Los traficantes
preguntaban quién los acompañaría a Umán, un municipio de Yucatán, a un evento
donde pondrían su mesa y harían lo que saben hacer, solicité acompañarlos,
quedamos a las 8:30 am en un punto intermedio y llegando al lugar con 3 minutos
de retraso me uní a ellos en el automóvil y nos fuimos hacia donde está ubicado
el Paralibro.
Cuando llegamos
y nos acercábamos al lugar comenzamos a buscar el Paralibro, uno de los
traficantes preguntaba - ¿no es ése de ahí? Veo algo, ¿no es ese?- decía
apuntando hacia algún punto en el centro de la plaza, mientras la rodeábamos en
el auto el otro traficante con barba y yo tratábamos de agudizar nuestra vista
para poder localizar el Paralibro mas no podíamos verlo, hasta que de repente
el espacio entre los árboles, bancas y demás cosas nos dejaron ver el famoso
Paralibro. En mi mente, cuando lo ví dije- ¡que genial!- sí, lo dije en mi
mente. Encontramos un lugar para aparcar el auto y fuimos hacia él a
encontrarnos con la persona que estaba encargada y que había invitado al
traficante de letras, pero no estaba.
Mientras esperábamos, pudimos admirar más de cerca y a detalle el
Paralibro. El Paralibro, físcamente es como un paradero de autobuses, pero en
los costados tiene repisas con libros de todo tipo, protegidos en una vitrina
de cristal y cerrados con unas puertas de metal con candados. Mientras lo
rodeábamos, no sentamos, probamos la banca, nos emocionamos al momento de
reconocer algunos títulos de los libros y al descubrir otros que nos llamaron
la atención y que queríamos tocar, oler, ver y leer en ese momento, pero para
mala fortuna de nosotros el Paralibro aún no abría. Esperamos unos minutos
mientras platicábamos, unos minutos antes de las nueve llegó Grisel, encargada
de abrir el Paralibro, la saludamos y aún seguíamos con ansias de que abriera
las vitrinas del Paralibro para ver mejor qué libros había dentro, nos encantó
encontrar muchos ejemplares, más de los que habíamos calculado, y más
interesantes de lo que habíamos imaginado. Apenas abrió las vitrinas nos lanzamos
a ver el contenido: libros ilustrados para niños y niñas, libros con secuencia
de imágenes, libros ilustrados de Moby Dick y Hugo Cabret (por el que fuimos
inmediatamente), libros de misterio, novelas nominadas al Nobel, pequeños
libros con imágenes secuenciales que nos maravillaron, y un mundo más de libros
en el que queríamos poner nuestras manos pero no nos eran suficientes, quería
ser como la diosa Kali y tener muchos brazos para poder agarrar todos los
libros pero no pude.
Ya pasada la
sorpresa y la fascinación, los traficantes fueron por sus herramientas, una
mesa, una lata con calcas y un diablito de carga con su propiedad (temporal) más preciada: LIBROS
colocaron su mesa y comenzaron a sacar las decenas de libros que tienen, los acomodamos
y uno de ellos colocó el cartel con la siguiente leyenda: INTERCAMBIO DE
LIBROS.
Sí, los chicos de Traficante de Letras se encargan de una mesa itinerante para
intercambio de libros, cualquier persona puede llevar un libro y llevarse otro
u otros que le interesen, de esta manera
personas desconocidas, y que probablemente nunca se conozcan, intercambian
libros entre sí. Los traficantes, llevan esto a diferentes partes de la ciudad en
diferentes eventos y comparten con los demás su amor por la lectura.
ParaLibros y TRaficante de letras
Siguió pasando el día y las personas comenzaron a acercarse, algunas un poco tímidas preguntando cómo podían llevarse un libro, muchos niños y niñas fueron al Paralibro a leer y a llevarse otro libro a su hogar para leerlo, y así siguieron pasando las horas, nosotros platicando y leyendo, leyendo y platicando, y las horas pasaban sin nosotros darnos cuenta. Al llegar el medio día el evento de el Traficante de letras terminaba y el paralibros cerraba de nuevo sus vitrinas pero no sin antes liberar algunos libros, nos decidimos por cuáles dejar libres y comenzamos a escribir un mensaje para el lector que los encontrara, nos esparcimos por la plaza con libros en la mano y comenzamos a dejarlos en diferentes puntos del parque, los teléfonos públicos, las bancas, junto a un árbol y a lado de algunas personas, yo hice esto como algo lleno de misterio queriendo saber si al final alguien encontraría ese libro, lo leería y se lo llevaría a casa, o si terminando de leerlo lo dejaría donde lo encontró, me dejaba con el suspenso y la emoción de saber que alguien disfrutaría de esa lectura sin saber quién se le había proporcionado el libro. Terminando nos reunimos de nuevo, guardamos las cosas de traficante en su contenedores, nos despedimos de Grisel y nos fuimos de regreso al auto espiando los libros libres para saber si alguien ya lo tenía en las manos, nos llevamos la sorpresa de que varios ya tenían nuevo dueño y nos sentimos felices y emocionados por esto., y así regresamos a Mérida, el lugar donde vivimos, por mi parte regresé emocionada por la experiencia, con un nuevo libro para disfrutar (El túnel) y una nueva experiencia que contarles.
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