Revista En Femenino

Mi embarazo: semana 7

Por Lectoraprofeymama

¡El tiempo pasa volando! Ya llevo dos faltas de la regla, cumplo dos meses de embarazo. Lo bueno es que de pronto nos parece que el primer trimestre está casi controlado; lo malo, que esta semana ha sido, de momento, la más dura en cuanto a síntomas. ¡Pero ojalá sea esto lo peor que me toque pasar en mi embarazo!

Como cada semana, voy a contaros los cambios más relevantes durante mi séptima semana de embarazo.

Imagen tomada de babycenter

Imagen tomada de babycenter

 Nuestro bebé: El embrión ha crecido, mide 1,3 centímetros (aproximadamente el tamaño de un garbanzo) y pesa medio gramo. Empiezan a formarse sus párpados, la mandíbula y la naricita. También empieza a desarrollarse el cordón umbilical. Los brazos y piernas se han alargado un poco y terminan en una especie de paleta que va a empezar a dividirse en sus deditos, de momento unidos por una fina membrana. Ya se mueve bastante, pero es tan pequeño que no roza las paredes del útero con sus movimientos, por eso es demasiado pronto para notarlo. ¡Me muero de ganas!

 ¿Barriguita?: de momento mi peso no ha aumentado y el estreñimiento es ya cosa del pasado, pero yo me noto una leve barriguita, lo suficiente para que me apriete el pantalón, pero que pasa completamente desapercibida, pues es tan pequeña que se confunde con la barriga de regla o la hinchazón por estreñimiento.

 Pezones pigmentados: Mis pechos siguen grandes y algunos sujetadores empiezan a molestarme (voy a tener que salir de compras), pero de momento el crecimiento parece haberse detenido un poco. Sin embargo, de pronto noto que tengo los pezones «morenitos», ¡pero la piel del pecho sigue blanca!.

 Náuseas: al final resulta que voy a ser de ese porcentaje de mujeres que sienten náuseas matinales y no tan matinales, porque a veces vienen por la noche. Por la mañana, he descubierto que comer tomate natural me alivia mucho (por ejemplo, pan tostado con mucho tomate). Por la noche no lo he probado, porque la matrona me dijo que la verdura cruda, a mediodía y por la noche mejor cocida. Una patata asada me ha sentado bien en este caso. De momento no llego al vómito (yo nunca he sido de vómito fácil), pero es desagradable e incómodo.

 La comida es un sufrimiento:  como porque sé que tengo que comer y porque cuando no como me encuentro peor, pero nunca me apetece comer nada, no hay nada que me llame o que me apetezca, no como por placer sino por trámite. Lo único que me llama a gritos es una lata de anchoas «calidad suprema» que está en el frigo desde las pasadas fiestas: el último resto de una cesta de navidad estupenda que nos regaló mi padre. Lo malo es que las anchoas están en salmuera y no han sido cocinadas, así que no debo comerlas. Y estas anchoas son para ponerlas en un buen pan con tomate, no para meterlas en una pizza, ¡sería un desperdicio!

:(

 Superolfato de embarazada: ya he desarrollado mi primer superpoder de embarazada, ¡pero no lo quiero! A ratos mola, sobre todo para fardar: cuando adivino desde el salón lo que mi marido acaba de sacar de la nevera. Pero la mayor parte del tiempo es un asco, porque el sentido del olfato también me está provocando náuseas. Lo peor vino hace dos noches, que estaba yo en la cama y mi marido subió más tarde, quiso abrazarme… y le tuve que pedir que se apartara, porque el olor a tabaco me estaba revolviendo el estómago. Me sentí muy culpable, porque él es muy sensible y porque no quiero presionarle con el tema del tabaco: si lo deja, quiero que sea decisión suya. ¡Pero es que el olor era insoportable! Le he pedido que se lave los dientes y la barba (sí, lleva barba) antes de venir a dormir, porque me encanta que durmamos abrazados y no quiero perdérmelo.

 Dolores de cabeza:  he tenido varios, alguno bastante fuerte, que se me «agarra» en el nervio ocular como una migraña. Pero claro, no quiero tomar medicación dentro de lo posible (creo que sí podría tomar paracetamol, pero si antes de estar embarazada intentaba encontrar remedio al dolor antes de medicarme, ahora estoy intentando aguantar aún más: bebo agua, como algo, cierro los ojos un rato e intento relajarme…). Sea como sea, no deja de ser un poco incómodo. Todo sea por mi peque.

 Tristeza: ya lo he contado en el blog, he pasado un par de días bastante triste sin tener en realidad un motivo de peso, imagino que son las hormonas jugándome malas pasadas pero no me ha gustado sentirme así. Este embarazo llevo deseándolo toda la vida y cuando por fin se ha realizado mi sueño me resulta desconcertante sentir tantas ganas de llorar de vez en cuando.

 Estoy siempre cansada y siento que me falta el aire al hacer algunas actividades cotidianas.

 También sigo orinando a todas horas:  este tema, junto con las náuseas, se me está haciendo muy pesado. Por las noches son al menos dos paseos al baño, y luego me cuesta recuperar el sueño.

 


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