Revista América Latina

México en el Oscar: Ánimas Trujano

Publicado el 22 febrero 2012 por Atticus
Ánimas Trujano es una película mexicana del reconocido director Ismael Rodríguez. Basada en una novela de Rogelio Barriga Rivas, la cinta se estrenó en el año de 1961, siendo protagonizada por el respetado actor japonés Toshirô Mifune en su única película filmada en México, caracterizado como un problemático e irresponsable indígena oaxaqueño que aspira convertirse en el mayordomo del pueblo. Este gran filme costumbrista, tuvo la fortuna de ser considerado dentro de las nominaciones para los Premios de la Academia en 1962. Sería la segunda ocasión que una cinta mexicana contendía en la quiniela de Mejor Película Extranjera. Pasen y vean…
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Director, productor y guionista de cine, Ismael Rodríguez Ruelas fue el creador de los argumentos y los guiones de las películas mexicanas más populares de la década de oro del cine nacional. Nació en la Ciudad de México el 19 de octubre de 1917. A los 12 años intervino como niño actor en Los Ángeles California, en Sangre mexicana, experimento parlante filmado por su familia en 1929. En 1931 colaboró con sus hermanos —José (Joselito) y Roberto—, los cuales son considerados como pioneros del sonido óptico en la industria cinematográfica de nuestro país. Los hermanos Rodríguez fueron los encargados de sonorizar Santa (Antonio Moreno, 1931), la primera película parlante mexicana. En 1933 estudió fotografía y practicó en el laboratorio de Jorge Stahl padre. En 1934 se convirtió en primer asistente de sonido y anotador. Estudió sonido en el Radio Institute of California. En 1939, Ismael y sus hermanos fundaron la productora Películas Rodríguez, empresa de larga y exitosa trayectoria. Escribió su primera historia: Viviré otra vez (Roberto Rodríguez, 1939) a la que siguieron El Secreto del Sacerdote (Joselito Rodríguez, 1940) y ¡Ay Jalisco, no te rajes! (Joselito Rodríguez, 1941).
Mi sueño siempre fue el ser director. Debía conocer todos los secretos que esconde el cine. Sólo así se puede mandar, sin que nadie discuta”, explicaba Ismael en una entrevista concedida al periódico La Jornada en 1994.

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En 1942, Rodríguez Ruelas dirigió su primera película: la comedia ranchera ¡Que lindo es Michoacán!, protagonizada por Tito Guizar y Gloria Marín. En 1943 realizó Mexicanos al Grito de Guerra, la historia del himno nacional, donde dirigió a Pedro Infante, así como Escándalo de estrellas (1944), donde se percató del potencial que tenía el que sería su estrella fetiche, consagrado por él en el “ídolo de México”. Infante y Rodríguez tuvieron grandes éxitos juntos como Los tres García (1946), Nosotros los pobres (1946), Los tres huastecos (1948), La oveja negra (1949), A.T.M. / A toda máquina (1951), Pepe el toro (1952) y Tizoc (1956).
A mí siempre me ha gustado arriesgar, buscar lo distinto. Todos decían que yo estaba loco, pero lo hice y también tuve la puntada de juntar a los más grandes cuando todos creían que era imposible: Pedro (Infante) con Jorge (Negrete) [Dos tipos de cuidado, 1952]; María (Félix) con Dolores (del Río) [La cucaracha, 1958] o poner consagrados como Fernando Soler con novatos como era entonces Pedro (Infante) [La Oveja Negra, 1949]”, mencionó en dicha entrevista.
A lo largo de su prolífica y exitosa carrera como realizador (1942-1996), Ismael Rodríguez trabajó con grandes guionistas y con grandes actores de talla nacional e internacional. Recibió reconocimientos dentro y fuera del país. Cine popular el suyo, Rodríguez se enorgulleció de compartir amistad con el cineasta italo-americano Frank Capra, con el que encontró muchas coincidencias respecto a su tipo de cine. En otra entrevista concedida a Hugo Lara Chávez, el director refería: “El me decía Smily, yo le decía Pancho.” Aseguró que el éxito de sus películas, como las de Capra, se debe a que contienen valores humanos. “Eso es lo que a la gente le gusta ver. Las demás, sí, son un éxito, pero con el tiempo se olvidan… Yo nunca traté de hacer que mis películas fueran aplaudidas por los intelectuales. Los intelectuales, en primer lugar, cuando van al cine, van con pase, ni siquiera pagan. ¿Para ver qué? ¿películas mexicanas? ¡a despedazarlas!. No, mi cine se debe a quien lo disfruta: el público.

