Revista Diario

Mi niño es el mejor. El tuyo, no tanto

Por Sandra @sandraferrerv
Mi niño es el mejor. El tuyo, no tantoEn el enunciado hablamos del mismo niño. Con la misma madre y el mismo padre pero foco, a menudo, de comentarios absolutamente subjetivos.Si nos fijamos bien y escuchamos atentamente a las madres que nos rodean, y a nosotras mismas, que un poco de autocrítica no va mal en absoluto, el adverbio posesivo (¡¿aun me acuerdo de semejante palabreja?!) se modifica ligeramente. Depende de la situación y del logro, mejora o error del pequeño, resulta que cambia de dueño como aquella mítica falsa moneda. Pongamos algún ejemplo: - Es que mi niño es taaaaaaan reguapo. - Mi niño es el más listo de todos.- Mi niño se porta taaaaaan bbbbbbbien.Siempre enfatizando los adverbios (ya que he recordado la palabreja la repito) por si a alguien le quedaba alguna duda.Pero hay como el pobrecillo cometa algún error. Delante de las otras mamás-contrincantes callamos bajo una sonrisilla educada y esperamos a lleegar a casa a buscar la razón de todo mal. Vamos que mejor que su sufrido padre se esconda porque será sobre él sobre el que caerá toda la ira maternal. - ¡¡Has visto lo que ha hecho TU hijo!!- ¡¡Ha ver si le dices a TU hijo que no se dicen palabrotas!! Con el tono de ofensa más exagerado que una madre coraje puede sacar de lo más profundo de su alma.En fin. Que sí. Es cierto. Las madres queremos que nuestros retoñetes sean los más buenos, guapos, listos y educados del mundo. Asumir alguno de sus defectillos pues... sí. Cuesta. Y claro, culpar a la otra parte implicada en el acto de la concepción... es una fácil salida.

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