Revista Cultura y Ocio

Mi nombre era Eileen. Ottessa Moshfegh

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Mi nombre era Eileen. Ottessa Moshfegh
     "De haberme visto entonces, probablemente me habríais tomado por una de esas chicas que se ven en un autobús cualquiera de una ciudad cualquiera, una de esas chicas que leen un libro de la biblioteca encuaderno en tela sobre plantas o geografía, que quizá se cubren el pelo castaño con una redecilla. Podríais haberme tomado por una estudiante de enfermería o una mecanógrafa, quizá os habríais fijado en mis manos nerviosas, en mi pie que no deja de golpear el suelo, en que me muerdo el labio. No parecía nada especial."
     Conocí esta novela por el Premio PEN/Hemingway al mejor debut literario y después fue nominada al Man Booker Prize 2016 y al Premio Círculo de Críticos. Por eso, en cuanto se publicó en nuestro país me faltó tiempo para tenerlo en casa. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Mi nombre era Eileen.
     Conocemos a Eileen, aunque ahora ya no se llama así y han pasado muchos años desde que sucediera lo que nos relata. Narrada en primera persona, la protagonista nos cuenta su anodina vida llena de complejos, en una familia desestructurada, cuando era una joven de veinticuatro años, virgen y administrativa en u correccional. Y nos relata lo que sucedió la semana antes de que su vida cambiara y dejase de ser Eileen.
     Conocer a Eileen es conocer a un personaje especial. Una mujer joven que se oculta del mundo, se viste con la ropa de su madre muerta y envidia de algún modo a su hermana pequeña que se fue de una casa en la que vive atrapada con su padre, un ex policía alcohólico, y acumula rencores y complejos. No acepta su cuerpo ni su sexualidad, se pinta los labios porque su color natural le recuerda a sus pezones y jamás se atrevería a explorar lo que llama sus partes pudendas. Eileen es hostil con el mundo y el mundo hace algo peor que ser hostil con ella: el mundo ignora a Eileen. Y así la conocemos en un trabajo horrible, sin amigos, sin novios, sin nadie que le de una caricia o un buenos días por la mañana. Y sabemos desde las primeras páginas que todo eso ha quedado atrás, que un día Eileen desapareció de su ciudad y su casa, que algo sucedió. Ella lo va desgranando poco a poco en una historia que no escatima un solo detalle ni concede un ápice de piedad a la voz que la relata. Tampoco lo busca, ella no es amable y servil. No es el retrato de una víctima que se queda a servir a su padre, de hecho no lo hace salvo para acercarle una botella llena de ginebra. Y quizás por eso consigue ir calando en el lector más de lo esperado. Moshgfegh se encarga de eso al presentarnos a una mujer disconforme que echa la vista atrás una vez superado y casi olvidado todo, desde esa posición que otorgan los años para juzgar la propia vida. Y ya en el primer capítulo tenemos claro que Eileen no es una mujer sometida, ni conformista, que hay mucho más detrás, o dentro como le dice una compañera de trabajo nueva que tendrá mucho que ver con su punto de inflexión.
     Y así, poco a poco, muro tras muro vamos temiendo un final que desmerezca la novela. Conocemos a Eileen y cada una de sus corazas, y también sus pulsiones. Y empezamos a pensar que algo terrible planea sobre la historia sin acertar a adivinar el qué, el final, el impacto que llega cogiéndonos casi por sorpresa pero que, una vez descubierto, no podía ser más lógico. La novela se ha transformado en un túnel oscuro y pegajoso que se adhiere a la piel del lector, o tal vez en una de esas estaciones de metro que parece que jamás se limpiaron, o una cocina... el lector elige la comparación mientras reflexiona sobre todas esas personas que viven atrapadas en sus vidas ahogando gritos de auxilio o esperando esa gota que colme el vaso rompiendo sus muros. Y en si es bueno o malo, en qué es bueno o malo. En qué es Eileen. Y en lo mucho que nos hubiera gustado conocer a la Eileen de ahora y que nos relatase qué fue de su vida hasta el momento en que decidió comenzar a contar su historia.
     Mi nombre era Eileen me ha parecido una magnífica lectura con un lenguaje cuidado y lleno de frases que uno relee por el simple placer de paladearlas. Un gran thriller protagonizado por una inolvidable mujer, aunque ella decidiera justo lo contrario.
     Lo que más me gusta de descubrir una primera novela, es pensar en todas las que pueden venir después. Y sí, sigo premios literarios determinados como el PEN o el Booker. Y vosotros, ¿sois fieles a algún premio literario?
     Gracias.

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