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En 1961 don Ismael Rodríguez decide adaptar al cine una novela del oaxaqueño Rogelio Barriga Rivas titulada “La Mayordomía”, que cuenta la historia de un estrafalario indígena zapoteca, altanero, cínico, analfabeta, misógino y alcohólico, que sueña con ser mayordomo en las celebraciones de su comunidad y recurre a todo tipo de artimañas, incluida la venta de su nieto recién nacido, para lograrlo. Barriga Rivas, originario de Tlacolula, fue abogado de profesión, escritor aficionado y conocedor de los usos y costumbres de su región, lo que otorgó cierto realismo a la adaptación cinematográfica.
En el estado de Oaxaca hay varios pueblos que, a través del año, celebran en homenaje a sus principales santos una serie de festividades que llaman las mayordomías. […] Por cuenta del mayordomo corren todos los gastos de la fiesta que son muchos, pues todo el pueblo queda invitado. Para los elegidos, este honor significa un sacrificio, pero ese hombre importante disfruta poder agasajar a sus hermanos de raza y consolidar sus afectos. Si bien es cierto que estas costumbres perjudican notablemente la economía de la masa indígena también lo es que la mayordomía es uno de los escasos motivos por el que nuestros indios abandonan su legendaria tristeza y se sienten felices durante.” (Las Revoluciones de México a través del cine. JR Williams.)
Lo interesante del caso es que Rodríguez, en gran parte motivado por la muerte prematura en 1957 de su estrella de cabecera (Pedro Infante), ofrece el rol no a un actor nacional, como se era lógico esperar teniendo en cuenta la característica tipología del personaje en cuestión, sino a un oriental. Ismael había visto las películas japonesas del afamado director Akira Kurosawa, como Rashomon (1950), Los Siete Samuráis (1954), Trono de Sangre (1957), y Los Canallas duermen en Paz (1960), todas ellas protagonizadas por el actor fetiche del director, Toshirô Mifune (1920-1997), actor nacido en China pero de padres misioneros japoneses. Mifune era toda una celebridad japonesa internacional, y hoy en día es señalado como uno de los mejores actores de todos los tiempos en la historia del cine, considerándosele por sus papeles como la perfecta encarnación del samurái. A don Ismael nadie le pudo quitar de la cabeza que su idea de que Mifune encarnara a un indígena mexicano era viable. Si bien las facciones del actor eran orientales, el director pensaba que con la ropa adecuada y una buena caracterización, Mifune bien podría pasar por indio zapoteco. Muchos creyeron que se había vuelto loco, que el actor japonés ni siquiera consideraría la oferta de salir de su país para venir a filmar una película mexicana, en la que se le exigía hablar castellano y salir vestido de “indio”, y por si fuera poco, el papel que se le ofrecía era el de un personaje odioso, borracho y altanero. Además del reto de convencimiento, seguiría el de trasladar a Mifune a México dentro de su apretada agenda (estaba entre las filmaciones de Yojimbo y Sanjuro, ambas con Kurosawa), enseñarlo a hablar español con el particular acento indígena de la mentada región, darle un curso exprés de historia / idiosincrasia / costumbrismo / tradiciones / folclor y regresarlo a su casa en tiempo record.
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Amante de los retos cinematográficos, Rodríguez se fue hasta Japón para tratar de convencer al actor, y nadie sabe qué clase de artimañas utilizó, pero para sorpresa de todo su incrédulo equipo de producción, Mifune terminó aceptando alegremente el desafío que se le presentaba en tierras mexicanas. En entrevista exclusiva concedida al periódista José Antonio Fernández (octubre de 1994), el aventurado realizador platicaba lo siguiente: “Cuando hice Los Tres Huastecos, primero anduve investigando como hacer para que Pedro Infante pudiera interpretar tres personajes en una misma película. Frank Capra, que era mi amigo, me dijo que podía hacerlo con un impresor óptico. Pero aquí no lo teníamos. Luego me platicó un viejo método muy complicado. Yo solo hice unas pruebas con los veladores de los estudios de Jorge Sthal. Los puse a actuar, revelé el rollo y cuando lo proyecté me di cuenta como truquear. A mí se me ocurrió que María Félix la hiciera de soldadera por primera vez. Todos me decían que estaba loco, pero la convencí y después de La Cucaracha ella hizo otras seis o siete más. Yo hice trabajar mano a mano a Dolores del Río con María Félix. Ahí la pregunta era: ¿y quién la hace de galán? Unos pensaron en Anthony Queen, otros en alguno de Hollywood y a mí se me ocurrió meter a Emilio Indio Fernández, y funcionó. Otra de mis locuras: se me metió en la cabeza jugar en las grandes ligas del cine. Hice Ánimas Trujano y se me ocurrió traer al japonés Toshirô Mifune. La prensa me trató muy mal. Me decían El Gran Genio, Orsonsito (en referencia a Orson Welles), todos burlándose de mí. Decían que cómo traía a un actor del Japón para hacer a un indio mexicano. Pero esa película se ganó premios en Irlanda, Italia, Argentina y otros países más y fue nominada para el Oscar.”
Siendo un hábil artesano así como un experimentado productor, Rodríguez conjuntó un estelar reparto que incluía entre otros a Columba Domínguez, Flor Silvestre, Pepe y Titina Romay, Antonio Aguilar y Eduardo Fajardo, así como Gabriel Figueroa como cinefotógrafo, haciendo su labor nada menos que en CinemaScope en glorioso blanco y negro. El mismo Ismael se hizo cargo de la adaptación, ayudado por Ricardo Garibay y Vicente Oroná Jr. Ánimas Trujano es la historia de un indio macho, ladino, borracho y apostador que busca a toda costa lograr el respeto de su pueblo. Su fijación lo lleva a un largo recorrido de frustración, pleito y engaño para finalmente toparse de frente consigo mismo, o se logra ver a si mismo a través de los ojos de los otros.
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Cuando en 1961 Mifune fue entrevistado en Japón por el periodista cubano Aldo Isidrón del Valle, éste quedó sorprendido cuando el actor le leyó en voz alta, pausadamente, un artículo de una revista escrito en español. Advertido de su asombro, Mifune le dijo que durante meses recibía clases de lengua española, “pues voy a México a filmar una película con el director Ismael Rodríguez; tiene un título provisional: Ánimas Trujano. México queda cerca de Cuba ¿verdad?” Y es que para rodar esta extraña producción Mifune tuvo que aprender en un tiempo record a vocalizar en español, aprendiendo de memoria sus partes grabadas en una cinta, en la que un actor mexicano recitaba los diálogos que más tarde él tendría que decir frente a la cámara.
Su porte imponente, su facilidad de memoria con los idiomas extranjeros y la asociación larga con el aclamado director Akira Kurosawa, convirtió a Toshirô Mifune en el actor japonés más famoso de su tiempo, y fácilmente el más conocido para las audiencias occidentales. A menudo interpretó a un samurái o ronin, que por lo general era rudo y áspero (Kurosawa, una vez explicó que la única debilidad que pudo encontrar con Mifune y su capacidad de actuación era su "peligrosa" voz), invirtiendo el estereotipo popular de los gentiles samuráis de corte limpio. En películas como Los Siete Samuráis (1954) y Yojimbo el mercenario (1961), encarnó personajes que a menudo tenían una cómica falta de modales, pero llenos de sabiduría práctica, nobleza y experiencia; y en el caso de "Yojimbo", destreza en la lucha sin igual. Kurosawa valoraba a Mifune por su interpretación sin esfuerzo, por la emoción sin adornos, una vez comentó que él podía transmitir en tan sólo tres metros de película, una emoción; lo que para que el actor japonés promedio se requieren de diez metros.
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El título completo de la película es el de Ánimas Trujano (El Hombre Importante), y desde sus primeras imágenes un narrador (Narciso Busquets) nos introduce en el contexto físico y cultural de la historia a contar. Conocemos lo que son las mayordomías y la importancia para la gente del pueblo, con una tradición religiosa tan arraigada que tiene sus orígenes en el país desde la época colonial hasta la fecha.
En el estado de Oaxaca, hay varios pueblos que a través del año celebran en homenaje a sus principales santos una serie de festividades que llaman "Las mayordomías". Es el cura párroco del pueblo quien designa quién será el organizador y coordinador de estas fiestas escogiendo entre las personas de mayor solvencia moral y económica. Aquel en quien recae este honor se le llama: "Mayordomo". Estas fiestas se componen de actos religiosos y profanos ... misas ... bailes ....y comida. Por cuenta del mayordomo corren todos los gastos de la fiesta, que son muchos pues todo el pueblo queda invitado. Para los elegidos, este honor significa un sacrificio pero, ese hombre importante disfruta el poder agasajar a sus hermanos de raza y consolidar sus afectos. Si bien es cierto que estas costumbres perjudican notablemente la economía de la masa indígena también lo es que, la mayordomía es uno de los escasos motivos por el que nuestros indios abandonan su legendaria tristeza y se sienten felices, durante los tres días que dura cada fiesta. Y ésta es la historia de Ánimas Trujano que quiso ser "Mayordomo" porque necesitaba sentirse: "El hombre importante".
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La cinta se inicia cuando el hijo más pequeño de Ánimas Trujano (Toshirô Mifune) muere porque su arisco padre no está dispuesto a pedir limosnas para traer un doctor que lo cure. Aún le quedan su abnegada esposa Juana (Columba Domínguez), 3 hijas y otro hijo varón por mantener. Juana trabaja junto a sus hijos de sol a sol, mientras que Ánimas, orgulloso, se la pasa denostando los trabajos que se le ofrecen por no estar a la altura de sus pretensiones. La noche del velorio Ánimas se muestra contento porque hay mucha gente que vino a hacerles compañía, y eso le demuestra que tiene muchos amigos y es considerado alguien importante. Pero su desilusión comienza cuando se hace presente Tadeo (Antonio Aguilar), un indígena trabajador y responsable, anunciando que ha sido elegido para que sea el nuevo mayordomo del pueblo. Ánimas, que sueña con ser mayordomo, se enfurece y empeora cuando ve que la liviana Catarina (Flor Silvestre), con quien ha tenido un romance, se muestra demasiado interesada en Tadeo ahora que tiene dinero. Y es que el honor de ser mayordomo generalmente se entrega al más rico y respetado ciudadano, quién será el encargado de pagar los gastos de la fiesta anual de la virgen a la que todo el pueblo está invitado. El motivo que Ánimas tiene para ser mayordomo, no es el de complacer al pueblo, sino el de ganar el respeto y admiración de la localidad.
Juana es una mujer que ama a su marido, a pesar de ser un mantenido, borracho, flojo, apostador e ignorante. Su más grande anhelo es poner una tienda, ahorrar dinero para que luego su esposo sea algún día mayordomo. Tiene también sueños de comprar un pedazo de tierra, pues la que heredó de su padre fue malbaratada por su esposo. Juana le inculca a Dorotea, su hija adolescente (Titina Romay), que se interese por hombres que sepan trabajar la tierra, que la quieran y respeten, y a su hijo Pedrito (Pepe Romay) que no juzgue a su padre por su manera de ser. Ánimas le critica a Juana que está enseñando a los niños a ser peones y no a mandar, mientras que él intenta educarlos con dureza (“Su madre siempre los apapacha, yo les pego, porque los quero más”, les dice en una escena).

