Según una investigación de la Universidad de Notre Dame, en el estado de Indiana, EEUU, decir la verdad mejora la salud mental y física de las personas.
Se comprobó que las personas que redujeron su tendencia a mentir estuvieron menos tensas, tuvieron menos cefaleas e irritación de garganta. Además mejoraron las relaciones con sus amigos y compañeros una vez que dejaron de decir mentiras cotidianas o de poner falsas excusas.
La mentira produce una tensión excesiva a nivel emocional y provoca un conflicto interno en el individuo y como consecuencia de esta conducta aparecen problemas físicos.
Fundamentalmente se miente por 3 motivos: para adaptarse a un ambiente hostil, para evitar castigos y para conseguir ganancias o premios sobre los demás.
Muchos trastornos psicológicos llevan asociada la conducta de mentir. Su expresión máxima sería la mitomanía: inventar una realidad ficticia, representando un personaje y mantener esta identidad con conductas de mentira.
La honestidad refuerza el que una relación sea mucho más consistente y estable. El desarrollo moral adecuado desde la infancia, orientado en la verdad es muy positivo.