La entrada de hoy es una segunda excepción, una como la que se merece Jessica Jones, la nueva serie basada en la heroína de Marvel que ha producido Netflix. Netflix merecería otra entrada aparte; no voy a hacer una hagiografía de la empresa, pero como consumidor uno no puede dejar de empalmarse con su servicio: por 11,99 € tienes hasta en cuatro pantallas simultáneas, echad cuentas y os lo podréis coger con unos amigos, porque por ahora a Netflix eso se la suda. Y tendréis acceso no solo a Jessica Jones, sino a Narcos, The Last Kingdom, Sense 8 y un montón de series más, muchas de Netflix y muchas que no, y películas, y documentales... En fin, ya tardáis.
Pero volvamos a Jessica Jones. La excepción a la que hacía referencia viene de que nunca escribo sobre una serie si esta no ha concluido, como hice con Hijos de la anarquía, The Corner o . Solo escribí sobre tras la primera temporada, y por motivos bien distintos a los de Jessica Jones. Pero es que la serie de Netflix es una maravilla. Me la recomendó uno de mis mejores amigos, y aunque al principio me acerque a ella con tibieza, no tardé mucho en caer en sus redes, como si el mismo Kilgrave, el Hombre Púrpura, me lo hubiera ordenado.
Lo que más me ha llamado la atención de Jessica Jones es su absoluta falta de épica, característica que suele envolver todo lo relacionado con superhéroes. El personaje de Jessica Jones es casi un antihéroe, una mujer joven, nihilista, alcohólica y bastante misántropa, pero que, en realidad, guarda sentimientos: Krysten Ritter demuestra con creces que puede hacer mucho más que ser un personaje secundario de Breaking Bad. No hay épica, ni alardes técnicos y de efectos especiales con los que demostrar los súperpoderes de los personajes en cuestión, más allá de algunas explosiones y saltos; y, en su lugar, se nos obsequia con un realismo un tanto sucio, una trama detectivesca que muchos ya han catalogado de neo noir y un guion conciso, sin realmente muchas frases memorables pero con un gran sentido de la narración audiovisual. No brilla por la tensión mantenida, pero sí por una sobriedad que contrasta con lo espeluznante de lo narrado. Y Nueva York, la capital del mundo, de fondo...
Cualquiera podría ser Jessica Jones, aunque no lo parezca, en la misma medida en que no cualquiera podría ser, qué sé yo, Venom; al menos en algunas de sus misiones, como la de ayudar a un vecino toxicómano, o la de enamorarse de alguien como Luke Cage, otro sobresaliente para Eka Darville y Mike Colter respectivamente en el desempeño de sus labores. Pero es que el casting no deja de sorprender, porque por Jessica Jones desfilan Rosario Dawson y hasta la mismísima Trinity de Matrix, eso sí, algo envejecida por el paso de los años.
Y no nos olvidemos de un villano que permanecerá en la retina de los televidentes por mucho tiempo: Kilgrave, el Hombre Púrpura, que, son sus feromonas expulsadas por su voz puede alterar tu conducta, tu comportamiento, hasta el punto de hacer que te metas unas tijeras en la boca y te lances contra el suelo para que atraviesen tu cráneo. Matrícula para David Tennant.
Y ahora lo peor: esperar a que llegue la segunda temporada... Eso sí que lo odio.
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.