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Un día la familia consigue empleo en la mezcalera de un español (Eduardo Fajardo). Pero mientras Juana lleva las cuentas de los pesos del producto, Ánimas tiene que conformarse junto a su hijo con ser cortador de los magueyes y acarrearlos en burro hasta la fábrica. El dueño pronto se da cuenta de las deficiencias laborales de Ánimas, y no comprende cómo una mujer tan bella y responsable como Juana puede seguir casada con un hombre así. Mientras tanto, Belarmino, el hijo del patrón, se muestra interesado en Dorotea, y cuando tiene oportunidad de estar con ella a solas, la besa, y la muchacha, que no le es indiferente el atractivo muchacho, se deja besar y acariciar por él. Cuando Ánimas es corrido de la mezcalera por quedarse dormido y borracho, encuentra a su hija en brazos de Belarmino y lleno de furia por la deshonra ataca al joven y lo hiere de gravedad. Es entonces cuando es sentenciado a prisión por poco más de un año, pero su mujer y sus hijos comienzan a trabajar más duro para ahorrar todo el dinero posible y sacar a Ánimas de la cárcel. Dorotea sabe que cuando su padre esté libre y regrese a su casa no la perdonará tan fácilmente, pues ha tenido un hijo producto de aquel encuentro amoroso con el hijo del español, así que apoyada por Juana, decide irse lejos con un antiguo pretendiente (Jaime J. Pons), dejando al niño al cuidado de su madre.
Juana ahorra para pagar la fianza de Ánimas pero al reunir lo suficiente prefiere comprar un terreno. Al salir libre Ánimas se enoja con ella y se va con la prostituta Caterina, que lo deja cuando el pierde su dinero en peleas de gallos. Un brujo (José Chavez) le aconseja vender su alma al Diablo pero sólo le roba dos gallinas. Entonces el patrón le ofrece dinero por su nieto y Ánimas, cegado por la ambición, se lo da, aunque Juana se opone. Con el dinero Ánimas logra ser mayordomo de las festividades locales (“El pobre de ánimas trujano se murió. Ahora está naciendo el señor mayordomo”, sentencia el protagonista), aunque en realidad lo designan para ver si así se aplacan sus rencores. Sin embargo, ya en plena fiesta, Ánimas Trujano comienza a percatarse de que, aunque se le hagan las reverencias obligadas, no goza en modo alguno de la simpatía popular. Ha conseguido el poder, pero no la aceptación, el título, pero no el reconocimiento de sus coterráneos…

