Revista Psicología

¿Mi ansiedad es la culpable de que coma malos alimentos, o son los alimentos los que aumentan mi ansiedad?

Por Ariadnagonzalez

 Relación de emociones y alimentación

¿Mi ansiedad es la culpable de que coma malos alimentos, o son los alimentos los que aumentan mi ansiedad?Cuando nos enfrentamos a un diagnóstico de cualquier patología, es común presentar cuadros de ansiedad más o menos severos. Dicha ansiedad es lógica y fisiológicamente esperada ante la incertidumbre y el miedo de lo que pueda deparar en un futuro la enfermedad. Pero las herramientas que cada paciente utiliza para relajar esos momentos ansiosos, pueden hacer que se gestione de forma saludable, o por el contrario, agravar los síntomas y convertir el día a día en un círculo vicioso negativo que acabe empeorando el estado anímico y físico del paciente, dificultando a su vez la recuperación de la patología diagnosticada.

Una de las herramientas que calman con más facilidad altos niveles de ansiedad es la comida. Es más común de lo que parece encontrar en consulta pacientes que reconocen comer en muchas ocasiones sin tener necesidad de ello. Estos patrones de ingesta vienen dado por los cambios hormonales generados en el cerebro y por sistemas de recompensa que se activan al comer.Y es que el comer nos da placer.  En 2013 en la Universidad de Alabama se realizó un cuestionario sobre qué alimentos son los más deseados y los motivos que impulsan a comerlos. Dejando a un lado los alimentos más demandados (cada cual puede conocer sus debilidades), la lista de razones para comenzar a comer eran sobre todo emocionales, sociales o psicológicas. Ejemplos: “olvidar preocupaciones”, “los amigos presionan”, “fiestas y celebraciones”, “estoy deprimido”, “momento de placer”, “aburrimiento”, “olvidar problemas”,…  Estas necesidades demandadas están muy muy alejadas del típico balance energético que indica que comemos para nutrirnos  y que la solución para equilibrar energía está en “menos plato y más zapato”. Ojalá fuera tan simple!!!La regulación de apetito y saciedad está mediada por el hipotálamo. Pero esta regulación es más compleja de lo que pueda parecer. Existen multitud de señales internas y externas que influyen, y entre ellas puede interferir el circuito de recompensa que muy a menudo se activa con ciertos alimentos más placenteros. Dicho circuito también es bastante complejo pero tenemos un neurotransmisor protagonista en él, que es la dopamina.Cuando un alimento tiene sabor potente y placentero tiene capacidad de activar el circuito de recompensa elevando este neurotransmisor y sintiendo satisfacción por el momento de placer alimentario vivido. Si este acto puntual, se utiliza de forma reiterada para calmar la ansiedad, es muy susceptible de convertirse en rutina. Cuando nos encontramos en este punto, nuestro cerebro es capaz de predecir el momento placentero antes de que suceda. Por ejemplo, si asociamos la merienda a: “me encuentro triste y decaída, voy a tomarme un dulce”, y esto se repite en el tiempo, tu cerebro es capaz de segregar dopamina antes de ingerir ese dulce anticipándose al momento de recompensa  y se eleva aun más su concentración en el momento puntual del consumo del dulce.El círculo de recompensa que se activa con estos alimentos, hace que en el momento de su consumo prevalezca la sensación de placer antes que la saciedad, por eso es difícil parar de consumirlos. Siempre paramos tarde, cuando el estómago se resiente y las calorías consumidas se han multiplicado por 3 a las gastadas en un día por tu metabolismo.

¿Podemos hacernos adictos a los alimentos?

Mi respuesta es sí. Bien sabemos que nadie sufre de trastorno por atracón a 3 kilos de lechuga. Pero si que podemos identificar y clasificar alimentos preferidos en momentos ingesta por placer. Y es que se ha demostrado que azúcar, sal y grasas, y más aun la mezcla de los tres ingredientes provocan una elevada activación del circuito de recompensa anteriormente mencionado. Y  la industria alimentaria lo sabe, y por eso se ha encargado de crear y poner a nuestra  libre disposición en supermercados y todo tipo de establecimientos, las 24 horas del día toda variedad alimentaria carente de riqueza nutricional pero muy elevada en sensaciones placenteras  generadas y calorías vacías por supuesto.Todo tipo de refrescos, snacks, bollería, gominolas, chocolate, bolsas de patatas, salsas,  fast food… son ejemplo de productos alimenticios a los que somos susceptibles de caer de forma impulsiva para dar a nuestro cuerpo “un momento merecido”.El problema viene cuando intentamos acabar con la rutina generada. En esos momentos, cuando el capricho se reprime, los niveles de dopamina que siguen elevándose recordando el momento de recompensa rutinaria, y al intentar reprimir ese momento, los niveles de dopamina bajan bruscamente. Esta negación del deseo ocasiona  a nivel emocional sentimientos de frustración, tristeza o ansiedad por no satisfacerlo.La frustración continuada hace fácil caer de nuevo en el consumo, convenciendo  a nuestro cerebro con ideas como “bueno por un heladito no me va a pasar nada” y volvemos de forma inconsciente a un consumo repetitivo de alimentos procesados ricos en grasas, sal y azúcar.El consumo de estos alimentos innecesarios hace que las señales de apetito y saciedad se distorsionen, es decir, a mayor consumo más necesidad repetir. Y en esos momentos cuando nuestra relación de emociones y alimentación cada vez se realiza de forma más impulsiva y peor calidad. Afectando a nivel físico y psicológico e incluso dificultando el proceso de tratamiento y recuperación de la enfermedad diagnosticada por la malnutrición asociada. Esta correlación es difícil de detectar, porque los efectos perjudiciales son a largo plazo, no culpamos nunca a los alimentos. Desde el tratamiento Dietético y Nutricional, los Dietistas-Nutricionistas tratamos con las herramientas necesarias y según el perfil del paciente, de reeducar la mente y enseñar al paciente a afrontar de otro modo esos momentos de descontrol alimentario. Mostrando que es posible salir de una adicción difícil de parar, pues tenemos “la droga” presente en todo momento tentándonos a caer de nuevo.  Posdata: la que escribe fue una adolescente con trastorno por atracón, rehabilitada. Es posible tomar el control a pesar de los “boicoteadores” que se pongan en el camino.Anabella Lara Redondo Dietista-Nutricionista Colegiada Nº AND 00445Especializada enNutrición clínica y Etapas Vitales

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