Corralejo
Dejó que el sol ardiera en su rostro un rato más. Dejó que aquel trago, rebosante de recuerdos, alcohol y anhelos, invadiera la plenitud de su solitario sistema. Se sintió parte de la infinidad de la nada y se percibió como integrante de las partículas de un todo. Por primera vez en la vida, se quiso y se dejó querer, bajo los intensos y desprejuiciados rayos, sobre la arena de Corralejo.