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En Ánimas Trujano (El Hombre Importante), Ismael Rodríguez nos muestra fiel a su estilo una metáfora que, aunque conocida, resulta muy agradable e interesante de ver. El director deja al desnudo los deseos del hombre que habita en el México pobre, el México olvidado. Retrata de gran manera cómo es la vida de los indígenas y cómo pueden transformarse y perderse por la ambición. Para ello utiliza a Toshirô Mifune, que interpreta el papel de "Ánimas" de manera soberbia y espectacular.
Ya se ha dicho que Mifune aprendió a hablar español básico (muchos de sus parlamentos fueron memorizados fonéticamente) y con su amplia experiencia y talento dio vida a un personaje ladino, irresponsable y borracho que en algunos casos no se diferenciaba tanto de sus roles en las películas de Kurosawa (recordemos al iracundo "Kikuchiyo" de Los Siete Samuráis).
Sin embargo, por su fuerte acento oriental y por fines dramáticos, se decidió que la voz de Mifune fuera doblada por un actor mexicano, el mismo que abre el filme como narrador, solo que para esta ocasión habla a la usanza indígena. Nos referimos a un actor con amplia experiencia en el cine de entonces: Narciso Busquets (1931-1988). Esta decisión, contrario a lo que pudiera pensarse, no demeritó para nada la gran actuación brindada por Toshirô Mifune, ya que también hizo muchos ejercicios para que sus movimientos de labios y gestos, estuvieran sincronizados. Y el espectador actual que no esté enterado de este dato, tomaría por propia la voz de Mifune en la película. Fue una labor de doblaje convenientemente cuidada y bien ejecutada.

