fue Memoría.
Lo primero que me llamó la atención fue una declaración de intenciones que Clark deja, como por olvido, en la solapa del libro, justo en el margen inferior: "A mí nadie me exigió escribir en verso. Por eso sigo haciéndolo: es lo único que hago sin saber muy bien qué sentido tiene."
El libro se divide en: un prólogo de Ángel Luis Prieto de Paula, un prólogo del propio Clark que titula "Maïakovski aparta, pensativo, la nieve de su puerta", y tres partes que son "Breve historia de la muerte", "Hai excomunión" y "Omenages".
MEMORÍA de BEN CLARK por Carmen MorenoSerá esta tercera parte la que me parezca más interesante, más contundente. Pero esto no significa que las otras dos sean menos atractivas, o que posean menos fuerza. Eso es imposible en la obra del ibicenco.
La poesía de Ben Clark es como un manotazo en la cara que te coge de improviso: te deja sin aliento y sin capacidad de reacción. No juega al despiste con el lector, sino al enfrentamiento directo con él mismo y por ende con los ojos que se encuentra: "Sí: yo también envido vuetra fe; / vuestra creencia vaga en el mañana."
La poesía de este poeta está llena de un desgarrador sentido la provisionalidad, del "tempus fugit", de la desidia al saber que la batalla está perdida de antemano y de un cansancio universal que transmuta en fuerza y lucha.
Lo estético vuelve a ser importante en poesía, la belleza de la palabra, le gana la partida a la deconstrucción y el experimento. De esta manera, Memoría se convierte en un libro de referencia en la obra poética de los últimos años.
OMENAGE A ERIC
Recuerdo al joven Eric,
que fue joven y joven hasta el fin.
Apenas fue a la escuela y mi hermano 
y yo consideramos
que esto era algo salvaje, y una suerte.
No le tenía miedo a las alturas.
Sabía desnucar a una gallina.
Sabía disparar con escopeta.
Fuimos, los tres, amigos de verdad:
era algo muy normal que nos peleáramos.
Es posible que fuera para mí
una especie de héroe infantil.
Me confesó el secreto de las piñas:
<>.
Nunca supe -ni quisiera saber-
si eso es verdaderamente posible.
Era dueño de un burro mal llamado
Houdini que era viejo y no mostró 
ni siquiera interés por estirar
de la cuerda peluda que lo ataba.
Tenía un tren pequeño de mentira
que era el único tren que mi hermano 
y yo habíamos visto.
No tuvo nunca tele.
Apenas tuvo amigos.
Recuerdo que una vez lo abandonamos
volviendo de excursión: 
los dos coches pensaban
que Eric estaba en el otro vehículo.
Vagó toda una noche entre los pinos,
sin luna, junto a los acantilados.
Quiero creer que nunca tuvo miedo.
Murió muy a principios del milenio,
en Londres,
poco antes de los veinte
tras haberse comprado un libro gordo
sobre náutica y nudos.
Se colgó de una viga.
Y quisiera pensar que me equivoco,
que su vida no fue solo un preámbulo
perfecto de su muerte.
Quiero creer que nunca tuvo miedo.


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