Revista Diario

Merienda con Jane Austen

Por Gatadormida

Merienda con Jane Austen

 “A veces…”

En las películas todo puede ser posible, las buenas historias pueden llegar a ser sublimes y las malas pueden llegar a ser el drama perfecto, perfecto para ganar 10 estatuillas de oro una noche de glamour. Las historias reales adquieren mayor fuerza, si es con sufrimiento mejor que mejor, si es con un toque cómico que te haga reír hasta que te eches a reír. Pero no todas las películas pueden llegar a tener un final feliz, a veces, los mejores finales son aquellos agridulces e incluso amargos, porque en la vida real en muy pocas ocasiones, las historias tienen su final feliz. Y si termina todo bien, después siempre habrá una segunda parte en que algo de la historia se quiebra, se rompe y sangra. Ley de la vida. Ley de la cruda realidad.

Las mujeres antes no eran nadie si no se llegaban a casar, era importante tener la figura de un hombre a su lado, como si ellas fueran unas pobres desvalidas. No podían vivir por ellas mismas, no eran fuertes, eran frágiles como una rosa. Por si mismas no podrían sobrevivir en el mundo, pero siempre existen personas que destacan sobre las demás. Como ella, la belleza que tenía por dentro era idéntica a la que reflejaba su exterior, conquistaba a quién no deseaba y conquistó al único amor de su vida, pero el amor a veces es traicionero, el amor a veces te hace decidir entre la felicidad a su lado por el resto de la vida, o la felicidad que conlleva estar separados, con el dolor acuestas por la distancia y por el hecho de ser un amor imposible, pero con la conciencia tranquila al saber que la familia de uno de ellos, la cual depende de él mismo, puede seguir sana  y salva. Destruyes tu propio amor para entregárselo a otros. Y ella no solamente tuvo el coraje de escoger el camino adecuado a pesar de todo el dolor que le acompañaría en vida, sino que luchó por su trabajo, sus sueños y se hizo una escritora conocida, con nombre, con fama propia, y no necesitó nunca tener un hombre detrás de ella para demostrar cuanto valía ni cuanto dejaba de valer, cuanta fuerza interior tenía y que podía valerse por si misma, sin nadie que le ayudara a abrirse camino.

A veces en ocasiones hay que ser como Jane Austen, saber escoger los buenos caminos, luchar por lo que deseas y aceptar la derrota en otros terrenos. Pero solo a veces, en otras ocasiones puedes llegar a tener todo lo que te propones. La vida es un juego, y hay que saber jugar con las cartas que te toca en la vida, porque quién sabe, a veces tienes una carta ganadora cuando todo el mundo lo da por perdido.


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