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Esta no fue la única vez que el actor japonés fue doblado en la pantalla. En los papeles de sus primeras películas en inglés, como Grand Prix, realizada en 1966, aprendió sus líneas fonéticamente. Esto había tenido un éxito limitado y su voz fue doblada a menudo por Paul Frees. En el momento en que hizo Sol Rojo en 1971 se había convertido en algo más competente en el idioma, y su voz en inglés se escucha ampliamente en una película de Occidente. Aunque siempre estuvo decepcionado de que no tenía una carrera más grande en occidente. Su más prominente aparición en una película en idioma inglés fue el papel del almirante "Isoroku Yamamoto" en Midway (por lo que fue doblado de nuevo por Paul Frees).

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En Ánimas Trujano, la interpretación del pendenciero y borracho anti-héroe que empieza por desesperarnos, sigue por causarnos desprecio y al final le tenemos cariño, y por que no, hasta admiración, se lleva las palmas, así como la película, una película que mas allá de la curiosidad de ver a Mifune con sombrero mexicano no fue ninguna broma, tiene esa importante carga de drama social del mejor cine mexicano de la época.
Es de reconocerse además el gran desempeño del elenco así como el atinado casting, la elegante y en algunos momentos expresionista fotografía (en un contrastado blanco y negro), una ágil narrativa y sobre todo una historia que se aleja de lo convencional, especialmente para su tiempo, que nos presenta al indio flojo, sí, pero con una esposa independiente y trabajadora, que saca adelante a la familia y se supera, también el conflicto de las tradiciones indígenas-paganas con la iglesia, y como ambas se funden y crean una pintoresca forma de vida (recordemos como Trujano, indio convenenciero, no duda en recurrir al diablo o a elementos paganos cuando no recibe lo que espera de Dios) , la explotación del progreso (aquí representado por un rubio empresario español) que aunque a veces se presenta tiránico otras también tiene atracción no solamente física por la esposa indígena, sino incluso admiración.

