Revista Salud y Bienestar

Mi tercer trasplante: no fue fácil, pero mereció la pena

Por Ana46 @AnaHid46


Mi tercer trasplante: No fue fácil, pero mereció la pena
Era la una de la madrugada de hace 21 años. Mis padres y yo esperábamos en una sala de espera del hospital junto a otro posible receptor y su familia. El hospital estaba solitario... de vez en cuando alguna enfermera que cruzaba por el pasillo.
Después de varias horas de incertidumbre, nervios y esperanza, me comunicaron que el riñón sería para mí. Creo que eran las cuatro de la madrugada cuando me conectaban a la máquina de diálisis para estar completamente limpia.

Tras la "limpieza", procedieron a realizarme todo el protocolo preparatorio pre-trasplante: me colocaron una vía, me rasuraron, me pusieron un enema, ducha con gel desinfectante, me pintaron con yodo y bata de papel verde.
Estuve todo el día en ayunas, en la cama (cualquiera se levantaba con ese camisón de papel), y sin saber si salir corriendo o esconderme debajo de las sábanas. Mi familia, alrededor de mi cama, me hablaba de temas triviales, para hacer menos larga la espera......... espera que se prolongó hasta las ocho de la noche.

El cirujano que pasó a verme antes de la operación me comentó que el riñón me lo pondrían en la parte derecha de mi abdomen (trasplante heterotópico).
Por fin vino el camillero que me llevaría al quirófano; mis nervios habían ido creciendo a medida que pasaban las horas y aunque me dieron un tranquilizante, hubiera necesitado una dosis de caballo para calmarme.
De la operación no puedo comentar nada (yo no me enteré jeje), pero según mis padres y mis familiares estuve muchas horas dentro del quirófano (entre a las 8 de la noche y salí a las 8 de la mañana).
Hubo complicaciones.
Mi tercer trasplante: No fue fácil, pero mereció la penaSegún contó el cirujano a mis padres, cuando salió de la operación, completamente agotado, habían intentado ponerme el riñón en la zona derecha del abdomen, pero les fue imposible implantarlo; no habían podido unir el riñón con vasos y arterias ya que estaban "estropeados" de mi anterior trasplante, un "arreglo" que me tuvieron que realizar y posterior trasplantectomía. Por lo tanto, tuvieron que implantarlo en su zona habitual, en mi costado izquierdo (trasplante ortotópico).

Cuando me sacaron de la U.C.I, después de pasar todo el día en reanimación, medio dormida, medio despierta, apenas vislumbré a mi familia en el recorrido hasta la habitación aislada donde permanecería durante un mes.
Nada más llegar, después de instalarme en mi cámara aislada me conectaron a la máquina de diálisis. Yo me sentía un poco rara, porque todavía no comprendía como podía dolerme, además de la zona del abdomen, la zona lumbar. Además podía notar que tenía una cantidad enorme de drenajes y tubos. Todavía no me habían comunicado como había transcurrido la operación.
Más tarde, ya un poco más despejada y más dolorida, vino el cirujano a explicarme, a grandes rasgos, como había transcurrido el trasplante. Yo no sé como me sentí..... para mi era raro, saber que me habían abierto dos veces para implantarme el nuevo riñón. Dos cicatrices enormes, no se cuantos puntos (porque hace 21 años eran puntos de sutura.. de esos que se cosen).
Los primeros días fueron difíciles y lo pasé bastante mal, no había un punto de mi cuerpo que no me doliera, y lo peor era que al no orinar, tenía que dializarme a diario, con un gran hematoma en mi brazo que no daba tiempo a curarse.
Dolor, dolor, dolor.... era lo que sentía. Además de la soledad de estar aislada, teniendo que comunicarme con mi familia a través de un telefonillo que había en la habitación.
Mi tercer trasplante: No fue fácil, pero mereció la pena De todas formas, a pesar de parecer una especie de "robot", con tanto empalmes y tubos, yo procuraba cuidar mi piel y mi cara y estar más o menos atractiva. Me levantaba con cuidado, con todas mis conexiones, e iba al aseo. Allí me ponía mis cremas para la piel y para el cuerpo.... ¡¡Hidratación, cuidado de la piel y belleza ante todo!!.
Con el pasar de los días fueron retirando tubos, drenajes, sondas y empecé a encontrarme mejor, aunque hasta que no pasaron 21 días no empecé a orinar.
Un día me levanté con una terrible sensación de ir al baño, y pensé :
"-No sé para que lo intento, si no va a salir nada "-. 
Cuando fuí al lavabo oriné una mezcla de sangre y orina, muy poco, pero lo suficiente para ver que había esperanza.... Llamé con insistencia al timbre y al venir las enfermeras les conté, con palabras entrecortadas por las lágrimas, lo que había sucedido. Vino el médico y hasta él se puso muy contento, aunque me dijo que tendría que seguir con diálisis para ayudar al riñón a arrancar del todo. Al siguiente día oriné medio litro y al otro dos litros. A partir de ahí, dejaron de dializarme y el riñón comenzó su función renal a tope.

El mejor regalo de cumpleaños de ese año fue que me dieron el alta ese día, con un riñón que, a pesar de los malos comienzos, funcionaba estupendamente.
Ya véis que aunque hayan temporadas muy malas, siempre hay que tener esperanzas y fuerzas para seguir luchando y para continuar nuestro camino, pasito a pasito, día a día.
Un abrazo a todos vosotros que estáis ahí, siempre a mi lado, y por eso os dedico un trocito de mi vida.


Ana Hidalgo



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