2018 ha sido para mí un año deleznable, horrendo, absolutamente deprimente, donde prácticamente todo lo que podía ir mal ha ido mal y en el que ha habido más palos que en doce partidos de golf combinados.
Sorprendentemente, resulta que lo lamentable de dicho año me ha llevado a ver ciertas cosas con perspectiva y a hacer algo que para mí representaba el nivel máximo de terror existente: cantar delante de gente.
Ya sé que no tiene mucho sentido tenerle miedo a cantar, pero cada uno tiene lo suyo, DEJADME.
Bueno, pues eso, que a lo mejor un mal año tiene hasta consecuencias positivas. Si queréis ver la explicación en vídeo, aquí está:
Saluditos y a ver si 2019 viene un poco más tranquilo.