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Con un metraje de 100 minutos, la cinta fue filmada en lugares del estado de Oaxaca (Tlacolula, El tule, Xoxocotlán, Zaachila, Guilapan de Guerrero, Loma Larga, Monte Albán), y fue mandada como representante mexicana al Festival Internacional de Cine de San Francisco en 1961, donde consiguió el premio Golden Gate a Mejor Película. Tras este importante reconocimiento, fue estrenada en México el 10 de Enero de 1962, y luego fue nominada por la prensa extranjera en Hollywood a los Globos de Oro en la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera, donde resultó triunfador el filme italiano Dos Mujeres (La Ciociara, 1960), de Vittorio De Sica, protagonizada por Sophia Loren, Jean-Paul Belmondo y Eleonora Brown. Al no ganar el Globo de Oro, la película de Ismael Rodríguez se hizo acreedora al premio Globo de Plata junto con la alemana Der Brave Soldat Schwejk (Axel von Ambesser, 1960), la otra nominada en dicha categoría, en lo que venía a ser como el reconocimiento a las finalistas de la terna principal.

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El 25 de enero de 1962, Toshirô Mifune obtiene el premio Blue Ribbon como Mejor Actor gracias a su sobresaliente actuación en dos cintas, una mexicana y otra española: Ánimas Trujano (El Hombre Importante) y Yojimbo el mercenario, respectivamente.

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La grata sorpresa para nuestro país fue el enterarnos de que la película mexicana sobre un indígena oaxaqueño interpretada por un actor japonés, lograba hacerse con la nominación al Oscar en la quinteta de Mejor Película Extranjera. Era el año en que Sofía Loren se convertía en la primera italiana en ganar la estatuilla dorada como Mejor Actriz por su desgarradora interpretación en Dos Mujeres (La Ciociara, Vittorio De Sica, 1960); también era el año en que Federico Fellini conseguía su primera nominación como Mejor Director gracias a La Dolce Vita (1960), y que en distintas candidaturas competían cintas como Desayuno con Diamantes (Breakfast at Tiffany’s, Blake Edwards, 1961), La Calumnia (The Children’s Hour, William Wyler, 1961), Esplendor en la Hierba (Splendor in the Grass, Elia Kazan, 1961), Los Juicios de Nuremberg (Judgment at Nuremberg, Stanley Kramer, 1961), El Buscavidas (The Hustler, Robert Rossen, 1961), Los Cañones de Navarone (The Guns of Navarone, J. Lee Thompson, 1961), Fanny (Joshua Logan, 1961), El Rostro Impenetrable (One-Eyed Jacks, Marlon Brando, 1961), El Cid (Anthony Mann, 1961), y hasta la cinta japonesa Yojimbo el mercenario (Yôjinbô, Akira Kurosawa, 1961). A todas ellas, se impuso un musical ganador de 10 estatuillas doradas, incluyendo Mejor Película y Mejor Director: Amor sin Barreras (West Side Story, Jerome Robbins y Robert Wise, 1961), protagonizado por Natalie Wood, Richard Beymer, Rita Moreno, George Chakiris y Russ Tamblyn.

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Las nominadas como Mejor Película Extranjera eran:
Amor Inmortal (Eien no hito, Keisuke Kinoshita, 1961), melodrama japonés que está segmentado en capítulos temporales. Las fechas son las de 1932, 1944, 1949, 1960 y 1961, año de filmación de la película. Las primeras tres se corresponden con situaciones bélicas: en 1931 Japón gobierna Manchuria, poco antes de la segunda guerra chino-japonesa, y de China vuelven los protagonistas masculinos de la historia; la segunda y la tercera están relacionadas con la Segunda Guerra Mundial y cierto accidente geográfico con la bomba atómica. La protagonista femenina es Hideko Takamine -actriz preferida de Mikio Naruse- y encarna a la hija de unos campesinos que es violada por el hijo del señor del pueblo, un muchacho que vuelve de la guerra lisiado y se casa con ella después de forzarla, sólo para competir con el hombre que ella ama, un chico de rango inferior a quien él envidia. Este último es quien menos aparece en la película, pero alrededor de él gira el vínculo matrimonial de esa pareja unida no por el amor, sino por el espanto.

