Revista Arte

Mi yoga chachi

Por Peterpank @castguer


Lo primero que hago cada mañana es una “salutación a mi polla”, equivalente a la yóguica “salutación al sol”. Y ciertamente mi polla comparte algo con el sol: el descomunal tamaño, la fogosidad y esa virtud curiosa de que los planetas giren en torno. La “salutación a mi polla” consiste, como era fácil imaginar, en una paja de lo más gratificante. Empezar el día haciéndose una paja es toda una declaración de intenciones. Y, sobre todo, una declaración de sobreabundancia seminal. Había un poeta que cada 31 de diciembre quemaba uno de sus poemas escritos en el año; con ello quería proclamar la confianza en su capacidad creativa: la desaparición de ese poema sería insignificante en comparación con los muchos poemas que se sentía capaz de escribir el año siguiente. A mí me pasa lo mismo con mis erecciones y eyaculaciones. Empiezo el día con una paja porque así ratifico mi capacidad genésica: eyaculo nada más despertar, pero sé que si se me presentan cuarenta zorras a lo largo del día, eyacularé otras cuarenta (¡u ochenta: dos por cada!) veces. Yo soy mi polla y sus circunstancias.

 


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