Revista Cultura y Ocio

Mendel el de los libros - Stefan Zweig

Publicado el 12 abril 2016 por Elpajaroverde
Pocas veces un lector puede resistirse a un libro que hable de otros libros, de libreros, de librerías o de bibliotecas. No siempre ello es indicativo de que nos vaya a gustar, pero sin embargo, hay algo ahí que nos llama, como un canto de sirenas que resuena en nuestro interior.  Será la tonta vanidad de reconocernos en ellos: estantes llenos de libros cubiertos de polvo, narices metidas en historias ajenas que nos abstraen de la realidad,... Pero yo no soy de las que piensan que los libros deban abstraernos de la realidad, yo creo firmemente que los libros deben ampliarnos esa realidad. Y si os soy sincera, tampoco me acerqué a este libro por tener de protagonista a un librero. Quería leer a Stefan Zweig, otra vez. Leí hace casi un año "Carta de una desconocida" (leer reseña aquí) alentada por esa casi adoración que en torno a este autor palpita en la blogosfera literaria, y tenía desde entonces elegido el siguiente de sus título a leer, que no era este. Sin embargo, en este tiempo, son varias las ocasiones en las que me he encontrado con opiniones de lectores asiduos de Zweig apuntando que "Mendel el de los libros" es su libro favorito del austriaco. Recientemente además, Acantilado, la editorial que traduce la obra del autor al español, colgó en su página de facebook un vídeo documental sobre la vida del mismo cuyos breves comentarios acerca de este libro me dieron el empujón definitivo (el vídeo subtitulado al español ya no está disponible, pero el que domine el francés si le apetece verlo puede hacerlo aquí). Y ese empujón final me llevó hacia un libro en el que se dice que "los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido". Objetivo cumplido, pues. Con creces.

Mendel el de los libros - Stefan Zweig

Portada de Mendel el de los libros

De fugacidad y olvido habla este entrañable relato de Stefan Zweig, y precisamente es una fugaz percepción de reconocimiento que cruza el valle del olvido de la memoria de su narrador, la que rescata para nosotros a Mendel el de los libros. Así era conocido Jakob Mendel en toda Viena y allende sus fronteras. Mendel era un excéntrico librero dotado de una memoria asombrosa para catalogar libros que tenía su cuartel general en un café de la capital austriaca en los primeros años del siglo XX. En ese mismo café recala años después nuestro narrador, y algo en el ambiente le hace presentir que no es la primera vez que acude a él, pero no es sin embargo hasta que sus ojos se cruzan con la mesa que ocupaba siempre el librero, que comienza a recordar. El recuerdo de su encuentro con ese hombre obsesionado por los libros le lleva a indagar sobre lo que ocurrió con él. Descubre así que la ingenuidad con la que Mendel recibía todo estímulo procedente de un mundo diferente al de los libros, le llevó a cometer una estúpida imprudencia teniendo en cuenta la situación en la que vivía sumida Europa en aquellos años. Su ceguera para con la realidad reinante le llevó a ser injustamente recluido en un campo de concentración acusado de colaboración con los enemigos del Imperio austro-húngaro.
"...leía como otros rezan, como juegan los jugadores, tal y como los borrachos, aturdidos, se quedan con la mirada perdida en el vacío. Leía con un ensimismamiento tan impresionante que desde entonces cualquier otra persona a la que yo haya visto leyendo me ha parecido siempre un profano. En Jakob Mendel, aquel pequeño librero de viejo de Galitzia, contemplé por primera vez, siendo joven, el vasto misterio de la concentración absoluta, que hace tanto al artista como al erudito, al verdadero sabio como al loco de remate, esa trágica felicidad y desgracia de la obsesión completa."
"Mendel el de los libros" es una joyita de libro, un relato que nos proporciona una hora de deliciosa lectura que perdurará largo tiempo en nuestra memoria. Sus pocas más de sesenta páginas dan muestra una vez más de la exquisita prosa de Stefan Zweig, de su narración elegante que nos envuelve y acuna. Pero no se queda el autor solamente en la historia del librero víctima de la injusticia y del olvido, sino que se desprende de sus páginas un trasfondo de denuncia contra una Europa enloquecida y en guerra ("Un crimen contra la civilización cometido sin sentido alguno en Francia, en Alemania y en Inglaterra, en cada terruño de esta Europa nuestra que perdió por completo la razón."), y sin pretenderlo contiene también tintes proféticos, pues a esa Primera Guerra Mundial le seguiría años después una segunda aún más cruel y vergonzosa. Es también un canto al fin de una época, a la forma de vida tal y como la concebía Zweig, y a una Europa en la que primaba sobremanera el amor a la cultura. La bisagra entre un viejo y un nuevo mundo, en la que el nuevo viene arrasando y diezmando cuanto de lúcido e inspirador había en el viejo. Y una llamada, un grito de cadencia suave y arrolladora pero a la vez incómoda, una reivindicación para que los hombres como Mendel y lo que simbolizan no caigan en el olvido.
Este relato fue escrito en 1929, pero sin embargo su lectura, casi 90 años después, se me ha antojado muy cercana y actual. Será que estamos en tiempos cambiantes, será que hay algo a punto de evaporarse que no debería desaparecer, será que lo nuevo que viene se presenta frío y devastador. Será que Mendel representa la maravilla de lo que una sola mente humana es capaz y lo sola e indefensa que está bajo ese colectivo que responde al nombre de el hombre. Será. O será que hay algo en mí que se resiste a abandonar a este viejo librero. Para eso se escriben los libros. Para eso escribió Stefan Zweig este libro. Una lectura breve pero no fugaz. Una lectura imposible de dejar caer en el olvido.
"Por eso, cuando vi la mesa de mármol de Jakob Mendel, aquella fuente de oráculos, vacía como una losa sepulcral, dormitando en aquella habitación, me sobrevino una especie de terror. Sólo entonces, al cabo de los años, comprendí cuánto es lo que desaparece con semejantes seres humanos. En primer lugar, porque todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme. Y además, llevado por un hondo presentimiento, el joven inexperto que fui había sentido un gran aprecio por Jakob Mendel. Gracias a él me había acercado por vez primera al enorme misterio de que todo lo que de extraordinario y más poderoso se produce en nuestra existencia se logra sólo a través de la concentración interior, a través de una monomanía sublime, sagradamente emparentada con la locura. Que una vida pura en el espíritu, una abstracción completa a partir de una única idea, aún pueda producirse hoy en día, un enajenamiento no menor que el de un yogui indio o el de un monje medieval en su celda, y además en un café iluminado con luz eléctrica y junto a una cabina de teléfono... Este ejemplo me lo dio, cuando yo era joven, aquel pequeño prendero de libros por completo anónimo más que cualquiera de nuestros poetas contemporáneos. Y, sin embargo, había sido capaz de olvidarle. Por supuesto, en los años de la guerra y entregado a la propia obra de una manera similar a la suya. Pero entonces, delante de aquella mesa vacía, sentí una especie de vergüenza frente a él, y al mismo tiempo de curiosidad renovada."

Mendel el de los libros - Stefan Zweig

Prayer. Fotografía de Chris Yarzab

Ficha del libro:
Título: Mendel el de los libros
Autor: Stefan Zweig
Editorial: Acantilado
Año de publicación: 2009
Nº de páginas: 64
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