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Harry y el Mayordomo (Harry og kammertjeneren, Bent Christensen, 1961), una comedia familiar danesa ambientada a finales de los años cincuenta en Dinamarca, narra la historia de Harry (Oswald Helmuth), un pobre recadero entrado en años que vive en una choza hecha de chatarra. A menudo tiene que lidiar con Krause (Olaf Ussing) el comerciante de coches que trata de echarle del lugar. Un día Harry recibe la noticia de que ha heredado una gran suma de dinero. Al principio está confuso y no sabe qué hacer, aunque enseguida decide que lo que quiere tener es un mayordomo para tener un ambiente más agradable en su casa. Sus amigos lo toman por loco, aunque le ayudan en la búsqueda del perfecto sirviente y a pesar de que el mayordomo (Ebbe Rode) en un primer momento hará ascos a su nueva situación, con el tiempo se hará gran amigo de su jefe, que se presenta como una persona de carácter agradable, agradecido y conciliador, que se siente agasajado no solo por la presencia de un sirviente, sino también por su ayuda y su apoyo moral. Esta película fue nominada a la Palma de Oro del Festival de Cannes en el mismo año, sin embargo solo consiguió dos Premios Bodil: El premio a la Mejor Película danesa y el premio al Mejor Actor Secundario, que lo recibió Henning Moritzen, por interpretar a un cómico amigo de “Harry”.

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Plácido (Luis García Berlanga, 1961), comedia costumbrista española también nominada a la Palma de Oro en 1962 (la ganaría la cinta brasileña El Pagador de Promesas, de Anselmo Duarte), está situada en una pequeña ciudad de provincias, donde a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados disfruten por una noche del calor y el afecto que no tienen, compartiendo la Nochebuena con familias pudientes. En medio de los preparativos se encuentra Plácido Alonso (Casto Sendra, “Cassen”), que ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, llevando una estrella navideña, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ese mismo día de Nochebuena vence la primera letra del motocarro, que es su único medio de vida… ¿encontrará el dinero que necesita en la caridad de sus adinerados protectores?

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Y finalmente la ganadora de la estatuilla oscaril como Mejor Película Extranjera fue el largometraje sueco Como en un Espejo o también llamada A Través de un Vidrio Oscuro (Säsom i en spegel), de Ingmar Bergman, que al año siguiente sería nominada en la categoría de Mejor Guión Original (Bergman). En ella, durante un hermoso verano, un escritor (Gunnar Björnstrand), siempre demasiado ocupado y de temperamento frío y distante, va a pasar unos días con sus hijos: un adolescente y una joven con problemas mentales que está casada con un médico que la cuida con gran ternura. Su estancia en la isla donde viven sus hijos desencadena una crisis que los afecta a todos, pero especialmente a él, porque toma conciencia de su incapacidad para darle a su familia lo que espera de él. Y es que todo para él es materia literaria, por lo que se siente distante. Karin (Harriet Anderson), la hija, padece una esquizofrenia latente. En trances semihistéricos delira con un mundo paralelo donde encontrarse con Dios. Minus, el hijo adolescente, está agitado por un torrente hormonal que carga de tensión sexual la relación con su hermana. Martin (Max von Sydow), el yerno, resignado y fatalista, cuida como médico a su esposa pero no consigue conectar con su núcleo inestable. Los 4 personajes se encuentran en crisis por razones distintas y los cuatro viven replegados sobre ellos mismos, ensimismados, psicológicamente aislados y ocupados en resolver por ellos mismos los problemas que les inquietan y los desgarros que les duelen. La frialdad de las relaciones familiares se da asociada a una atmósfera contenida, pero potente, de deseos en ebullición, de apremios emocionales y de urgencias sexuales, ampliados por el aislamiento, las frustraciones, la relajación vacacional, la calma mórbida del oleaje y la calidez estival. El film refleja las grandes preocupaciones del realizador: las dudas sobre la existencia de Dilos, el temor a la muerte, los problemas del matrimonio, la infidelidad conyugal, el incesto, la incomunicación. El film se refiere al silencio de Dios, su falta de respuesta ante los problemas de los seres humanos, su aparente indiferencia ante el dolor, su ausencia permanente. Bergman volverá sobre este tema en dos films posteriores (Los Comulgantes, 1962, y El Silencio, 1963), que conforman con el presente la “Trilogía sobre el silencio de Dios”.

México en el Oscar: Ánimas Trujano

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En la entrevista que José Antonio Fernández le hizo a Ismael Rodríguez, el director expresó sentirse arrepentido de haber rodado Ánimas Trujano en blanco y negro porque a pesar de la hermosa fotografía de Figueroa, no resultó un éxito de taquilla a los que estaba acostumbrado, y es que en 1962 el público denostaba las cintas en blanco y negro por el lujoso color y formatos de pantalla ancha en el cine: “La televisión no quiere material en blanco y negro, hoy ya no lo aceptan tan fácil. Cuando es Pedro Infante si lo quieren. Yo me arrepiento de no haber hecho la película Ánimas Trujano a color. Si la hubiera hecho a color habría sacado el doble de dinero. Lo mismo me sucedió con El Niño y el Muro (1964), que no debimos hacerla en blanco y negro.”
En otra entrevista, esta vez concedida a Rogelio Segoviano el 17 de agosto de 1994 para el periódico El Nacional, se le cuestionó sobre cuál película de su amplia filmografía escogería. Rodríguez Ruelas respondió: “Muchos dirían cuál es la cinta más vista y de mayor éxito: Nosotros los pobres. Los intelectuales, sin dudarlo, dirían: Los hermanos del hierro, que es la que menos dinero ha dado. Alguien preferiría Dos tipos de cuidado, la mejor comedia ranchera que se ha hecho en México. Otros Tizoc, que hizo ganar a Pedro Infante el Oso de Oro en el Festival de Berlín. ¿Con cuál me quedo? Esa sí que es una pregunta muy difícil”.

México en el Oscar: Ánimas Trujano

México en el Oscar: Ánimas Trujano


El buen sabor de boca que dejó para Rodríguez la colaboración con Toshirô Mifune, hizo que comenzará a planear un nuevo proyecto para él actor oriental después de la mencionada nominación al Premio de la Academia. Y es que Rodríguez se había convertido en el segundo cineasta mexicano que había tenido una película nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera (el primero fue Roberto Gavaldón, con Macario, en 1961). La historia que eligió fue la de El Hombre de Papel basada en una historia “El Billete” de Luis Spota. La película gira alrededor de las vicisitudes de un pepenador mudo que al encontrar un billete de 10 000 pesos desencadena la codicia de quienes lo rodean. En la etapa más ambiciosa de su carrera, Rodríguez trajo a la italiana Alida Valli, actriz que había protagonizado Livia (Senso, 1954) de Luchino Visconti, para prestigiar este excesivo melodrama en el que dio rienda suelta a su gusto por lo populachero y por los derroches sentimentales, y agrupó un cuadro de actores de sólida y respetada trayectoria, como Luis Aguilar, Columba Domínguez, Rita Macedo, Noé Murayama, David Silva, Susana Cabrera, Alicia del Lago y José Ángel Espinosa Ferrusquilla, por poner un ejemplo. Sin embargo, Toshirô Mifune declinó la invitación por compromisos adquiridos anteriormente (haría tres películas en 1962 y cuatro en 1963), por lo que el papel principal fue a parar a Ignacio López Tarso (el protagonista del Macario de Gavaldón), creando una de sus mejores interpretaciones, que le supusieron reconocimientos dentro y fuera del país. Mifune no volvería a actuar en otra producción mexicana, y sería hasta 1992 cuando Rodríguez recibiera un Ariel de Oro de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas por la trascendencia de su obra.

México en el Oscar: Ánimas Trujano

México en el Oscar: Ánimas Trujano


Ninguneada a través de los años por la historia de la cinematografía nacional, y disponible hasta hace muy poco en un más que decente DVD, Ánimas Trujano (El Hombre Importante) es no solamente una de las mejores películas de la llamada época de oro, sino una de las mejores en toda la historia del cine mexicano.

México en el Oscar: Ánimas Trujano

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Por  Fernando Meseguer Cruz
publicado el 29 abril a las 04:53

Excelente, pro hay un dato que creo que no esta bien, que yo sepa el narrador de principio de la película, nose Narciso Busquet, sino julio alemán.